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Aunque la relación que guardan las cuevas mesoamericanas con temas de sexualidad y fertilidad ya han sido abordadas desde hace varias décadas, el antropólogo e investigador James E.Brady retomó recientemente un estudio realizado en 1991 por Doris Heyden, en el que se planteó que las cuevas, para muchas culturas mesoamericanas, guardan una estrecha relación con la figura femenina, específicamente con los órganos sexuales.
Esta relación, propuesta por Heyden en 1991 en un artículo titulado “La Matriz de la Tierra”, planteó que la relación que guardan las cuevas con los órganos sexuales es un asunto ligado meramente a la fertilidad. “Estas relaciones se observan en una amplia variedad de entornos mesoamericanos, destaco el Chicomoztoc, en el que es visto, en los análisis de Heyden, como el vientre de la tierra que dio la luz a la gente”, explicó Brady.
Vale la pena destacar que Chicomóztoc —que en español significa “El lugar de las siete cuevas”— es el nombre del mítico lugar de origen de diversos pueblos del Centro de México, entre los que destacan los xochimilcas, tepanecas, chalcas, tlaxcaltecas y mexicas. “Estas representaciones del nacimiento de estas poblaciones son del periodo Posclásico, hay que recordar los periodos”, señaló el también el arqueólogo.
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Brady explicó que las representaciones en vasijas anteriores al periodo Posclásico son otra de las evidencias de la relación de las cuevas con la fertilidad, pero en algunas de estas se puede observar aspectos más asociados con la sexualidad, especialmente con las relaciones sexuales entre hombres y mujeres.
“En otro artículo escrito por el investigador Jesper Nielsen y yo en 2006 mostramos la identificación de dos figuras en una vasija antigua de Honduras, a la que reconocimos como ‘La pareja primordial’. Interpretamos que la posición de piernas cruzadas que comparten las figuras indica que estaban involucrados en relaciones sexuales; es la representación de las piernas cruzadas las que refuerza nuestra interpretación, ya que, a lo largo del tiempo, el sexo se ha representado así en otras culturas”, detalló Brady.
Aunado a estos análisis, una de las evidencias más contundentes de la relación entre las cuevas mesoamericanas y la sexualidad es el hallazgo en 2012 de la cueva del Rey Condor, Oaxaca, la cual, posiblemente, data del periodo Preclásico, en la que se encontraron más de 40 esculturas de barro, de 1.5 a 3 metros de largo, que exponen algunas de las representaciones sexuales más explicitas del arte mesoamericano.
“La diferencia de las esculturas con la ceramica maya es que en estas últimas se representan mayormente a hombres; en las figuras de barro la representación de la mujer supera a la de hombres”, agregó Brady.
El investigador señaló que las figuras fueron representadas desnudas y boca arriba. “Entre los ejemplos mejor conservados, los genitales se muestran de forma prominente, en algunas figuras femeninas se observó que tenían las piernas abiertas, la vagina se representó con un orificio en la parte púbica de la escultura, con los labios vaginales acentuados”, ahondó.
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Brady indicó que algunas de las esculturas mostraron un bulto en el abdomen, lo que podría ser una referencia clara al embarazo y a la reproducción.
Una de las esculturas que más llamó la atención de Brady fue una que hace directa referencia a la cópula, en la que se observan dos figuras juntas, una encima de la otra, lo que mostró la relación que existió entre los antiguos pobladores de Mesoamérica con las cuevas y la forma en que se concibió a lo subterráneo como sitio de fertilidad.
El análisis de James E. Brady sobre la sexualidad en las cuevas se incluyó en el libro Exploraciones del mundo subterráneo (2022), editado por el arqueólogo Guillermo de Anda.