El cuestionable manejo de colecciones en México, el silencio de las autoridades culturales y la falta de información son las principales preocupaciones de especialistas en torno al caso del traslado del Museo Dolores Olmedo a Chapultepec.
“La colección Dolores Olmedo, de Xochimilco a Chapultepec: el despojo y la impunidad” fue el título de la mesa de diálogo organizada por el grupo Diálogo, Ciencia y Cultura.
La periodista Adriana Malvido, el cineasta Nicolás Echevarría, el científico Sergio Arroyo, la académica Graciela de la Torre, la escritora Verónica Murguía y el especialista en legislación cultural Bolfy Cottom fueron los participantes en la mesa.
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En el verano de 2021 se anunció que el Museo Dolores Olmedo formaría parte de las atracciones del parque de diversiones Aztlán. Este espacio contará con una inversión de 3 mil 639 mdp y tiene la expectativa de generar 6 mil 60 empleos. El acuerdo es el resultado de la asociación de los descendientes de la mecenas Dolores Olmedo con Aztlán. Y se firmó un acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México para la renta de las colecciones por 40 años al parque de diversiones.
Ahora se cuestiona la división de la colección Dolores Olmedo pues, aseguró Malvido (quien dijo tener una copia del fideicomiso), se estipuló que “el museo no podrá cambiar claramente de nombre ni de domicilio”. Se trata de la última versión del documento, firmado por la propia coleccionista, en 2002.
La periodista detalla que incluso los pavorreales, los perros xoloitzcuintles -incluso sus futuras crías-, la biblioteca de 3 mil 500 volúmenes, el conjunto de La Noria y las alhajas que le diseñó Diego Rivera forman parte del donativo que hizo Olmedo al pueblo de México.
Malvido cuestiona que el museo lleve más de dos años sin abrir al público, aún cuando el acervo de Diegos y Fridas “se renta en 450 mil dólares a museos en el extranjero”, hay un fideicomiso irrevocable que garantiza la permanencia del museo. “¿Dónde quedó el fondo intocable aportado por el Gobierno Federal a través de Hacienda que da mantenimiento al museo?”, preguntó.
La periodista también detalló que el Parque Aztlán es un proyecto de la constructora Thor Urbana Capital y Prodi Mota Engil-México, una empresa relacionada con el expresidente Enrique Peña Nieto, que hoy tiene la concesión de construir el segundo tramo del Tren Maya y la concesión por 30 años de la autopista Tultepec-Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. “Es todo lo que está detrás de la mudanza del Dolores Olmedo al Parque Aztlán”, concluyó Malvido.
Los ponentes consideraron que es un proyecto que navega entre la frontera de lo público y lo privado, una llamada de atención sobre el manejo de las colecciones de arte privadas en México.
“En esta colección (de Dolores Olmedo) hay una idea muy clara de lo que es el coleccionismo en México. Los mismos coleccionistas tendrían que estar preocupados por lo que está sucediendo”, dijo Sergio Arroyo, quien también reveló que el grupo recibió llamadas telefónicas en las que se les aconsejaba no hablar sobre el tema en la mesa de debate.
Respecto a la falta de transparencia y comunicación, pues Malvido dijo no haber tenido oportunidad de entrevistar a los involucrados, Cottom consideró que la mudanza del Museo Dolores Olmedo revela también una serie de “complicidades entre el poder público y personas privadas... Es un ocultamiento de información, lo cual no es novedoso en la actual administración”.
“Se van sumando intereses y proyectos en el pulmón verde de la ciudad”, indicó Murguía sobre las obras en Chapultepec y agregó que desobedecer la voluntad expresa de Olmedo impacta a las clases menos favorecidas.
Recuerdan a David Huerta
El grupo Diálogo, Ciencia y Cultura dedicó un momento al poeta David Huerta, integrante de este colectivo que falleció el pasado 3 de octubre. El escritor formaba parte del grupo de especialistas que participaría en esta mesa de diálogo. En su lugar, participó la escritora Verónica Murguía, viuda de Huerta.
“Me cuesta todavía muchísimo trabajo hablar de él. David era tertuliano de corazón. Durante la pandemia, aunque nos llevábamos muy bien, yo no podía ser su única interlocutora, porque no lo sé todo y no bastaba para saciar su curiosidad”, dijo Murguía al explicar sobre lo importante que eran estos encuentros para el escritor David Huerta.
Sergio Arroyo destacó que Diálogo, Ciencia y Cultura fue creado en medida de Huerta, quien “fue un imán para todos nosotros”.
“La huella de David es indeleble”, agregó Malvido.
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