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Durante 28 años, el Muro de Berlín separó familias, amigos y compatriotas durante la Guerra Fría en Alemania . La noche del 9 de noviembre de 1989 sucedió lo inimaginable, el muro cayó tras una serie de hechos políticos y sociales provocando la euforia de los alemanes y de ciudadanos de otras partes del mundo que se enteraban del suceso.
Solo días antes de este acontecimiento, los berlineses, tanto occidentales como orientales, mantenían la sensación de que esta muralla de 155 kilómetros de extensión era infranqueable e indestructible.
En la actualidad existen 241 trozos en 146 memoriales situados en más de 70 países, según la Fundación para la Reflexión sobre la Dictadura en Alemania Oriental. Más de 200 fragmentos se exhiben en memoriales como símbolo de compromiso con la libertad, uno de ellos está en el Museo Memoria y Tolerancia (MyT), en la Ciudad de México, y por primera vez fue restaurado.
Foto: Cortesía INAH
El Seminario Taller de Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo de la Escuela Nacional de Conservación Restauración y Museografía (ENCRyM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comenzó el estudio e investigación de la pieza en marzo de 2018 y en enero de este año su intervención in situ, en el atrio del recinto cultural.
El Fragmento No. 266
es un bloque rectangular de concreto armado, con peralte y base, que lo hacen mucho más resistente al impacto; un muro de cuarta generación cuya construcción comenzó a partir de 1976. De acuerdo con los estudios del equipo de la ENCRyM se comprobó que tuvo varias etapas constructivas: primero se hizo de blocks de tabique, y posteriormente, concreto reforzado con cables de acero.
Su altura alcanza los 3.61 metros por 2.20 de profundidad, contando la base en forma de “L” que recarga su peso en la parte posterior para darle firmeza; de ancho solo abarca 1.80 metros de los aproximadamente 155 kilómetros que midió completo, o los 45 kilómetros que correspondieron a Berlín. El concreto fue reforzado con armaduras de acero, ahora desnudas en partes por la fragmentación.
En algún momento, el gris de su cara frontal comenzó atenuarse con pinceladas de colores, pero hoy no es posible conocer la historia que se contaba en este lienzo de concreto de aspecto desolador. Los trabajos de restauración lograron reintegrar formalmente sólo algunas imágenes, detalló la restauradora Ana Lizeth Mata Delgado, responsable del proyecto de intervención del Fragmento No. 266 del Muro de Berlín que se encuentra en el Museo de Memoria y Tolerancia.
Foto: Cortesía INAH
Durante los análisis se pudo identificar hasta cinco aplicaciones de capa pictórica superpuestas, ubicadas en distintos puntos de la superficie del muro, explicó Mata Delgado, tras referir que pudieron determinar cuál pigmento se aplicó primero y las capas pictóricas subsecuentes, considerando a Therry Noir, el primero en realizar intervenciones pictóricas sobre la franja divisoria, cuyo inicio de actividad está registrado en 1984; por lo tanto, las fechas de las capas pictóricas frontales estarían datadas entre 1984 y 1989, comenta la restauradora.
Todas las capas pictóricas son sintéticas, principalmente vinilos y acrílicos. Una vez hechos los análisis correspondientes, los especialistas encontraron que uno de los principales problemas del bloque es el deterioro, sumamente importante, de la capa pictórica. La restauradora explica que la superficie de concreto no tuvo ninguna preparación, como la tiene comúnmente un mural: las capas de pintura fueron colocadas directamente sobre la superficie de concreto armado, lo que aunado a la acumulación de capas sobrepuestas y las condiciones de resguardo anteriores a su llegada al MyT, ocasionó severas escamaciones en la pintura.
El segundo daño en la pieza, dijo, se produjo por la corrosión de las armaduras de metal que conforman la estructura del bloque y que quedaron al descubierto desde que se destruyó el muro. La tercera afectación se debía a la presencia de microorganismos que se reproducían en la base de la pieza, identificados por la bióloga Iraís Velasco, del Laboratorio de Biología de la ENCRyM.
Mata Delgado detalló que la intervención requirió de un diagnóstico inicial, basado en análisis científicos y estudios de laboratorio; se tomaron muestras de microorganismos para determinar sus problemáticas y formas de eliminarlos; así como una investigación histórica del proceso de construcción y devenir del Muro de Berlín.
La intervención directa en la pieza inició con el fijado, usando adhesivos similares a la pintura en su composición química, aplicados mediante pincel y de manera muy local en cada una de las escamas que estaban desprendidas para readherirlas. Enseguida del fijado se eliminaron los productos de corrosión de los metales, así como los microorganismos que moraban en las partes baja y alta, con materiales determinados por el área de biología.
Como parte de los estudios realizados, se encontró que en los extremos laterales había desprendimiento de pequeños fragmentos de concreto, porque finalmente pertenecía a una barda, entonces se fijaron esas zonas con materiales específicos para no perder más trozos. En el aspecto arquitectónico , también se le hizo un estudio estructural para conocer su estabilidad.
Mata Delgado indicó que hasta ahora no existe una metodología para abordar la conservación de los diversos fragmentos del Muro de Berlín porque han tenido diferentes momentos de interacción con la gente, entonces es complejo decidir qué quitar y qué dejar; cada fragmento amerita un análisis exhaustivo de acuerdo a la problemática que presente. A no ser la East Side Gallery que se expone in situ , en Berlín, tampoco se tiene información concreta sobre quienes han intervenido los demás fragmentos.
Uno de los parámetros que se tiene como referencia y que ayudó a la intervención del Fragmento No.266 , dice, son las fotografías de cuando llegó a México; sin embargo y pese a la investigación hemerográfica aportada por el MyT, no existe mayor referencia o registro.
akc