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El escritor y exvicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez , cuyo trabajo literario está "en suspenso" por las "circunstancias de Nicaragua", cree que los procesos políticos tienen "necesariamente" un final y que en su país la solución pasa por el diálogo.
"Es muy difícil escribir en el ambiente en que se vive ahora, pero quiero normalizarme, por lo menos yo, si es que el país no logra hacerlo", sostuvo durante una entrevista con motivo de la presentación en Miami de su novela "Ya nadie llora por mí".
A Ramírez, que fue vicepresidente del hoy mandatario Daniel Ortega durante su primer gobierno (1985-1990), no le "gusta pensar en la idea de un nuevo exilio".
"Pasé 14 años en el exilio en Alemania y Costa Rica", recordó el primer centroamericano premiado en 2017 con el Cervantes, un galardón por la obra de toda una vida que es considerado el más importante en lengua española.
Ramírez está desencantado, según sus palabras, con el régimen político actual, pero no con el sandinismo como fuerza motora y asegura no ser "todavía" un perseguido.
"Soy un crítico del régimen, pero hasta ahora no puedo decir que he sido amenazado. Cuando eso ocurra tendré que valorar mi propia situación", matizó.
Ramírez cree que un diálogo entre diferentes fuerzas políticas es la mejor solución para terminar con un régimen autoritario que ha arremetido contra las protestas cívicas que estallaron en abril pasado y ya han dejado cuatro centenares de muertos y al país en una crisis permanente.
"Soy una voz crítica nada más y no pretendo ninguna posición como dirigente político. Mi papel es hablar como escritor y quiero ver si puedo preservar ese papel", enfatizó el autor de las memorias "Adiós muchachos" (1999), que versa sobre el proceso sandinista desde sus orígenes y a las que se vio precisado a cambiar el prefacio años después con el giro totalitario de Ortega.
"Ya nadie llora por mí" (Alfaguara) es el segundo libro de Ramírez -el primero fue "El cielo llora por mí" (2008)- que tiene como personaje central al investigador privado Dolores Morales, cuyas andanzas continuarán en un tercer volumen, aun por escribir.
"Un investigador como personaje de una novela merece una saga", comentó el novelista sobre su personaje, ubicado en la época actual y en un país latinoamericano, el suyo, donde la corrupción, el narcotráfico, la venta de sentencias, los fiscales nada confiables terminan contaminando al propio investigador.
Dolores Morales, que nació en 1959, el mismo año de la revolución cubana, conduce un automóvil soviético marca Lada y lleva una prótesis cubana en una pierna, lleva ese nombre porque, recordó el autor, en Latinoamérica muchos niños son nombrados como las vírgenes por pura protección.
Volviendo a la política, Ramírez opinó que "los procesos políticos tan dilatados en América Latina tienen necesariamente un cambio, un final".
En el caso de Cuba, dice, "el gran misterio para mí es de qué va a ser capaz el relevo cuando ya no esté esta generación de 1959 ".
A su modo de ver, "todo está muy interconectado. Venezuela va a cambiar, eso es indudable y eso va a afectar el paisaje geopolítico comenzando por Cuba".
Más que un pronóstico de lo que sucederá con su país, el autor, nacido en 1942 y uno de los últimos en "tocar tierra" con el boom literario latinoamericano de los años 60 y 70, tiene "deseos de llegar a una solución a través del diálogo".
"Siento que todavía hay un espacio para aprovechar. Se ha constituido una unidad nacional azul y blanco con más de 40 grupos empresariales y estudiantiles. Se sumó el partido Ciudadanos por la Libertad , con asiento en la asamblea nacional", desgrana.
"Frente a esta unidad, el gobierno tiene que terminar respondiendo al diálogo", dice el escritor poco antes de presentar su más reciente novela en la universidad Miami Dade College, dentro del programa de la Feria del Libro de esta ciudad que se extiende durante todo el año.
akc