La Filarmónica de las Artes estaba lista para ofrecer el primer concierto sinfónico al aire libre en la Ciudad de México. Se llamaría “Concierto de la Esperanza” y se iba a llevar a cabo en el Teatro Ángela Peralta con un aforo al 30%. Estaría dedicado a las víctimas de Covid-19 y el programa a interpretar era Bolero, de Maurice Ravel, la Sinfonía Número 9, de Dvorak y Huapongo, de José Pablo Moncayo. Todo estaba listo para este sábado 20 de marzo. Un día antes, el viernes 19, la agrupación y los organizadores recibieron un oficio firmado por el director general de Desarrollo Social de la alcaldía Miguel Hidalgo, con el que se les notificó que debido a los lineamientos de protección a la salud “no se permite la realización de conciertos ni puestas en escena que involucren música en vivo”. Y que “por lo tanto y hasta el momento no se pueden realizar actividades en el Teatro Ángela Peralta hasta que las condiciones sanitarias y epidemiológicas mejoren, por lo que se solicita reprogramar dichos eventos”. La cancelación fue informada por la propia orquesta en sus redes sociales y hubo reacciones a favor y en contra. El público se preguntaba por qué se había organizado un evento sin contar con los permisos necesarios. Otros cuestionaron que los teatros al aire libre sí tienen permiso de operar. Otros agradecieron la cancelación porque, dijeron, aún no es tiempo. Otros apoyaron a la orquesta. Lo cierto es que hubo ensayos, hubo promoción del evento, hubo una organización previa, hubo una inversión —por ejemplo, todos se hicieron pruebas para Covid—. El teatro es responsabilidad de la alcaldía, ¿por qué se dio cuenta, de último minuto, que siempre no se podía? Los músicos llaman a analizar las medidas que limitan su regreso a los escenarios, pues, dicen, urge. El concierto, dijo la agrupación, se reprogramó para el 23 abril y aseguraron que compensarán “las molestias con un obsequio para degustar durante las funciones próximas”.