En ocasiones, las criaturas que habitan mundos paralelos cruzan hacia la realidad conocida y, en ocasiones también, los personajes de esta realidad conocida son quienes atraviesan dichas fronteras o umbrales; mientras tanto, el lenguaje es la llave para llegar a estos umbrales, explica Roberto Abad (Premio Nacional de Narrativa Ramón López Velarde, 2018).
“Las palabras actúan como mediadoras de estos dos mundos que, de alguna manera, se intercomunican a partir de misterios. Pienso que lo que involucra estas dos realidades justo es el desconocimiento del otro mundo”, dice sobre Umbral (Universidad Autónoma Metropolitana, 2024), su libro más reciente de cuentos, el cual está publicado en la colección Molinos de Viento que, con los nombres de Francisco Tario, José de la Colina, Ignacio Padilla y María Baranda en su nómina, se ha vuelto una de las más importantes en la historia editorial de la UAM.
A través del regreso a ciertos tópicos del género fantástico (el vampiro, el sueño, la casa encantada, el manuscrito perdido...), Abad explora los umbrales metafísicos, a los que se puede acceder desde ciertos oráculos, como el Tarot y el I Ching; los umbrales literarios, a los que se llega a través del ciclo que un cuento cumple e, incluso, los umbrales conceptuales, que se encuentran en la línea que divide una pregunta de la respuesta: “A veces el umbral es el sueño. A veces el umbral es la Ouija. A veces, la conciencia o los libros”, continúa.
Lee también: "En el mundo se exacerba la violencia homófoba y contra el amor": Patrick Autréaux
Lo lúdico es otra parte fundamental de su exploración literaria. Cuando escribió su libro anterior, El hombre crucigrama, se dio cuenta de un factor que le interesa y “llegó a iluminarse con la escritura de ese libro”: el hecho de que en su propia literatura existen artilugios, mecanismos generadores de lenguaje. El crucigrama, por ejemplo, o la Ouija en el caso de Umbral.
“No hay nada que determine y brinde la certeza de que existe otro mundo, sino esa palabra que devuelve el tablero y abre una puerta para acceder, digamos, a una realidad paralela. Para mí fue un descubrimiento entender que el lenguaje es lo que determina que hay otros mundos. Uno puede aceptar que existen los demonios, el infierno y los fantasmas, gracias a esa palabra que te devuelve el tablero”, afirma.
Cuenta dos carácterísticas de dicho oráculo que involucran a Umbral. La primera es que en la camisa del libro hay un tablero de Ouija, que se desprende y pueden utilizar los lectores, ya sea como adorno, separador o portal hacia otras realidades; la segunda: para que exista la palabra que le da forma a esos mundos alternos debe haber una pregunta previa. Sobre esta premisa —el arte de las preguntas— como telón de fondo, empezó la escritura del libro: “Pensé en aquellos objetos a los que se les hacen preguntas y construí una suerte de libro que tenía que ver con estos objetos; a la vez, rescaté la dinámica de la Ouija. Mi objetivo central fue crear un libro-ouija”.
Con la Ouija como eje conceptual, escribió una serie de cuentos que indagan en otras formas de los tópicos de lo fantástico. Cuentos que beben de autores clásicos como W. W. Jacobs, Maupassant y Bioy Casares, y cuyo detonador es una pregunta inicial. Para la escritora boliviana Liliana Colanzi, Abad “resucita terrores antiguos y da nombre y forma a miedos contemporáneos”.
Lee también: “Viceversa”, la revista que contó la historia de los años 90