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La polémica obra del artista Fabián Cháirez, La Revolución, no será retirada de la muestra "Emiliano. Zapata después de Zapata", que se presenta en el Palacio de Bellas Artes, pero se colocará una cédula informativa con la posición de la familia del caudillo revolucionario y se retirará la publicidad oficial de la exposición con la imagen de la pieza que muestra al general desnudo, con tacones y sombrero rosa. Esta decisión, advierten artistas y críticos de arte, es lamentable, atenta contra la libertad creativa y es una imposición y abuso de poder de la Presidencia de la República.
Ayer, a través de un comunicado, la Secretaría de Cultura y el INBAL informaron que sostuvieron un encuentro con 11 familiares, les ofrecieron un recorrido por la muestra y acordaron mantener la pieza y colocar a su lado una cédula informativa con la posición de la familia, donde quedará de manifiesto su desaprobación con esta interpretación. Además se acordó retirar de la difusión oficial de la Secretaría de Cultura y del INBAL la publicidad de la obra La Revolución, pero sí difundirán “por todos los medios a su disposición, la dignidad y el homenaje al general Emiliano Zapata”.
El curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Cuauhtémoc Medina, consideró que en los hechos, López Obrador permitió que un tercero, la familia Zapata, reescribiera la exposición. “Es un caso de abuso de poder presidencial que no solamente amenaza las libertades culturales y creativas, además derrumba la estructura de responsabilidades de los funcionarios culturales”.
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El también historiador del arte analizó las implicaciones del hecho: “Lo que hizo el Presidente abre la posibilidad a que cualquier desacuerdo cultural deje de ser materia del campo cultural y se vuelva un problema a contener, reprimir y erradicar por parte del aparato cultural. De modo que ahora, en lugar de un aparato de promoción artística, tenemos un aparato de contención y represión artística. Porque evitar que el desacuerdo emerja del campo cultural es tan grave como censurar las obras, es impedir los efectos que debe tener sobre la sociedad”.
Medina, finalmente, indicó que el llamado acuerdo es la autorización para que una familia —que sitúa su mérito en el pasado— altere la integridad de una exhibición, lo que implica que el Presidente se ha vuelto en el corrector de los contenidos de un producto cultural.
“Los antecedentes de esta práctica —usar textos para deformar las obras— están localizados en los momentos más totalitarios del siglo XX. Es una combinación de ignorancia y falta de claridad, y se puede volver muy peligroso. Es un momento muy trágico y este Presidente no sabe lo que está haciendo”, atajó.
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Por su parte, la curadora e investigadora Ana Elena Mallet también cuestionó la decisión de colocar en sala una cédula a petición de la familia Zapata: “Creo que este escándalo sienta precedentes peligrosos en cuanto a la libertad creativa tanto de artistas como de curadores y audiencias”.
Mallet aseguró que el INBAL y la Secretaría de Cultura hicieron las declaraciones adecuadas en un principio, pero que tanto Alejandra Frausto como Lucina Jiménez “se vieron atadas de manos por la intervención, autoritaria, innecesaria y poco atinada del Presidente”.
Sin embargo acotó: “Retirar de la publicidad la imagen de la obra de Cháirez para complacer a la familia y poner una cédula para ofrecer ‘su opinión’ es imponer una visión moral sobre las libertades democráticas que, se supone, en este país tenemos”.
De esta polémica, Ana Elena Mallet rescata que las imágenes de la exposición, la de Cháirez y las de otros artistas, ya circularon y son ahora parte del imaginario. “Espero que el público responda visitando la muestra”.
“Es lamentable que hayan aceptado colocar una cédula con el desacuerdo de la familia. La muestra también tiene otras obras como El mandilón, de Daniel Salazar, que muestra a un Zapata con escoba, mandil y un jabón; si yo pensara igual que los intolerantes y los homofóbicos, diría que también es ofensiva. El tema es que la familia sólo está en contra de la de Cháirez porque tuvo difusión. Con esta decisión han puesto en entredicho la libertad creativa y dan luz verde a cualquier grupo retrógrada para que vaya a cualquier recinto cultural a manifestarse y a tomar los espacios. Así es la República amorosa de la Cuarta Transformación, lamentable”, dijo.
