El 4 de diciembre de 2017, tras haberle caído encima la cúpula de su templo localizado en Izúcar de Matamoros, Puebla, durante el sismo del 19 de septiembre del mismo año, los fragmentos del ingresaron al Laboratorio de Conservación de Escultura Policromada de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH , en la Ciudad de México, en cajas que apenas superaban los 25 kilos de peso. Hoy el “Santiaguito” ya se encuentra estabilizado y con un avance del 85% en su proceso de restauración, ya está en su posición de cabalgata con sus 262 cm por 170 cm por 54 cm, y con casi 38.5 kilos de peso.

Hoy que se celebra su día, por quinto año el santo patrono no está en su templo; podría regresar a finales del año cuando concluyan el 15% de trabajo restante: recolocación de fragmentos, resane y reintegración cromática, un proceso que será largo por lo minucioso, pero también mientras construyen la réplica de su caballo, que fue imposible recuperar.

“Después de adherir toda la parte de los estratos decorativos, estamos en un proceso de resane; es estabilizar y reponer todos los faltantes de estratos preparatorios y de capa pictórica para que toda la superficie de Santiago quede uniforme… la última parte será la reintegración de color, para que quede la apariencia que tenía”, asegura Roxana Romero , restauradora líder del equipo de ocho profesionales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que tienen a su cargo la restauración del “ Santiaguito ”, que ya está en posición de cabalgata.

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La escultura policromada que data de finales del siglo XVII e inicios del XVIII, realizada en papel amate, con cañuelas de maíz y construida con pasta de maíz, entelados de lino y con policromía, resultó con severos daños durante el sismo del 19 de septiembre de 2017; sin embargo, a casi cinco años del suceso, ya está en su posición de jinete sobre una estructura hechiza.

ROXANA ROMERO
Restauradora del INAH
“El avance que nosotros consideramos es del 85%, ya estamos muy cerca de poder decir que ya vamos a acabar. El tema de la pandemia nos afectó”.

“El avance que nosotros consideramos es del 85%, ya estamos muy cerca de poder decir que ya vamos a acabar. El tema de la pandemia nos afectó y aunque no dejamos de trabajar, no podíamos venir ni tanto tiempo ni estar todo el equipo”, señala la restauradora quien asegura que “si se puede este año esperamos que ya se vaya a su comunidad”.

Romero Castro asegura que todos los procesos de restauración son lentos y dependen del material y de las necesidades de la pieza. En el caso de este “ gigante de papel ” hay muchos factores: la técnica, los materiales de manufactura, el tamaño de la pieza. Por fortuna contaron con decenas de imágenes que les hizo llegar la comunidad y a partir de ellas han podido reproducir exactamente la escultura.

El proyecto de restauración de Santiago Apóstol ha tenido dos grandes etapas. La primera era recuperar el volumen de cada una de las partes que conformaban el cuerpo, que al ser una técnica ligera y hueca la escultura se comprimió porque la pieza está elaborada a partir de papel, con tubos de papel huecos y aplicadas cañuelas de maíz y pasta de caña de maíz; “al ser hueco, con el impacto de la cúpula quedó completamente deformada, quedó rota, desmembrada. Estaba separada la cabeza, los brazos, las piernas, el cuerpo estaba completamente comprimido, era como un acordeón”.

Santiago Apóstol, el milagro tras el sismo
Santiago Apóstol, el milagro tras el sismo

Una vez que avanzaron en el proceso de volumen fueron revirtiéndolo poco a poco y controlando las condiciones de humedad y temperatura. “Después de aproximadamente dos años, logramos recuperar la forma de prácticamente todos los elementos; piernas, brazos, cabeza cuerpo con su tamaño definitivo, y luego pasamos a la parte del armado, porque no lo podíamos dejar despedazado. Se diseñó una nueva estructura, para poder tanto darle soporte a su cuerpo como para poder unir las piernas, los brazos y la cabeza al cuerpo y quedará en una sola pieza”, señala la restauradora.

Tras los primeros años en que la pieza se mantuvo separada y distribuida en cinco mesas del Laboratorio, decidieron unirla y desde enero está en su posición de cabalgata ayudada por un arnés que cuelga del techo. Ahí comenzó la unión de los fragmentos decorativos de la parte del torso o coraza . “Tuvimos que separar toda la decoración y trabajarla aparte… y después, ya que estaba todo unido, volverlo a colocar en su lugar”, afirma Romero.

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Con ayuda de un arquitecto le instalaron una estructura de madera realizada a medida. Lo que sigue es resane, pigmentación y colocación de hoja de oro en los puntos donde lo tenía. En esa parte el rostro es muy importante, “estamos terminando de colocar la parte del bigote y la barba, pero todo eso todavía se tiene que pulir, retocar y dar toda la forma que tenía”.

El “Santiaguito” ha sido un trabajo único y muy especial, además de cómo resolver el daño que sufrió y cómo revertir los serios deterioros y daños, fue lograr que la pieza vuelva a tener su forma, tamaño, colocación y pueda llegar de nuevo a Izúcar de Matamoros, cuando tenga la réplica del caballo, que mide 293 cm por 293 por 94 cm, ese es el siguiente reto. “El daño que sufrió fue tan severo que se fracturó completamente, sí se lograron algunos fragmentos de madera, pero desgraciadamente por ese nivel de daño no podemos volverlo a armar”, afirma.

Era muy riesgoso volver a unir los fragmentos de madera, podría quedar sin estabilidad estructural; lo que se determinó fue hacer una réplica. “Nosotros establecimos ese proyecto porque ese nuevo caballo tendrá de forma obligada que adaptarse a la forma que tiene Santiago y no al revés. Ya se hicieron las medidas de las piernas, en donde se apoya, cuál va a ser la forma de sujetarlo”, dice Romero.

Santiago Apóstol, el milagro tras el sismo
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La escultura está en su proceso de resane, pigmentación y colocación de hoja de oro. El equipo retoca y pule el rostro.

como parte del proyecto han desarrollado una guía para su conservación que entregarán a la comunidad junto con la imagen. Allí determinan cuestiones fundamentales para su conservación. “Es acordar con ellos cuáles son las mejores formas de colocarle los accesorios o sugerirles que los sustituyan por otros que no lo dañen, que no pesen tanto... sugerimos opciones: que sean telas ligeras o que no sean tan grandes; también le ponían un casco que esperemos que ya no se lo pongan, pero si sí tendremos que decirles de qué dimensiones, de qué materiales, que no tenga elementos metálicos, que no se les vaya a ocurrir perforarlo para fijárselo; igual con la espada decirles cuál es la menos pesada, cómo se le puede sujetar”, afirma la restauradora.

Incluso, evitar que la comunidad lo toque o ponga cerca floreros con agua porque la humedad le afecta. “Hay que hacer todas estas sugerencias de la indumentaria, de los accesorios, de las costumbres”, concluye Romero mientras observa la imagen que llegó en cajas y pesaba 25 kilos de fragmentos, papel rasgado y polvo y que hoy ya está casi listo para continuar su cabalgata.

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