Los 21 especialistas del Proyecto Templo Mayor (PTM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dirigido por Leonardo López Luján, interrumpieron su trabajo por la pandemia de Covid. Era marzo de 2020. “Desconecten todo, cierren muy bien, que no queda ni una ventana abierta porque es posible que nos veamos, máximo, en dos semanas”, dijo el arqueólogo a su equipo.
El pasado 3 de noviembre, 19 meses después, se reencontraron, todos con una historia de dolor, de pérdida, de angustia. Por desgracia, no todos regresaron. “De Covid murió nuestro curador, nuestra bibliotecaria, un arqueólogo e investigador y tres oficiales de seguridad. Y en nuestras familias también hubo pérdidas, hay ausencias muy fuertes en cada uno”, dice López Luján.
López Luján no quiere abundar en el golpe de la pandemia a nivel personal y emocional. “Fueron muchos sentimientos”, dice casi como un suspiro. Retoma el volumen de su voz para ahondar en que si bien por 19 meses hubo inspecciones regulares para cerciorarse de que no hubiera inundaciones o que los sellos de las ofrendas no se abrieran por el paso del tiempo, al volver encontraron hierba crecida y gatos.
¿Y qué pasó mientras no pudieron trabajar en campo? Se convirtieron, dice, en “zombis”. El antropólogo Miguel Báez, jefe de departamento, organiza el Seminario del Templo Mayor que se realiza de manera presencial. Con las restricciones se mudaron a las videoconferencias y cada mes presentaron sus avances e hicieron reuniones de trabajo.
“Nuestro trabajo es colectivo, la ciencia y la arqueología son colectivos, ni uno de nosotros sabe todo, nos necesitamos unos a otros. Todos necesitamos, por ejemplo, a Jaqueline Castro, antropóloga física, experta en óseos humanos; a Belén Zúñiga, bióloga, y así cada uno. Fue difícil mantenernos unidos y seguirnos el paso”, recuerda López Luján.
Una de las ofrendas en las que se encuentran trabajando, a pocos centímetros de la ofrenda que contiene la hembra jaguar, está en su última etapa, en donde hay cuchillos de pedernal, esferas de copal y esqueletos de serpientes. “En la pequeña caja se encontraron dos cuerpos de gavilanes, vestidos con ornamentos de oro, concha de turquesa, como dioses guerreros, se hallaron 42 cuchillos, con los que se sacaban los corazones. Estamos ya sacando los objetos que quedaban, es la última capa. Estábamos un poco preocupados por ella porque tenía algunos objetos que si no se protegen bien, con el contacto con la atmósfera corrían el riesgo de volverse polvo. Claro, eso no pasó, se selló muy bien y cuando regresamos la encontramos intacta”, cuenta López Luján.
A un costado de la caja está la ofrenda 178, encontrada justo antes de la pandemia, que contiene la hembra jaguar. Han podido volver para seguir explorando todo lo que rodea al depredador relacionado con el inframundo y que es “acuático, oscuro y de fertilidad absoluta, antítesis del águila real, depredador celeste, masculino, seco y diáfano”.
“¿Ya encontraron la cola?”, pregunta López Luján. “¡Ya, ahí se ve en el huequito!”, responde. “¡Cuéntale ahora de la pata!”, revira el titular del PTM. “¡Ahí, donde se nota eso verde, es la patita del jaguar y eso verde es porque traía unas ajorcas cascabeles de cobre, pero ya se degradaron y lo que vemos es la mancha inequívoca de cobre! Y tiene mucho sentido con los otros hallazgos, con las águilas que tenían cascabeles de cobre. Los sacrificaban, les sacaban el corazón y luego los vestían como guerreros. Hemos encontrado lanza dardos, escudos, insignias de guerreros y luego los enterraban. Por allá vemos ya un atado de dardos y ya sacamos un lanza dardos, es decir, estaba armado”, explica Báez.
“¡Mira, Leonardo, ahí está!”, exclama Tomás. “¡Ya la vi, ya la vi, qué bonita!”, contesta López Luján. En sus voces está el júbilo y asombro inagotables de quienes se saben frente a lo increíble.
Hasta ahora han hallado 126 estrellas de mar y 230 corales, diversas especies de conchas. También descubrieron una ave chocolatera y tal vez una garra de un águila. “Podría haber un águila, pero aún no lo podemos precisar. Al pie del Templo Mayor sólo hay súper predadores: águilas, halcones, gavilanes, jaguares, lobos y pumas, animales asociados a la guerra, por eso están vestidos como guerreros”, explica Báez.
En el estudio de la ofrenda colabora el Instituto de ciencias del mar y limnología de la UNAM, por al gran contenido marino. Debajo del jaguar, prevén, habrá más capas con máscaras, ollas y más objetos. “En el otro depósito, donde están los cuchillos, sabemos que ya es la último porque ya encontramos arena. Creemos que tenemos todavía 30 centímetros para abajo”, dice Báez. Llegar al fondo de la 178 podría tomarles, por lo menos, dos años más.
Entre sus proyectos está una posible ofrenda debajo del bajorrelieve del águila real esculpido sobre una losa de tezontle rojo, hallado antes de la pandemia, pero que se dio a conocer en enero pasado. Mide entre 1.06m de largo x 70cm de ancho y debajo está hueco, por eso se cree que podría haber algo “muy interesante”.
Y muy cerca de la lápida se encontró un conjunto de mármol verde, que augura otra ofrenda. “Aquí han aparecido muchas ofrendas, la semana pasada levantaron esqueletos de serpiente. Justo en este lugar, a 45 metros, estaba la cúspide del Templo Mayor. Y en esta línea en la que trabajamos estaba la capilla de Huitzilopochtli y del otro lado la de Tláloc. En la religión hay una liturgia muy estricta, entonces todos los regalos a Huitzilopochtli están aquí, alineadas. Así que estamos al pie de la capilla, es el lugar más importante de todo el imperio, por eso hay tantas cosas”, explica López Luján.
Más adelante de la ofrenda 178, Andrés y Roberto, los hermanos Ruiz, excavan. Debajo de ellos hay la posibilidad de que exista una o más ofrendas. Para esa historia, falta todavía mucho.
Biólogos, arquitectos, conservadores, investigadores, diseñadores procesando en distintos niveles lo que se hace en excavación, desde limpiar objetos y almacenarlos, hasta hacer modelos de reproducción y diseñar las publicaciones de las investigaciones.
6 FALLECIDOS POR COVID entre ellos el curador, la bibliotecaria, un arqueólogo e investigador y tres oficiales de seguridad 126.
ESTRELLAS DE MAR, 230 corales y diversas especies de conchas se han hallado hasta ahora.
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