El narrador Pedro Ángel Palou, quien ha escrito novelas históricas sobre figuras como Zapata y Villa, afirmó que no es papel del Presidente “mediar” entre la libertad del arte y los quejosos. “El arte provoca, inconforma. Una exhibición es una lectura, intervenirla es censurar”.
Dijo además que, tal como dice Cuauhtémoc Medina, “una exhibición es un texto cerrado y la cédula aclaratoria es una intervención de censura. Otra cosa es eliminar la publicidad con esa imagen en particular”. Y reconoció que lo más grave es que se confunde representación artística con realismo o con biografía. “Zapata es un símbolo, no sólo un ‘abuelo’. La familia puede recordarlo como desee y el arte utilizarlo cómo le venga en gana”, sostuvo el escritor.
La poeta María Rivera, quien preside el PEN México, señaló que la Secretaría de Cultura actuó muy mal al negociar la censura por órdenes del Presidente. “En realidad la obra fue censurada porque se acordó quitarla de la publicidad y la cédula es otra forma de censura ejercida desde el poder gubernamental”.
Para la poeta, la decisión a la que se llegó en esta polémica exhibe la verdadera naturaleza de la Secretaría de Cultura y del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. “Creo que tras este escándalo no queda duda del carácter machista y conservador del gobierno”.
El artista escénico Tito Vasconcelos, quien ha sido activista por los derechos LGBTI, advirtió que la familia Zapata tendrá que ser “inteligente” sobre el contenido que tendrá la cédula. “Yo no los he escuchado nunca hablar sobre los ideales de Zapata. Lo que les ha molestado es la feminización del ícono, pero los íconos se vuelven íconos por la apropiación que nosotros, la sociedad, hacemos de ellos. Estamos en un tercer milenio y tendríamos que estar más avanzados con respecto a la diversidad y entender que esa diversidad nos enriquece como país”.
El artista y el curador
El autor de La Revolución, Fabián Cháirez, no fue notificado de ninguno de los acuerdos a los que llegó la Secretaría de Cultura con la familia Zapata, ni de la cédula ni del retiro de la publicidad de la muestra con la imagen de su obra.
“Hasta ahora no tengo la información de la cédula. No estaba enterado de los acuerdos a los que llegó la Secretaría de Cultura con la familia. Siempre he puesto por delante que la discusión que tengan los familiares será directamente con la Secretaría o el Museo. Esperaré a ver el contenido de la cédula para dar una impresión, pero hay otras 140 interpretaciones de otros artistas a las que no les están poniendo esa cédula, eso habla también de algo”, dijo.
Cháirez enfatizó que prefiere no hacer declaración sobre la cédula; sin embargo, sí reconoció que poner una información adicional atenta contra la libertad creativa y de expresión. “La familia hizo una interpretación que se aleja de la mía y de mi postura. Esperaré a que los hechos se presenten para hacer declaraciones con fundamentos, porque se han hecho declaraciones con base en desconocimiento y eso ha generado violencia y no estoy de acuerdo con ella”.
Dijo que se mantiene firme en la convocatoria que realizó hace unos días para acudir hoy a una manifestación en la explanada de Bellas Artes, a las 16 horas.
Luis Vargas Santiago, curador de la exposición, contó que el recorrido con la familia Zapata del pasado miércoles por la exposición fue muy respetuoso y prefirió no opinar sobre los acuerdos a los que se llegaron, pero advirtió que esa decisión sí puede ser un precedente. “Ahí puede estar en una circunstancia crítica el sistema del derecho de autor”.
Y afirmó: “Preparo un libro sobre todas las imágenes de Zapata, saldrá en la UNAM y ante la polémica incluiré un capítulo sobre el género, la homofobia y el tema de la libertad creativa. Ahora lo que me interesa es platicar a partir de que la gente vea la exposición, ahí está una apuesta curatorial y discursiva, que es la que está dando mi opinión sobre las imágenes de un héroe, de que una imagen pública puede ser abordada desde muchos lugares”.