Gioconda Belli, la escritora que junto con Sergio Ramírez son las dos voces nicaragüenses más críticas al régimen del presidente Daniel Ortega, está feliz por los 222 amigos nicaragüenses que eran presos políticos y que fueron liberados la semana pasada. Sin embargo, no se engaña, sabe que aún falta mucho por hacer para ver a Nicaragua libre, incluso piensa que no vivirá lo suficiente para ver su sueño cumplido.
“Siempre he tenido el sueño de una Nicaragua libre, democrática, justa, igualitaria, pero estoy clara que el sueño no se cumplió cuando hicimos la revolución”, afirma a EL UNIVERSAL la poeta y novelista que en su juventud, junto con Sergio Ramírez y cientos más, participó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó al dictador Anastasio Somoza, la misma joven que más tarde participó en la gestión de la Revolución Popular Sandinista, a la que vio fallar y desmoronarse.
Desde Madrid, donde está exiliada desde 2021, desterrada por el “dictador” Daniel Ortega, Gioconda Belli (Managua, 9 de diciembre de 1948) habla del amor por su país, de la lucha social y la lucha feminista en las que ha participado, y de su nueva obra: Luciérnagas, un libro de ensayos donde vincula los tres temas que más le importan: Nicaragua, el feminismo y la literatura.
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¿A pesar de todo usted sueña con un futuro más noble para Nicaragua y su gente?
Yo voy a seguir soñando hasta que me muera. Siempre he tenido el sueño de una Nicaragua libre, democrática, justa, igualitaria, pero estoy clara que el sueño no se cumplió cuando hicimos la revolución, desafortunadamente tanta gente murió, tanta gente se sacrificó, fue una gesta heroica extraordinaria como pocas y con tanta gente joven que estuvo dispuesta a dejarlo todo para acabar con esa dictadura dinástica, pero fallamos. Creo que aspiramos a ver nuestros sueños en nuestro tiempo de vida, pero muchas veces no vivimos lo suficiente.
La revolución fracasó, pero usted no deja de luchar
Cuando yo me metí a la revolución no fue por un partido, mi lealtad era y es con Nicaragua. Escribí este libro porque a mucha gente que apostó por la revolución sandinista le cuesta mucho entender qué fue lo que pasó. Tenemos más de 30 años de estar con este problema que significa Daniel Ortega, pero hay gente que lo está conociendo ahora y me interesa que la gente se entere que la revolución sandinista se acabó en 1990, él está usando símbolos, pero no es la revolución sandinista, es un esperpento hecho cada vez más esperpento por Daniel Ortega y su mujer.
¿En 2018 pensaban salir de la crisis y hoy está peor?
El 2018 fue una explosión, no esperábamos que la gente saliera a protestar, hubo una explosión social que perdimos, pero también Daniel Ortega y Rosario Murillo perdieron una oportunidad de oro porque si ellos hubieran tenido la humildad de reconocer que habían grandes problemas sociales y hacer valer la democracia, sería otra situación. Su irracionalidad nos ha llevado a esta situación. Entraron en esta deriva cada vez más autoritaria, es como un remolino que los va llevando a un abismo.
¿Han desterrado de Nicaragua a 222 nicaragüenses?
Es que son 222 nicaragüenses que no tenían ninguna culpa más que ser opositores, el destierro no existe como pena en Nicaragua. El Artículo 20 de la Constitución prohibe que los ciudadanos sean privados de su nacionalidad. Y ahora Ortega está diciendo que hay cambiar otra vez la Constitución para poner a su esposa de copresidente, te da una idea de su falta de coherencia, de su falta de madurez y de un miedo profundo al pueblo.
¿Hay un antes y un después de 2021, el año de su exilio?
La decisión fue difícil, dejé todo. Dejé mi casa, mis libros, mis perros, mi ropa. Yo salí sin saber que no iba a poder regresar. Salí con dos valijitas pensando que iba a volver. Es desgarrador, me hacen falta los volcanes, los lagos, el olor de Nicaragua, pero al mismo tiempo tengo una edad en la que ya no puedo sufrir tanto. Pienso que ya le he dado tanto a mi país que ahora tengo que pensar en qué puedo seguir dando desde la literatura. No quiero amargarme la existencia, estoy feliz de que hayan salido los presos políticos, eso no me dejaba dormir.
¿Piensa que no verá a Nicaragua libre?
Tengo un gran optimismo en la vida, yo creo que nosotros somos seres que vamos como en una barquita de bambú en el mar y tenemos que aceptar que las olas a veces nos llevan, pero que debemos tener filosofía y creer en la vida, tengo una enorme confianza en los seres humanos. Estoy triste por ver a mi país, pero confío en que algo va a pasar, no sé qué va a pasar y tal vez ni lo vea, pero lo van a ver otras personas. Lo que sé es que tengo que poner mi grano de arena en lo que sea que vaya a suceder y que eso me hace feliz.
Siempre está la escritura y crítica. ¿Este libro es su manera de seguir en la lucha?
Yo digo que son luciérnagas; mientras en la oscuridad haya luciérnagas hay luz y la luz nos va a conducir a un futuro mejor. Este libro también tiene mucho contenido sobre el feminismo. El mundo entero está en una encrucijada, tenemos la guerra en Ucrania, todo lo que ocurre en América Latina, la violencia contra las mujeres, no es que Nicaragua sea una isla, no somos una isla ninguno de nosotros. La violencia contra las mujeres me toca muy profundamente. Estoy contenta con este libro porque es mi ser pensante tratando de analizar la realidad, tratando de analizar lo que he vivido y el mundo que tenemos en este momento. Este libro junta tres temas que a mi me interesan, lo que pasó en Nicaragua, el feminismo y la literatura.
¿Ha avanzado más la lucha feminista que la social?
A veces creo que se ha avanzado más, realmente la gran revolución del siglo XX fue la revolución feminista porque cambiamos nuestra manera de vivir, pero nos falta todavía, pero creo que vamos hacia allá, que tenemos que incluir algunas regiones del mundo; es intolerable lo que ha pasado con los talibanes, lo que pasa con las mujeres en el Medio Oriente, las burkas, los encierros. Podemos decir que hemos participado, que hemos avanzado, pero todavía nos faltan muchas mujeres que están en situaciones precarias y humillantes.
¿Pero la lucha sigue?
Las mujeres jóvenes todavía tienen trabajo que hacer, pero también me gustaría que lo hicieran los hombres, porque mientras nosotros las mujeres hemos hecho un análisis profundo de nuestra identidad y nuestros problemas para cambiar, los hombres no lo han hecho, no han analizado cómo su identidad depende de la dominación, siguen en esa corriente de la violencia que nos lleva a nosotras. Por eso invito a todos los hombres a que se hagan feministas.
¿Cuál cree que es la responsabilidad internacional con Nicaragua?
A nivel internacional se debe seguir presionando. Ojalá (Andrés Manuel) López Obrador fuera más consecuente e hiciera más presión porque mientras más cerca están de esos gobernantes, más tienen obligación de hacer presión. La presión internacional ha sido muy importante y se tiene que seguir haciendo.
¿Qué falta para alcanzar la libertad en Nicaragua?
La condición esencial para que a Nicaragua llegue la democracia es que se acabe el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, mientras ellos estén ahí no se podrá lograr eso. Ellos tienen que permitir elecciones libres, permitir que haya otra gente que tome el poder y no sé si lo van a permitir. Eso está por verse.
¿Eso le parece posible?
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