Sergio Ramírez (Managua, 1942) regresa al cuento con “Ese día cayó en domingo” (Alfaguara, 2022), después de casi una década sin publicar un libro de relatos cortos, género en el comenzó su trayectoria en la literatura. Con este nuevo libro también regresa a Nicaragua, su patria, de la que está lejos por vivir en el exilio desde septiembre de 2021 arrojado por la dictadura de Daniel Ortega. En ese exilio, la escritura ha salvado al Premio Cervantes de Literatura 2017, pues aunque asegura que está preparado para lo peor, que es “morir en el exilio”, ha construido en el exilio un nuevo universo desde el cual ejerce su literatura.

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“Me pesa no escribir desde Nicaragua, me pesa la ausencia del país, sé lo que pierdo no viviendo en mi país, sé lo que gano también. Uno gana distancia, sentido de la nostalgia, del país perdido, del país al que no puede acceder; entonces para el escritor se trata de formar estos equilibrios y sacarle el mejor provecho posible”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL , durante su visita a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, desde donde habla de las desgracias de América Latina y de la celebración número 10 de Centroamérica Cuenta, un gran proyecto que permite mostrar el rostro cultural, que es lo mejor de Centroamérica.

En “Ese día cayó en domingo”, una mujer combate la soledad haciendo crucigramas. Una familia acomodada se entera de que su hijo se ha hecho amigo del hijo de un narco. Un hombre sufre impotencia y acude a un inefable urólogo. Otro ve como su tranquila vida como jardinero se altera fortuitamente. Todo un pueblo es masacrado en Guatemala por un contingente del ejército al que habían convidado a un asado. Todos relatos que giran en torno a cuatro temas fundamentales: la memoria —individual y colectiva—, la muerte, la vida cotidiana y el amor y la familia.

¿Es su retorno al cuento porque primero que nada fue cuentista?

Yo comencé escribiendo cuento, no pensaba que sería novelista. Para mí el cuento era un género autónomo, tenía mucho prestigio el cuento en los años 60, incluso en México había una revista que publicaba sólo cuento, la revista “El Cuento”, de Edmundo Valadés. El cuento tenía gran fuerza, se publicaban en revistas, se publicaban en periódicos. Hoy no, hoy lo que se prefieren son las novelas y es una lástima porque el cuento es un género tan importante como la novela y tiene su propio grado de complejidad como el atletismo. Yo siempre me empeño en volver al cuento para probarme a mí mismo que sigo dominando las reglas difíciles, que se necesitan para escribir un cuento.

¿Regresa para retarse pues lo concibe como un género de gran exigencia?

Cada cuento requiere su propio procedimiento, en cómo se ejecuta está la dificultad. La historia yo la tengo seleccionada, la tengo en la cabeza, pero si la cuento de un modo que no es el adecuado puede parecer banal. El procedimiento es muy importante: quién va a hablar, quién lo va a contar, si va a ser un relato periodístico, como en “Antropología de la memoria”, si va a ser un relato personal como el de la madre en “Mercado viejo”.

¿En todos está su realidad y su memoria, que es dura en América Latina?

Creo que si hubiera nacido en otra latitud del mundo y tuviera una realidad que tranquila, sin sobresaltos, quizás me hubiera dedicado a la literatura fantástica, pero aquí la realidad te reclama, aquí la realidad te ofrece muchísimos temas diariamente, entonces no se trata nada más que de individualizar las historias y saber ponerlas en el contexto adecuado

¿Nuestras desgracias son demasiadas y son literarias?

Son demasiadas. Desgraciadamente vivimos aquí y en estas circunstancias materiales se ofrecen a la literatura. Como ciudadano mi aspiración es que fuera distinto, aunque me quedaría sin trabajo como escritor. Sí, las desgracias nos dan mucho combustible para la literatura, pero hay que saber transformarlas, porque claro la literatura de ficción implica un proceso de transformación del material, no es el material en bruto como me llegó a mí, sino que yo tengo que transformarlo a partir de los procedimientos, quién va a narrar, cómo se va a narrar, cuál es la tesitura que yo le voy a dar al texto.

¿Prevalece el sueño por la libertad y por tener países con mejor futuro?

