“Mi forma de ver todo está siempre atravesada por una mirada feminista que analiza y deconstruye lo que se me presenta. No creo que todo esté dado, todo se construye, todo significa y, básicamente, hay un sistema capitalista, cis, heteropatriarcal que lucha por perpetuarse. Mi vida consiste, en buena medida, en estar luchando contra este sistema 24/7; estar siempre deconstruyendo eso que se nos presenta como natural, normal, para entender qué significa, qué fuerzas lo mueven y, sobre todo, qué privilegios está procurando”.

es artista , activista y una de las personas que más ha luchado por evidenciar las muchas violencias cotidianas contra las mujeres y personas de identidades no normativas; por cuestionar esos roles o comportamientos heredados o asimilados en la familia, la escuela, la calle, el lenguaje.

¿Qué detona que elijas trabajar en tus obras el tema de la violencia contra la mujer?

El trabajo que he realizado ha sido básicamente todo en torno al género, y la procuración de los derechos de las mujeres —inicialmente— y luego de las personas de identidades no normativas. Llegué a través de los performances, de la experiencia con mi propio cuerpo cuando la mayoría llega a través de los estudios de género. Y fue trabajar en torno al género con preguntas sobre cómo te configuras, qué significas; e inevitablemente te lleva a las violencias. Hablar de mujeres, hablar de género es hablar de violencias; en México lo ha sido hace mucho tiempo. Trabajar en torno de las violencias me llevó a darme cuenta de que eso que se decía de que las violencias estaban tan normalizadas que eran invisibles, no era verdad. La verdad es que siempre han sido muy visibles. Me adentré en las historias de otras mujeres, y en la mía, para descubrir que esas violencias que veía como lejanas, en efecto eran propias.

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Han sido casi tres décadas de trabajo de Lorena Wolffer donde “el activismo y el arte están en constante interacción”, y a lo largo de esos años ha habido grandes cambios y afianzamientos: “No me imagino regresar al lugar de hace 20, 30 años. No es que una cambie de posición política, es que una cambia en la forma en que vive y se relaciona con el mundo. Hoy me cuesta mucho trabajo, y no me interesa, relacionarme con hombres que no tienen un ápice de conciencia de género o que no cuestionan sus privilegios. Creo en la sororidad, en pensar a la de al lado como mi amiga, mi aliada, mi hermana; yo crecí en una cultura que me hacía creer en lo opuesto, que la de al lado era mi enemiga y en esta cosa ridícula de la lucha de las mujeres por los hombres. En este camino, siempre había sido bisexual y ahora sólo tengo relaciones con mujeres, dejé de relacionarme sexoafectivamente con los hombres”.

Hay en la sociedad sectores que se suman a las feministas, otros que construyen argumentos contra ellas, que señalan sus divisiones...

Por supuesto que pienso que somos bien diferentes, que ningún movimiento es una cajita armada donde todas las personas piensan y operan de la misma manera; hay algunos feminismos que me resultan problemáticos —las feministas radicales exclusionistas que niegan la existencia de las personas trans— pero exigirle a los feminismos que sean uno solo es un planteamiento un tanto ridículo. Lo que puede enriquecernos es eso, que hay diferentes miradas, diferentes acentos; que no es lo mismo hablar de feminismos desde un departamento de Género de una Universidad de Estados Unidos a hacerlo en Sao Paulo o Ciudad de México. Los feminismos en el mundo actual tienen muchos problemas, también porque mucha gente que pretende adherirse en realidad no los conoce, lo hace de forma superficial; para ser una feminista tienes que moverte de lugar, cuestionar las estructuras con las que creciste.

La destrucción en monumentos e inmuebles en marchas también es argumento para descalificarlas...

No participo de estos ejercicios de “quemarlo todo”, pero los entiendo y defenderé que existan. Nadie puede pedir a alguien que, si la están matando y violando, sonría o que se calle. Hemos intentado transformar este régimen por todas las vías posibles sin mucho éxito. Cómo puedes pedir: “déjame, desaparezco a tu hija, la violo, la quemo, la desmiembro, pero no te enojes”. Es insultante pedirnos que no estemos enojadas. Jamás voy a condenar el enojo de mis hermanas porque nos están matando y nos están violando.

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Autoridades han dejado la lucha contra la violencia hacia la mujer a los grupos de activistas y feministas. Su papel parece ausente y más en la pandemia ¿Qué percepción tienes?

No hay una política de Estado para preservar la vida de las mujeres. En un país donde nos matan y violan, como nos matan y violan aquí, lo que hacen es avalar ese sistema. Hacerse a un lado, no plasmar políticas en contra de esas violencias , significa —si no promoverlas— sí convivir con ellas, posibilitarlas. El hecho de que no existan políticas es el problema y declara que estas violencias pueden continuar sin ningún problema. En efecto, la lucha de las mujeres sigue siendo una lucha de las mujeres. Y eso es gravísimo. Se nos deja a nosotras la labor de seguir defendiendo nuestras vidas. En este momento, con la pandemia, el territorio perdido por las mujeres nos va a tomar muchísimo tiempo recuperarlo; entre la escuela, el trabajo, todas las cosas que dejaron de estar en su sitio y que hemos tenido que tomar las mujeres, regresar de eso va a tomar muchísimo. Todo esto se da en un entorno donde somos las mujeres las que tenemos que seguir luchando por nuestras vidas.

