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Oaxaca de Juárez. —Desde hace un año, las calles de la ciudad de Oaxaca extrañan los pasos apresurados y la energía con la que se sacudía la melena blanca Francisco Toledo, artista, filántropo, promotor cultural y oaxaqueño comprometido como nadie con su estado.
Fue el 5 de septiembre de 2019 cuando Ta Min, como lo llamaban sus paisanos en Juchitán, partió del plano terrenal, a pocos meses de cumplir 79 años. Su muerte conmocionó al mundo, que la consideró como una pérdida irreparable para el arte y la cultura, pero, sobre todo, para Oaxaca, donde habitaba.
Aunque físicamente el maestro no está, sigue presente en el legado que dejó a través de la decena de espacios culturales que fundó, acompañó e impulsó en Oaxaca, aunque ahora tuvieron que cerrar temporalmente sus puertas ante la pandemia de Covid-19, pero continúan operando en redes y plataformas digitales.
A pesar de que los espacios se mudaron al plano virtual ante la pandemia, los responsables de espacios como el CaSa, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) coinciden en que la misión de ofrecer arte gratuito a quien quiera aprender de él, tal como Francisco Toledo lo ideó al abrir los espacios, sigue vigente.
A decir del director del Manuel Álvarez Bravo, Fausto Nahúm Pérez, la dinámica en los espacios no ha cambiado, pese a la ausencia del benefactor zapoteca.
Explica que “el ritmo de trabajo y actividades que se tenían programadas, así como la visión de contribuir y abrir el centro a diferentes actividades relacionadas con la fotografía, se mantiene con las mismas guías que él dictó en vida”, sólo intentando adaptarse a las circunstancias actuales.
En estos 12 meses, aseguran, la ausencia de Toledo se ha sentido en los espacios donde su presencia era un aliciente para los artistas en formación, tanto como para aquellos que trazaron su camino con él como ejemplo de disciplina y lucha, como para los que aunque no lo conocieron se beneficiaron de su energía.
Es por eso que están convencidos que ellos son responsables de mantener su legado con vida. “Todo esto que él creó no puede depender sólo de él ,esté o no esté, es responsabilidad de todos lo que estamos relacionados a lo que él dejó, a la escuela que dejó”, dijo Ernesto Alo Franco, tallerista de la quinta generación de la Escuela de Grabado Menos Tóxico, proyecto impulsado por Toledo.
Otros sitios creados por el pintor en Oaxaca son la Casa de Cultura de Juchitán, el Taller Arte Papel Oaxaca, la Biblioteca para invidentes Jorge Luis Borges, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el entonces cine club El Pochote, el Jardín Etnobotánico dentro del centro cultural de Santo Domingo, la fonoteca Eduardo Mata y la biblioteca Francisco de Burgoa.
El trabajo no para
Desde el primer día que el mundo despertó sin Francisco Toledo, ni las aulas ni sus espacios culturales cerraron.
A un año de distancia, las ofertas culturales que el maestro inició, como concursos de literatura en lenguas originarias, tareas de preservación lingüística, cursos y clínicas, se siguen programando como cuando él supervisaba que la cultura se siguiera alimentando con visiones nuevas y tradicionales, así lo sostienen sus colaboradores, quienes reconocen y agradecen sus enseñanzas.
“El maestro dejó grandes espacios que acercan a las personas al arte. Dejó lugares extraordinarios para trabajar, en los que son más importantes las ideas que se desarrollan que cualquier protagonismo individual. Son extremadamente raros los lugares de trabajo así”, señala Brena.
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Ejemplo de ello es que el 3 de septiembre se anunció el Concurso de Fotografía de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, convocatoria que emite el CaSa, la Fundación para la Reserva de la Biósfera Cuicatlán, A.C, y la asociación civil Amigos del IAGO y del CFMAB. La iniciativa surgió en 2018 y es una de las últimas que planeó Toledo.
Aunque su familia, amigos, alumnos y espacios culturales han tomado el tiempo para superar su ausencia, el maestro, afirman, tenía una presencia entrañable que nunca ha abandonado los espacios.
“Este año ha sido difícil, se le extraña visitando el IAGO, verlo en la biblioteca releyendo libros y descubriendo títulos, verlo llegar con material para nuevos proyectos y cosas para diseñar. Siempre hará falta su presencia, pero seguimos trabajando con su familia que también se han preocupado por los sitios”, dice Jara.
A un año de su partida, y aunque la pandemia ha silenciado los espacios por donde caminaba, Toledo sigue habitando en la memoria y corazón de quienes compartieron con él, aseguran, con la certeza de que el espíritu creativo del Oaxaqueño universal no se apagará en la memoria.
“A pesar de tener una visión extremadamente consistente y clara a través de los años, no era posible predecir sus próximos proyectos, que siempre eran sorprendentes, creativos y llenos de su idiosincrasia”, dice Brena.