Soñamos sobre cómo deberían de ser nuestros países. Son sueños nunca cumplidos, por desgracia también.

¿El sueño de volver a Nicaragua cada día se desvanece más, ha dicho que sabe que morirá en el exilio?

Yo tomo esa posibilidad como real, no me niego a verla. Ojalá yo volviera a Nicaragua, ojalá volviera a poner pie en mi país, pero puede ser que no ocurra así. No depende de mí sino de las circunstancias políticas, de cuánto dure ese régimen. Mientras tanto, yo tengo que rehacer mi vida ¿alrededor de qué?, alrededor de la escritura que es para lo que yo existo, para escribir. Entonces es abrirme los espacios para escribir.

Yo voy a escribir dentro o fuera de Nicaragua. Me pesa no escribir desde Nicaragua, me pesa la ausencia del país, sé lo que pierdo no viviendo en mi país, sé lo que gano también. Uno gana distancia, sentido de la nostalgia, del país perdido, del país al que no puede acceder; entonces para el escritor se trata de formar estos equilibrios y sacarle el mejor provecho posible.

¿Usted se lo ha sacado, ha publicado novela y ahora cuentos?

Porque soy escritor, no me siento a llorar y a decir “¿ahora qué hago?” Estoy en el exilio, pero sigo escribiendo.

¿Una gran energía se la da también Centroamérica Cuenta?

Vamos adelante con Centroamérica Cuenta, vamos a celebrar los diez años en Santo Domingo, el año que viene, estamos todos preparándonos para eso. Vamos a tener otra edición en la Isla de la Palma, en Gran Canaria, estamos invitados en el festival que se realiza ahí cada año para que sea el espacio de Centroamérica cuenta, hacemos otro en la Casa de América en Madrid, cada año.

En Guadalajara tenemos un espacio dentro de la FIL , vamos a tener otro espacio en la Feria del Libro de Buenos Aires . De manera que también mi interés por la difusión cultural y por poner a Centroamérica en el mapa cultural sigue muy vivo. No por el hecho de que yo esté lejos de Centroamérica yo me alejo culturalmente de la región; una región que vale la pena destacar en el mundo cultural.

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¿Ese es el otro rostro que tiene Centroamérica?

Es el mejor rostro, el de la cultura, ¿qué otra cosa mejor podemos ofrecer que los poetas, los escritores, los artistas?

¿Ve futuro para Centroamérica, para América Latina?

Hay aguas muy revueltas ahora, yo creo que Centroamérica está en la peor época que podemos imaginar, con gobiernos autoritarios, corruptos, de distintos signos ideológicos, pero que terminan identificándose bajo el signo de la represión y de la violación de los derechos humanos, pero eso no quiere decir que debemos perder las esperanzas. Yo creo que América Latina va a encontrar su camino. Este es un asunto de prueba y error.

¿Aunque cada día son más los países gobernados por presidentes autoritarios?

Aun dentro de la izquierda es de muy distintos signos. Eso me parece que tiene que ser así, la homogeneidad es absurdo pretenderla, cada país tiene su propio peso específico, cada presidente tiene que lidiar con su propia realidad, con sus propias dificultades, pero a mí me parece que lo importante sigue siendo el peso ético que tenga la izquierda, como lo ha demostrado el presidente (Gabriel) Boric de Chile, él le da un peso ético a su presidencia, de no dejar de criticar la violación de los derechos humanos de cualquier lado que venga, no porque venga de la izquierda hay que callarla. Esa me parece que es una lección ética muy grande.

¿Y la vía es la democracia?, Aquí en México hay una crisis ante los ataques a la institución que cuida la democracia.

Lo sé. Estuve conversando con Lorenzo Córdova y sé del esfuerzo que él y que el INE hace por fortalecer la democracia en México, igual que el Tribunal de Elecciones en Brasil que jugó un papel tan importante para echar atrás cualquier pretensión de deslegitimar las elecciones, acabando con la pretensión de Bolsonaro de desconocer las elecciones, eso me parece que ayuda a la fortaleza institucional de los países, por lo que sería una gran desgracia aquí debilitar al INE.