En el sentido llano, es el sistema reproduciéndose a sí mismo. Es muy cómodo para el Estado relegar su responsabilidad a la sociedad civil y a las mujeres. Lo que hace es decirnos: “No sólo no me hago cargo de tu vida, tú hazte cargo, sigue defendiéndote. No es un problema del Estado, es tu problema”. Es gravísimo, porque es mantener el estado de las cosas, los privilegios y acuerdos de siempre. No hay un interés porque sigamos vivas por parte del Estado .

¿Cuál es tu opinión sobre las declaraciones de  Andrés Manuel López Obrador acerca del aborto, y una consulta?

En un país donde se permite, solapa, fomenta, matar a las mujeres, ¿cómo puedes decir que vas a poner a discusión pública si podemos abortar? La conversación sobre el aborto es muy sencilla: no es si vamos abortar o no, es si nos vamos a morir mientras abortamos o no. Esa es la pregunta. Este es un país profundamente católico, no puedes someter a la voluntad de las mayorías los derechos de las minorías. Si se abre a que todas las mujeres opinemos, el resultado es muy sencillo: el aborto no va a pasar.

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Es disfrazarlo y no tomar una postura; claramente Andrés Manuel López Obrador no está a favor, pero su manera de desentenderse del tema es ‘vamos a someterlo a consulta pública’. Y no puedes decirle a todas las mujeres que voten por unas cuantas. Argentina , para todas, es la esperanza; pensar que haya pasado finalmente, me emociona. El balde de agua fría fue cuando Andrés Manuel habló de una consulta pública. Lo de Argentina me regresó a un estado de optimismo que no es en el que me muevo habitualmente porque en México no hay políticas a favor de la vida de las mujeres, se invierte más en simular que en cualquier otra cosa. ¿Cómo puede un Estado ser tan negligente con la vida de la mitad de su población? A eso no le encuentro respuesta posible.

Hay muchas mujeres con quienes has trabajado, ¿podrías hablarnos de algunas, de lo aprendido con ellas?

Araceli Osorio

, madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio , es para mí una maestra de vida. No tengo palabras para nombrar y describir sus enseñanzas. Araceli no está de acuerdo con esa lógica de “quemarlo todo”, ella siempre plantea caminos de encuentro, de respeto, de armonía y reconocimiento, con una claridad que causa gran admiración. Lo que hace es, con muchísimo amor, nombrar todas las violencias, no se le va ni una, las señala cada vez que las vive o cada vez que la tratan de usar —que es muy seguido—. Siempre está diciendo: “Si la muerte de mi hija no sirvió para que no maten a otras, entonces no sirvió para nada”. Le estaré siempre agradecida por todas las enseñanzas… ha logrado transformar el dolor tan tremendo de haber perdido a Lesvy en una fuerza para continuar.

Alguien que para mí ha sido muy importante es Andrea Medina , la abogada con quien trabajo; ha sido una maestra, porque la alternativa ante esto que vivimos sería apostar por el anarquismo, pero su enseñanza es defender que siempre podamos ejercer nuestros derechos. El suyo no es un discurso vacío. O el trabajo que está haciendo Sayuri Herrera en la Fiscalía Especializada para la Investigación del Delito de Feminicidio . Y hay muchas compañeras con quienes vamos tejiendo; esta noción de comunidad, de colectividad, tiene que ver no con trabajar juntas siempre, sino con que lo que cada una va haciendo hace posible lo de la otra.

En gran medida el trabajo por la mujer y el género, en América Latina, está marcado por la violencia…

Todo lo que hacemos está moldeado o determinado por las violencias. Eso tiene que ver con andar por la ciudad y también con el trabajo que una hace. Me gustaría pensar en cómo crear espacios que no estén determinados por las violencias, libres de violencias, aunque sea pequeños. Si bien creo que no podemos parar de luchar por señalar espacios de violencia, parte de la lucha tiene que ser por instaurar otras formas que no se inscriban en estas lógicas de las violencias. El estado de desolación en que estamos ahora con la pandemia llama a instrumentar otras formas de estar; éste debería ser un momento para transformarlo todo.

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¿En qué formas?

Es tomar esta oportunidad para transformar todo eso que nos trajo aquí, darnos cuenta de que nuestros sistemas políticos, sociales, culturales, son un fiasco. En lo personal replanteo mi trabajo con el Estado como hacedora de cultura; es algo que, hasta donde pueda, intentaré evitar. No puedo avalar lo que ha hecho este gobierno. En este momento estoy con un enorme interrogante, justo después del proyecto Diariasglobal (con el MUAC) . Voy a lanzar el LAG, Laboratorio de Arte y Género, que tengo desde hace años, y es mi sueño, como un espacio permanente de experimentación; voy a hacer una versión de LAG en línea, desde FrentA (proyecto que impulsan Wolffer y María Minera, y que cuenta con una conseja) y en colaboración con el Antiguo Colegio de San Ildefonso .

Frase

"El hecho de que no existan políticas de Estado para preservar la vida de las mujeres es el problema, y declara que estas violencias pueden continuar”.