“Si esta casa es una obra en proceso que vale la pena, mucho le debe en ello a Antonio Deltoro, a quien hoy y siempre recordaremos con respeto, con admiración y con mucha gratitud. Hoy lo celebramos entre poetas que es la mejor manera en la que él desearía ser celebrado”, afirmó Miguel Limón Rojas, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM), en el homenaje al poeta Antonio Deltoro, fallecido el pasado domingo.
En la celebración a la poesía,m la enseñanza y la figura de Antonio Deltoro, realizada en la Casa Universitaria del Libro de la UNAM, que la Fundación organizó en el marco de celebración por sus primeros 20 años de trabajo y que iba a ser un homenaje en vida de Deltoro, pero con su muerte se convirtió en un homenaje póstumo, la comunidad de la FLM señaló que murió Toni “dejándonos la enorme tristeza de su ausencia pero también la enorme alegría de haber leído su obra y recibido sus enseñanzas”.
Antonio Deltoro fue tutor de 14 generaciones de poetas que pasaron por la Fundación, por eso Miguel Limón Rojas lamentó la muerte de Toni, y dijo que para celebrar estos 20 años de trabajo siempre pensaron en darle un reconocimiento por lo mucho que contribuyó a la construcción de esta casa, “Toni Deltoro fue una de las personas que desde los primeros años de existencia de la institución participó en ella trabajando al lado de los jóvenes con un fervor ejemplar, con una enorme dedicación, generosidad y gratitud.”
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La escritora Elisa Díaz Castelo recordó los poemas compartidos y leídos por Toni Deltoro que son poemas que la acompañan porque guardan su voz, “cuando quiero hablar con Antonio voy también a sus libros, con los años de lecturas y relecturas, en sus poemas he guardado algo mío, en ellos lo encuentro a él y me encuentro a mí misma; sus poemas se han vuelto con el tiempo ciudades secretas”, señaló Díaz Castelo, quien leyó “La costumbre de lo oculto” y afirmó que “la voz de Toni anida en sus poemas y la encuentro en una forma de mirar el mundo”.
“Me enseñó a cultivar el asombro, el equilibro delicado de esa alquimia bisiesta, me enseñó a mirar las cosas, de nuevo por primera vez”, afirmó Díaz Castelo, quien agregó: “Toni me enseñó a quedarme, a explorar el perfil del mundo”, porque dijo “la mirada de Toni cambiaba todo a su alrededor, tenía algo de hechizo, sabía tocar la realidad con los ojos”.
Pablo Molinet habló de la “mangitud de su huella” como gran poeta que dejó en los becarios de la Fundación, “las palabras que iba a decir antes de conocer la noticia de su muerte no hay cambiado: Antonio es un poeta vivo y vigente, Antonio Deltoro es un poeta mayor de Hispanoamérica, se lee en México, se lee en Madrid, se lee en Colombia, A Antonio no le hubiera querido una velada triste”.
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El poeta Christian Peña recordó momentos pasados con Antonio Deltoro antes y después de su paso por la Fundación para las Letras Mexicanas, encuentros que iban más allá de la enseñanza poética, más bien enseñanzas de vida. Aseguró que le enseñó ser una especie de tutor, director técnico o sabio chino me enseñó como al modo de miyagi, “te guiaba, te llevaba de esa manera” nunca dejaba de enseñarte, no dejaba de estar ahí”.
Por su parte, Claudia Berrueto, recordó su encuentro con Antonio Deltoro, todos los jueves “Antonio me enseñó a ser persona, pues una de sus más grandes prioridades siempre fue un hombre agradecido y para ello ha a escrito, para atender, para agradecer”, dijo la poeta, quien recordó su devoción por Antonio Machado, y “la advertencia del texto que peligra por sus virtudes y no por sus errores”. Por último apuntó: “mi querido maestro no ha hecho más que escalar en su escritura”.