“Saramago está en México. Él acompañó la matanza de Acteal, el surgimiento del EZLN y digamos que acompañó algunas elecciones. Él opinó cuando la elección en que no ganó López Obrador la primera vez, dijo que tenía que ser muy político y no convocar a una revuelta. Saramago estaba muy al tanto de lo que ocurría en el país en términos de política y en lo social”, asegura Alma Delia Miranda, coordinadora y autora del prólogo del libro Saramagia. Testimonios y recuerdos sobre José Saramago en su paso por México, que ha editado Grano de Sal con la Cátedra Extraordinaria José Saramago y el Instituto Camões México, como parte del centenario del nacimiento del escritor portugués, que justo se conmemora hoy.
“En México gané mi nombre”, dijo en algún momento el escritor lusitano que vino por primera al país en 1989, en una visita a Morelia, Michoacán, de la que apenas queda su nombre entre las noticias de los participantes del encuentro de narradores que organizaron Hernán Lara Zavala y Guillermo Samperio en la Casa de la Cultura de Morelia, donde Saramago fue invitado a hablar de la crónica.
Ese fue el principio de una amistad con un país y con su pueblo, porque si un sector le interesó a Saramago, fue el de los indígenas y particularmente la pobreza y la violencia a la que sobrevivían, como la masacre en Acteal, Chiapas, en 1997.
Las causas sociales y los intereses literarios lo ataron a México, fue amigo de intelectuales como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska; se hizo de fieles admiradores y lectores, se convirtió en un conquistador de México, en un ídolo literario, casi en una estrella pop, asegura Miranda. Un intelectual que siempre se mantuvo interesado en los problemas de México, alentó el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y cautivó con sus ideas revolucionarias.
“La voz de Saramago habló por muchos mexicanos. Yo creo que Saramago se atrevió en su momento a decir cosas de manera muy beligerante y directa, cosas que quizás otros intelectuales expresaban pero de manera menos franca, y él sí lo hizo, sobre todo en el 98, año en que creo se catapulto”, asegura Miranda, coordinadora del libro conmemorativo y titular de la Cátedra Extraordinaria José Saramago de la UNAM.
Para Miranda “Saramago y el zapatismo siempre van de la mano”, sin embargo, afirma que originalmente Saramago comienza a ganarse a los mexicanos y a volverse muy famoso cuando se indigna por la matanza de Acteal. “Es fundamental, él lo dice en algún momento y lo dice también a los zapatistas... él ve el lugar del indígena en la sociedad mexicana y ofrece su voz porque ve claramente que son los más débiles”.
Esa lucha que fue su lucha, pero también “su expresión tan beligerante, tan franca de ideas de izquierda, es también otro elemento que lo vuelve tan nuestro”, apunta Miranda y asegura que esa postura que refrendó durante su viaje a México (marzo de 1998) es la razón por la que la intelectualidad de ese momento lo arropa.
Pero además por sus temas y la manera en cómo narra. Su singular manera de contar y los temas que legó los enfatiza Alma Delia Mirada, quien dice que hay una congruencia en el sentido de que su obra literaria también destruye moldes y crea una propia manera de expresión que es muy suya, y que se complementa con la elección de los temas, la forma y la escritura.
“Es un revolucionario en diversos ámbitos, por eso se gana la admiración, gana lectores que de por sí ya tenía, pero se vuelve un escritor muy admirado”, afirma Miranda y por ello entiende el júbilo que se desató en octubre de 1998 en México, cuando a seis de estar aquí le dieron el Nobel de Literatura.
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Las andanzas mexicanas del lusitano
La visita de José Saramago en marzo de 1998 a México, donde estuvo tres semanas, quedó en la memoria de varios escritores, académicos y periodistas cuyos textos se reúnen en el libro Saramagia. Testimonios y recuerdos sobre José Saramago en su paso por México, un material que podría haber sido una compilación de aproximaciones críticas a sus obras desde el ámbito estrictamente académico, sin embargo, Alma Delia Miranda optó por hacerlo más abierto, para que cupieran las voces de quienes lo conocieron, compartieron con él encuentros literarios y políticos, y estuvieron cerca de él o fueron sus amigos.
“Me pareció muy importante que para las generaciones presentes quedara muy claro este vínculo de Saramago con México, la gente de mi generación y mayor lo tiene claro, pero quería mostrar que Saramago es uno de los últimos fenómenos mediáticos que arrasó, sin Internet, porque cuando él llegó por segunda vez a México, en 1998, ya lo acompañaba la fama. Es un autor de reconocimiento literario, pero también famoso por sus posturas políticas”, señala.
Saramagia cubre la relación de Saramago con los intelectuales, Saramago con los periodistas, Saramago con su equipo editorial y Saramago y sus vínculos con la academia. “Algunas personas muy importantes para ese vínculo de Saramago con México ya no están, como Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis, que fueron clave en el viaje de 1998, cuando Saramago vino invitado por la Cátedra Julio Cortázar de la UdeG, pero también vino invitado a un coloquio que organizó Carlos Fuentes que se llamó ‘Una nueva geografía de la novela’, y además hubo una celebración por el aniversario de La región más transparente; entonces digamos que en ese viaje Saramago hizo vínculos con la sociedad mexicana debido a su apoyo a las víctimas de la matanza de Acteal, hizo vínculos con los intelectuales que lo recibieron muy bien, hizo vínculo con los periodistas y entonces sí hay verdaderamente una relación que no se dio con otras figuras”, afirma Miranda.
Saramago estuvo en 1998, cuando en Europa ya era un escritor famoso, sin embargo era “un Saramago circunspecto, serio, respetado, pero aquí es casi como una estrella pop”, dice Alma Delia. Ya luego llegaría el Nobel y volvería a México en 2000, luego en 2004 invitado por la UNAM, y su último viaje, en 2006. Pero la visita del 98 fue el parteaguas, “con México tiene ese vínculo aunque aún no hubiera ganado el Nobel, eso fue en marzo del 98; en octubre, cuando lo gana, parece que lo hubiera ganado un mexicano”.
Y por eso en ese “corresponder a la generosidad de Saramago con México”, en el marco del centenario de su nacimiento, la UNAM ha organizado varias actividades, desde la Cátedra que lleva su nombre; entre ellas el ciclo “Aproximaciones a José Saramago”, en coordinación con la Casa Estudio Cien Años de Soledad; el libro Saramagia. Testimonios y recuerdos sobre José Saramago en su paso por México, y la jornada de estudios afrolusobrasileños el 5, 6 y 7 de diciembre en Filosofía y Letras de la UNAM. El homenaje a Saramago desde su México, el país que lo hizo casi una estrella pop y un “galán de cine”, como lo describe Poniatowska.
HOMENAJE A SARAMAGO
Jornada de estudios afrolusobrasileños en la FFyL
Lunes 5 de diciembre: Conferencia magistral Carlos Reis, 11 hrs; y presentación de Saramagia, 12 hrs.
Martes 6 de diciembre: Conferencia “Premio Saramago” a cargo de Paulo José Miranda, 13 horas
Miércoles 7 de diciembre: Mesa Camões y contemporáneos, con Paulo Silva Pereira, José Manuel Santos Pérez y Lúcia Costigan, 10 hrs; Mesa Traducción, con Paula Abramo, Diana Alcaraz, Cristina Hernández Escobar y Leticia Goellner, 11 hrs; Mesa brasileña, con Mariel Salinas Serna, Julio Roberto Yustre Lemus, Paola Suárez y Armando Escobar, 12 hrs; y conferencia magistral de Burghard Baltrusch, 13 hrs.
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