El coreógrafo y bailarín Raúl Tamez ha sido invitado a colaborar como coreógrafo de la Limón Dance Company (LDC), considerada una de las más importantes del mundo, fundada en 1946 por José Limón y Doris Humphrey.

Al director de la compañía Dante Puleio, cuenta Tamez, le interesaba colaborar con un coreógrafo mexicano. “Me escribieron para pedirme una pieza completa, les mandé la Novena Sinfonía y de pronto se hizo oficial. No podía creerlo. Es para mí una oportunidad realmente muy importante”.

Tamez, quien, junto con Rodrigo González, ha ganado dos Lunas del Auditorio por la creación del Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, y obtuvo el Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga, 2016, el más importante galardón para la danza mexicana, dice que viajará a Nueva York el verano próximo para la primera etapa de creación, luego volverá a inicios de 2022 para el estreno en Premier en el Joyce Theater.

Limón Dance Company es la primera compañía de repertorio de danza moderna de Estados Unidos y es apoyada por la Fundación de Danza José Limón con el propósito de perpetuar el legado del coreógrafo mexicano nacido en Sinaloa en 1908. Desde su fundación, la compañía ha estado a la vanguardia de la danza moderna estadounidense, su repertorio, que incluye obras clásicas, y piezas de coreógrafos contemporáneos, ha sido reconocida por múltiples premios y por la crítica.

De acuerdo con la doctora Margarita Tortajada Quiroz, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza (Cenidi Danza) del INBA, José Limón trabajó por la reivindicación del género masculino en la danza moderna, el desarrollo de una técnica específica de ejecución, así como la concepción de piezas coreográficas.

“José Limón es precursor de una técnica, junto con Doris Humphrey, que tiene unos principios que siguen muy presentes en la danza y que tienen que ver con la sublimación del peso; los bailarines todo el tiempo están buscando suspensión, esos pequeños segundos de eternidad suspendido en un salto o donde antes de caer deja una estela de movimiento que produce casi la ilusión de que está volando. Hablar de José Limón es hablar incluso de cuestiones filosóficas trasladadas a la danza y estas premisas siguen claramente en las piezas coreográficas de nuestro tiempo”, explica Tamez.

El coreógrafo, quien ha bailado en compañías como Ballet Independiente, el Ceprodac, y es catedrático de la Universidad del Claustro de Sor Juana, director de Pálido Teatro, dice que una gran característica de la compañía es su elenco.

“No estoy seguro de ser el único coreógrafo mexicano que ha colaborado, pero sí creo que soy de los pocos. Será la primera vez que trabajo con una compañía de esta índole: tiene un legado, una técnica, un lenguaje generado. Será un reto enorme. Ellos ya tienen códigos, será un reto respetar ese lenguaje y usarlo a mi favor. No quiero contradecir ni imponer, sino trabajar desde el lugar que han creado”, dice.

Y añade: “Las compañías de autor tienden a desaparecer, es de las pocas que se mantienen con apoyo y con audiencia. Hay cosas de la danza moderna que se han perdido, por ejemplo, la narrativa, una narrativa que tiene que ver con el teatro, con la creación de personajes, y esto se ha ido diluyendo; así como el manejo de las emociones; hoy hay una tendencia a la emoción, pero desde lo abstracto. Cuando desapareció el Ballet Independiente lo lamenté mucho porque las nuevas generaciones ya no verán el repertorio de Raúl Flores Canelo. En ese sentido, la Limón es una propuesta que te permite ver la obra de José Limón, pero también ofrece la obra de otros coreógrafos, ahora será la obra de un coreógrafo mexicano. Con acciones de este tipo se consigue que una compañía no pierda vigencia”.

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