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Marie-Jo Paz, viuda de Octavio Paz, tuvo hasta sus últimos días a una docena de amigos inseparables, sus gatos. Ella siempre expresó su amor por estos animales. Con su muerte, ocurrida la mañana de este jueves 26 de julio, los felinos que tenía y que están repartidos en dos inmuebles de su propiedad se han quedado huérfanos.

La Secretaría de Cultura federal, que fue la instancia que se encargó de gestionar los protocolos legales pertinentes para los funerales, también se está haciendo cargo de sus gatos. La oficina de prensa de la dependencia dijo a este diario que son alrededor de 12 y que la Secretaría ha estado al pendiente de atenderlos. Señaló que así lo harán hasta que el abogado de Marie-Jo Paz resuelva los asuntos legales respecto al futuro de los inmuebles y el acervo del Premio Nobel de Literatura, que ella heredó a la muerte del poeta en abril de 1998. Marie José Tramini no tuvo hijos y, de acuerdo con personas cercanas a ella, sólo se sabe de la existencia de un familiar en segundo o tercer grado, que radica en Francia. Las personas más cercanas a ella en los últimos días eran amigos escritores que la frecuentaban.

Según la Secretaría de Cultura, una vez resuelto el tema de la herencia, se definirá el destino de los gatos que siempre la rodearon.

Los restos de Marie-Jo fueron velados hasta la tarde de ayer en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas y fueron cremados.

La noche del jueves, a la funeraria ubicada en la colonia del Valle acudieron diversos miembros de la comunidad cultural a darle el último adiós. También estuvieron presentes la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda y la directora del INBA, Lidia Camacho. No hubo ninguna guardia de honor. Su féretro estuvo rodeado de coronas y arreglos florales enviados por amigos e instituciones del país.

Ahí, escritores y funcionarios la recordaron como la gran guardiana y promotora de la obra del poeta mexicano, pero también como una mujer alegre y divertida.

La escritora Elena Poniatowska la recordó como “una mujer muy hermosa, con una voz muy delgadita y de modales preciosos”. Paz y ella, dijo, siempre estuvieron juntos hasta la muerte de él, hace 20 años: “Si ella se alejaba un poco, siempre se oía la voz de él gritando: Marie-Jo, Marie-Jo, ¿dónde estás?”.

El escritor Christopher Domínguez Michael, autor de la biografía Octavio Paz en su siglo, recordó que fue una mujer dulce, con una inmensa alegría. “Cuando Octavio vivía fue una compañía para todos nosotros, de una inmensa alegría, de gran compañerismo; hacía muy fácil la convivencia con el propio Octavio, que era un hombre con su temperamento y ella era la alegría, la dulzura y la felicidad en esa familia”, expresó el también colaborador de EL UNIVERSAL.

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