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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
MEDELLÍN.— El Gabriel García Márquez que se descubre en los cuatro textos inéditos que ha dado a conocer la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Colombia, es un joven aprendiz de periodista que en sus ratos libres se mantiene firme con llegar a ser escritor. Así lo confirman los textos “El ahogado que nos traía caracoles”, “Olor antiguo”, ”Relato” y “Relato de las barritas de menta”, cuatro inéditos que ya apuntan la presencia del realismo mágico que luego el Nobel alcanzaría en todo su esplendor.
Los cuatro textos hallados y que dan cuenta del paso de Gabriel García Márquez de una narrativa menos “cachaca” a una más del Caribe, se despliegan en alrededor de 30 folios mecanografiados, varios de ellos con anotaciones de su puño y letra, y originales, que pertenecen al llamado Periodo Costeño de Gabriel García Márquez, ese que va de 1948 a 1953, un periodo del que se sabía pero del que no había mayores pruebas.
Esos folios inéditos que nunca fueron publicados —hasta donde ahora se sabe— forman parte de un archivo de 66 folios escritos por García Márquez que fueron adquiridos por la Biblioteca Luis Ángel Arango a principios de este año, a una persona cuyo nombre permanecerá anónimo, y que los tenía en su poder desde mediados del siglo pasado.
Sergio Sarmiento, a cargo de la investigación, detalla a EL UNIVERSAL que los trabajos que han realizado para verificar y situar las coordenadas cronológicas de los 66 folios que llegaron a manos de la biblioteca del Banco de la República. “Los archivos llegaron hacia febrero o marzo, ahí empezamos a hacer la investigación de qué es lo que había ahí, en eso nos llevamos seis o siete meses. Primero identificando, luego intentando hacer una datación cronológica para intentar situar dónde fueron escritos y cuándo fueron escritos, eso que nosotros llamamos las coordenadas de escritura de los documentos”, cuenta Sarmiento en entrevista.
El investigador colombiano asegura que tras esos dos primeros pasos de investigación, vino un tercer proceso: una investigación de estos documentos para saber qué son y qué representan dentro de la obra de Gabo. Lo que descubrieron fue un hallazgo que se presentó en el último día de actividades del Sexto Premio y Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, en Medellín, el pasado 5 de octubre, teniendo como testigo a uno de los dos hijos de Gabo, Rodrigo García Barcha.
Un periodo poco conocido. Estos documentos son de los más antiguos que se conservan de Gabriel García Márquez. Se trata de un primer periodo de su obra literaria, el Periodo Costeño que está entre 1948 y 1952, aunque incluso alcanzan 1953; Sergio Sarmiento asegura que “a través de la investigación que hemos hecho concluimos que todos los documentos debieron haber sido elaborados entre abril de 1948 y 1952”.
El investigador detalla que los valores son muchos: el archivo total se compone de 66 folios. Todos los folios son mecanografiados, originales, algunos de ellos con apuntes manuscritos y algunos de ellos son varias versiones de un mismo texto; todo esto nos permite ver qué estaba haciendo Gabo en ese momento, en qué estaba pensando cuando quería redactar el documento. Algo además muy importante es que todos los archivos son versiones previas a las publicadas. Eso es un valor adicional”.
Otra de las maravillas de estos documentos es que dejan ver las correcciones hechas de puño y letra de Gabriel García Márquez, algunas incluso manuscritas. “Entonces podemos ver las costuras de los textos de Gabo en su primer periodo, por primera vez, y nos permite ver cómo por primera vez está construyendo una serie”, apunta Sarmiento.
Las pruebas. Esos 66 folios que fueron adquiridos por la Biblioteca Luis Ángel Arango, se dividen en cuatro textos publicados y cuatro textos inéditos. Desde antes de su adquisición se hicieron pruebas para acreditar que fueron escritos por Gabriel García Márquez, pero desde que los 66 folios ingresaron al acervo de la biblioteca, se hicieron otras pruebas más. “Estamos seguros de que son de Gabo, por supuesto por normas técnicas le ponemos el término ‘atribuidas’, pero estamos seguros que son de él por las pruebas de las caligrafías que hicimos y ya mostramos”, describe el investigador Sergio Sarmiento.
