Alrededor de las 4 de la tarde del domingo 24 de septiembre de 2017 un espantoso estruendo alertó a los habitantes de la colonia Guerrero . De inmediato se elevó una nube de polvo en las inmediaciones de la calle Lerdo, entre Luna y Estrella, donde se ubica la Parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles , un templo construido a finales del siglo XVIII que resguarda la imagen de una virgen aparecida en el agua que fue arrastrada hasta dicho predio tras una inundación.
Esa tarde, cinco días después del sismo del 19 de septiembre , se colapsó la mitad de la cúpula del templo —de unas 500 toneladas— y dejó a la intemperie un conjunto arquitectónico que padecía daños por humedad y filtraciones, y que hoy, a cinco años del suceso, vive la segunda etapa de su restauración que podría tomar tres o cuatro años más, si los recursos económicos y la voluntad de las autoridades culturales fluyen.
“Teniendo como 100% lo que se afectó por el sismo de 2017, ahorita estaríamos como a un 40%, más o menos, de avance. Sí, todavía nos falta un largo trecho”, dice el arquitecto Antonio Mondragón, director de apoyo técnico de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH .
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Asegura que realizan el saneamiento del Camarín, un anexo ubicado en la parte posterior de la nave con severos problemas de filtración y humedad. Espacio que servía para alojar una imagen de la virgen y resguardar sus vestimentas para las procesiones y celebraciones.
“Esta etapa comenzó en agosto y concluirá a finales de octubre. Siempre hay un lapso en el que se tiene que verificar los trabajos, hacer algunas correcciones, si es el caso, y nos podría llevar parte de noviembre”, afirma Mondragón, quien señala que en estos edificios las humedades son recurrentes y van disminuyendo la resistencia de los propios edificios, además generan el crecimiento de vegetación, microflora e incluso hongos y microorganismos.
Este templo es el mayor reto que atiende el INAH en Ciudad de México de patrimonio afectado por el sismo. “En el país hay otros edificios, sobre todo conjuntos conventuales que tienen un daño muy importante; pero aquí en la ciudad es el reto mayor porque esta cúpula es la segunda o tercera más grande de las que se construyeron en el periodo independiente, pero que tiene sistemas constructivos muy semejantes a los que se utilizaron en el periodo virreinal”, dice Mondragón quien considera que es un edificio con una arquitectura con muy buenas cualidades y con grandes posibilidades de restauración.
En agosto comenzaron la etapa de saneamiento de humedad del Camarín.
Lenta intervención
Vista desde arriba, las obras marchan bien; los trabajos que TAX hace en la superficie del Camarín avanzan; se aprecia la techumbre que cubre el fragmento de la cúpula que no colapsó y la estructura que la apuntala e impide la entrada de lluvias.
Trabajos que se hicieron en la primera fase que implicó “la estabilización y la protección de la cúpula central”.
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Mondragón señala que la estrategia de reconstrucción que definieron para este templo en el corazón de la Guerrero es la de trabajar “de la parte posterior hacia el frente del templo”.
Durante la primera etapa de la restauración, realizada en 2020, al templo le colocaron cuatro puentes con forma de cono, desde su base hasta el techo y el fragmento de la cúpula. “Toda la fábrica de mampostería del edificio está trabajando, pero estas estructuras metálicas en los arcos como en el casquete de la cúpula con una columna central y una serie de armaduras y cerchas, son un complemento; están ahí para auxiliar en caso de que hubiera un movimiento o una deformación”, dice el arquitecto que reconoce que ésta no es una intervención estructural.
Con base en el estudio realizado hoy saben que es posible restaurar las partes principales de la cúpula: el tambor, la base con los óculos, los grandes ventanales y el casquete de la cúpula con los mismos materiales con los que fue construido. “Hemos entendido que el mecanismo que originó el colapso no tiene que ver con una falla del sistema constructivo de estos elementos, sino que la linternilla que remataba esta cúpula, una analogía de una corona que era muy pesada”.
En el tambor utilizarán cantera de los remedios, también llamada cantera chiluca, resistente, sólida y con buena durabilidad. Y en el casquete utilizarán tezontle, del que estaba hecho. Para la linternilla aún no definen el material, todo depende del proyecto y los recursos financieros.
“En este momento hasta tener el proyecto de restauración de la cúpula, que se va a llevar mayor cantidad de recursos, sabremos la inversión total. Se ha estado haciendo uso de los recursos que estuvieron en el Fonden, después fueron trasladados a la Secretaría de Hacienda, que ha tenido unos mecanismos de operación distintos, pero de los cuales no nos hemos pasado”, afirma Mondragón, quien asegura que son los mismos recursos del Fonden (Fondo para la Atención de Emergencias) de 38 millones 140 mil 167 pesos.
Tras esta segunda etapa que concluye entre octubre y noviembre volverán al trabajo de gabinete y a la espera de empezar, en 2023, la siguiente etapa, que podría ser la de filtraciones del subsuelo, para al final dejar la cúpula, esa que hace cinco años echó abajo el sismo de 7.1 grados Richter.
ANTONIO MONDRAGÓN
Arquitecto del INAH
“En la Ciudad es el reto mayor, esta cúpula es la segunda o tercera más grande de las que se construyeron en el periodo independiente”
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