Nada ha vuelto a la normalidad en la un templo emblemático del siglo XVI en la colonia Guerrero, que fue el inmueble histórico de la Ciudad de México más afectado por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Al menos —festejan los feligreses—, las misas y celebraciones ya se realizan en una pequeña capilla que ha sido adaptada en la sacristía o camarín, uno de las áreas que fue rehabilitada el año pasado; sin embargo, sigue pendiente la reconstrucción de toda la nave principal del templo y, por supuesto, la restitución de la cúpula de cerca de 500 toneladas que colapsó y que es el mayor reto tras el sismo.

Hace seis semanas arrancó la cuarta y penúltima etapa de reconstrucción de esta parroquia, con una inversión de 20.7 millones para atender el perímetro central (un cuadrángulo de unos 22 metros cuadrados), que implica, ahora sí, la intervención directa a la estructura histórica de la zona más dañada, que incluye la consolidación de los muros norte y sur, el análisis de la recimentación, el relleno de las fracturas verticales en los muros y la restitución de su costura para luego pasar a la consolidación de los arcos, de las pechinas y una vez concluida esta etapa, continuarán con la cúpula, asegura el arquitecto restaurador Antonio Mondragón, director de Apoyo Técnico de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El arquitecto encargado del proyecto reconoce que requerirán una quinta etapa (tras esta etapa a cargo la empresa Escoda, cuyo contrato concluye el 30 de diciembre), específicamente dedicada para restituir la cúpula octogonal con ocho vitrales en cristal templado alemán (tres fueron pérdida total), así como la coronilla que remata el templo, una corona de cantera de chiluca que simbolizaba la corona de la virgen de Los Ángeles, y que era representativa del paisaje de la colonia.

Leer también:

“Planeamos en esta etapa todo el trabajo de consolidación de los muros, seguir con los arcos del área central, que soportan o transmiten el peso de la cúpula a los muros y hacer el trabajo de consolidación del tambor, que es el primer cuerpo de la cúpula; es el que tiene estos grandes óculos circulares, donde van también vitrales. El gran objetivo en esta etapa es la restitución del tambor y los óculos. Sería un avance muy importante en la recuperación de la cúpula”, dice Mondragón.

En entrevista y durante el recorrido por el área central del templo, rodeados por estructuras metálicas que sostienen los arcos, la oquedad que dejó el colapso de la cúpula y que apoyan las columnas de la nave, el arquitecto señala que seguramente necesitarán una quinta etapa, “si es que en esta no logramos concluir la restauración de la cúpula”.

Uno de los grandes retos en estos años son los materiales de la cúpula. Se llegó a pensar que podrían ser sustituidos por unos más ligeros, sin embargo, parte de las actividades dentro del contrato con Escoda, dentro de esta etapa es justo esa definición: “de qué manera hacer la restitución de la cúpula y hasta ahorita podemos afirmar que vemos condiciones para utilizar los mismos materiales que tenía la cúpula, con la misma forma, porque pudimos ratificar que el colapso parcial no sucedió por una deficiencia en la calidad de los materiales o en la calidad constructiva, sino por factores como la deformación geométrica del edificio”, afirma Mondragón.

Aún está pendiente la reconstrucción de toda la nave principal del templo ubicado en la colonia Guerrero, pero ya se labora en ello. A la izquierda, una foto del mismo sitio en 2019, con poca intervención. Foto: Diego Simón y Archivo / EL UNIVERSAL
Aún está pendiente la reconstrucción de toda la nave principal del templo ubicado en la colonia Guerrero, pero ya se labora en ello. A la izquierda, una foto del mismo sitio en 2019, con poca intervención. Foto: Diego Simón y Archivo / EL UNIVERSAL

Lo que sí está por definirse son los materiales de la linernilla, que era bastante grande y pesada, y que con todos los sismos que ha sufrido desde su construcción a finales del siglo XIX se fue lastimando y agrietando.

“No hay una razón por la cual se tuviera que modificar el sistema constructivo, materiales o formas, podemos lograr una muy buena seguridad con estas características, y con introducir los mismos elementos que permitan un mejor comportamiento en los siguientes sismos; lo que no hemos definido son los materiales de la linternilla. Estamos justo en este proceso para reducir peso sin modificar volumen”, dice Mondragón.

Patrimonio en recuperación

El templo de Nuestra Señora de Los Ángeles es uno de los 148 inmuebles afecados por el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México, que aun están en proceso de reconstrucción con una inversión de 469.9 mdp y que la Secretaría de Cultura se ha comprometido a concluir este año. Compromiso imposible de cumplir y menos en esta parroquia que aun está en proceso de rellenar los muros, ayudados con una “costura” de piedra de tezontle e inyección de mortero; y de cantera de Chiluca, tezontle y un ladrillo hecho a medida, para la cúpula. Y que incluye la restitución de los ocho vitrales emplomados con figuras religiosas para los ocho óculos de la cúpula.

El arquitecto Arturo Balandrano, director de Sitios y Monumentos de la Secretaría de Cultura, desde donde se coordina el Programa Nacional de Reconstrucción en el rubro cultural, asegura que tras el sismo tres de los ocho gajos de la cúpula colapsaron y se perdieron tres de los vitrales —los otros cinco están resguardados—, pero se van a volver a colocar, “nuestros compañeros del INAH hicieron la investigación histórica y encontraron el nombre de la empresa, la buscaron en Alemania, todavía existe y afortunadamente la casa constructora tiene los modelos de los ocho vitralesy nos garantiza que pueden hacer las réplicas de los que se perdieron, a exactitud”.

A poco más de un año de que concluya la actual administración y cumplidos seis años del sismo, son visibles los trabajos pendientes: “El reto mayor es poder llegar a la restauración en la cúpula, en el tambor y en el casquete, pero para ello es indispensable, primero, consolidar muy bien la parte inferior”, afirma Mondragón, quien asegura que las etapas anteriores se enfocaron más a la estabilización, protección y a evitar que se incrementarán los daños por algún otro colapso, y a hacer los estudios necesarios para determinar la situación real del edificio y la manera en la que se debe intervenir. “Esta etapa es la intervención directa; ahora sí ya actuando en la estructura principal e histórica”.

Para Mondragón, en este edificio han intervenido los mayores especialistas, los mejores arquitectos e ingenieros. “Es una construcción de muy buena calidad, muy cuidada, muy bien atendida, con muchas condiciones desventajosas como el hundimiento del suelo, pero que se mantiene en pie”.

Foto: Diego Simón y Archivo / EL UNIVERSAL
Foto: Diego Simón y Archivo / EL UNIVERSAL

Leer también:

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.

Comentarios