El licenciado en Español y Literatura ha hecho el registro de toda la información desde que llegaron los 66 folios envueltos en un rollo, un poco descuidados. “Venían todos juntos, por eso el trabajo era identificar qué era cada uno de esos documentos”, dice Sarmiento, y señala que en este trabajo se han tomado en cuenta incluso los datos de la persona que entregó el archivo, aunque permanecerá anónima.
A las pruebas que han hecho se sumarán dos nuevos exámenes en la investigación para confirmar las hipótesis. “Nos falta una prueba con el papel, qué tipo de papel es y la acidez que tiene para mirar si coinciden los documentos con el nivel de oxidación de esa época; y la otra prueba que haremos, que ya es mucho más minuciosa y que sólo la aplicaremos en algunos de los folios, es intentar identificar la tipografía con la que fueron escritas, si fueron escritas con la misma máquina”.
Uno de los elementos que utilizarán para la datación es a partir de las dos máquinas de escribir que utilizaba Gabriel García Márquez tanto en Barranquilla como en Cartagena. “Algunos documentos nos dan pistas si está utilizando una Underwood, que es la máquina que utilizaba en Barranquilla, o si estaba utilizando una Remington, que es la máquina que utilizaba en Cartagena”.
Aunque Sarmiento asegura que los tipos casi que son exactamente los mismos, cambian los números, entonces éstos les han dado muy buenas pistas para situar los documentos. “En algunos casos los documentos no tienen números entonces ahí dudamos un poco y las pruebas complementarias nos confirmarán estas dudas que tenemos”.
Serán pruebas que harán en la Biblioteca Luis Ángel Arango, pero saben que es un proceso mucho más largo porque la comparación es más complicada en el sentido de que tienen que mirar cuál es el rasgo diferencial y encontrarlo para poder decir ahí si este documento fue escrito con esta misma máquina de escribir.
“Utilizamos la tipografía estándar de la época, de los dos tipos de máquina que utilizaba Gabo. Además, más allá de la tipografía, es comparar los rasgos propios de cada una de las máquinas que estaba utilizando aunque también existe la posibilidad de que escribiera en Cartagena con dos Remington diferentes y eso complica un poco la pesquisa que queremos hacer”, afirma el investigador.
En tanto, la prueba de ácidos que emprenderá la conservadora de la biblioteca, que es experta, contará con el apoyo del laboratorio del Archivo General de la Nación que cuenta con un laboratorio muy bueno en ese aspecto. “Eso será un poco complejo porque los archivos tienen que tratarse con muchísimo cuidado y nos toca mirar cómo vamos a hacer esas pruebas, la logística de si tenemos que llevar los archivos o sólo una parte”.
Esa investigación que ha llevado a certificar que se trata de materiales originales del Premio Nobel de Literatura, de su Periodo Costeño, el más temprano de su creación, y en el que ya aparecen menciones de una mujer fuerte que antes de llamarse Úrsula se llamaba Evangelina; y en los que además ya se siente en ellos el sabor del Caribe y aparece por vez primera la mención de la frase “cien años de la soledad”, dan un verdadero hallazgo porque nadie sabía de ellos, ni el mismo Gabriel García Márquez.
“Lo maravilloso de abrir las investigaciones al público es ver que las hipótesis pueden ser discutidas y pueden ser rechazadas, y esa es parte de la investigación. La preocupación de la biblioteca no es que nos equivoquemos, por supuesto lo hacemos con el trabajo más serio que se puede, pero si alguien nos puede contar que este folio fue publicado pues lo que hace es nutrir a la investigación”, afirma Sergio Sarmiento.