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“Para mí no es el maestro Rafael Cauduro : para mí es la persona con mayor capacidad de asombro en mi vida, alguien que puede apreciar hasta los más mínimos detalles y que me enseñó a asombrarme con la complejidad de una arañita; él me decía: 'la arañita tiene una vida, está esforzándose mucho en hacerla'. Pensando en ese recuerdo, veo cómo él siempre luchó por lo que creía, por darle una voz a quien no la tenía”, comentó Elena Cauduro Pérez , hija del pintor Rafael Cauduro (Ciudad de México, 1950), durante la presentación de la muestra Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro), homenaje a los más de 50 años de trayectoria del artista mexicano y que abrirá sus puertas al público a partir de este jueves 24 de febrero en el Colegio de San Ildefonso .
Durante la presentación también estuvieron presentes Liliana Pérez Cano, coordinadora de la exposición y directora de la Casa-estudio Rafael Cauduro, y Alesha Mercado, curadora de la exposición; sin embargo, el gran ausente fue Cauduro mismo, quien, según señaló Pérez Cano, guarda la distancia por medidas precautorias frente al Covid-19 .
Pérez Cano, quien ha sido también esposa del pintor, comentó que la idea de realizar Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro) surgió hace tres años, cuando se planteó la realización de un homenaje por los 70 años de vida del maestro, por lo que comenzó a gestionarse el préstamo de las obras de los coleccionistas privados, para acercarlas al público:
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“Esta exposición es posiblemente una de las más importantes en la trayectoria de Cauduro; aquí van a encontrar piezas nunca antes expuestas que forman parte de su colección personal y algunas otras que no han sido presentadas desde 1995”. La muestra reúne más de 160 piezas del artista, apenas una pequeña parte, pues la obra entera, se calcula, rebasa las 800 piezas.
Presentación de Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro). Foto: El Universal / Germán Espinosa
Como indica Pérez Cano, “La obra de Rafael Cauduro forma parte del paisaje urbano y artístico de la Ciudad de México”, su trabajo puede observarse en los murales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Los siete crímenes mayores, 2009), en el edificio Cauduro de la Condesa (El condominio, 2014), o en el ajetreo diario del metro Insurgentes (Escenarios subterráneos, 1990).
Rafael Cauduro cursó Arquitectura y Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana, de 1968 a 1972, y sólo cuatro años más tarde, en 1974, participó en su primera exposición en la Casa del Lago de Chapultepec, aunque fue hasta 1984 que se realizó una muestra individual suya en Bellas Artes. Ahora, 28 años después, esta nueva exposición es una suma de las preocupaciones sociales, obsesiones y amores del pintor.
El nombre, Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro), según indicó la curadora Alesha Mercado, resultaría caprichoso, de no ser porque éste surgió al darse cuenta ella que “Rafael no tiene paralelo en el arte”. Nutrido de múltiples corrientes artísticas, pero sin adscribirse a ninguna, ha sido un creador que aprende conforme experimenta: “El maestro Cauduro es completamente autodidacta, que fue desarrollado un estilo completamente propio, y que es muy meritorio; creo que tiene un gran lugar en la historia del arte mexicano”.
La exposición está dividida en seis secciones que inician por los pasos de Cauduro en la caricatura durante sus primeros años de carrera, para posteriormente observar su preocupación por el paso del tiempo en “Huellas”. Para Alesha Mercado, Cauduro es un pensador de la condición efímera de lo humano: su obra retrata el deterioro, desde la evocación al prehispánico tzompantli —altar donde se colocaban cráneos humanos—, hasta los paisajes urbanos con muros y carteles roídos por el correr del
tiempo; desde el simbolismo de los trenes como espacios donde la vida en todo su esplendor trágico sucede, hasta cada uno de los múltiples personajes que pueblan su obra y que guardan en sus semblantes actitudes a veces dolorosas, a veces pasionales, como los habitantes del núcleo pictórico “Periferias”, en el que Cuaduro interpela su formación religiosa, oponiendo cuerpos dolientes a modelos de Cavin Klein, o ángeles con rostros lascivos como emisarios de un dios vengativo en pasajes inspirados en la destrucción de Sodoma y Gomorra. Por otro lado, sus sentimientos más íntimos los observamos en las piezas que integran “Resquicios”, que van del erotismo a la ternura, y entre las que destaca una pintura de Liliana Pérez Cano embarazada, aunque su rostro es reconocido en más de una evocación de la belleza femenina.
Otro de los ejes que atraviesa la obra de Cauduro es la vulnerabilidad y la necesidad de reconocernos como seres sociales que dependemos los unos de los otros, visible en la sección “7 capítulos”. Como dijo Elena, los temas que impactan la obra de su padre son aquellos por los que ahora se lucha para que sean visibilizados: la trata de blancas, la discapacidad, la migración, la injusticia: “Esta exposición es tan importante para mí porque representa la forma en la que crecí, la forma en la que mis papás me educaron y me hicieron ver la vida; para mí, esta exposición es ver a mi papá hablando, gritando lo que piensa en la manera más cruda y pura posible”.
Presentación de Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro). Foto: El Universal / Germán Espinosa
La estética de Cauduro es árida, recrudecida por las láminas oxidadas que sirven de bastidor para su creación. Al respecto, Pérez Cano comenta que Cauduro es “un alquimista de la materia para hacer arte”, pues ha experimentado con múltiples materiales y texturas novedosas como los óxidos, resinas, la espuma de poliuretano y la creación de una nueva técnica en vidrio; asimismo, las láminas de metal oxidado son su lienzo predilecto, puesto que en él ha podido reflejar una de sus obsesiones que rozan lo metafísico: el paso del tiempo reflejado por la obra de arte en sí misma, lo que podría señalarse como una postura paradójica y contradictoria frente a uno de los grandes paradigmas artísticos que tenían como fin la eternización a través de las obras, y cuyo contenido evidencia también otra de sus preocupaciones: la ecología, que Mercado señala como una constante recalcitración en el porvenir y el retrato de los fósiles del futuro, ese vestigio que quedará de la presencia humana en el mundo.
Entre las peculiaridades de esta exposición resalta “El estudio del artista”, en el cual se recrea el espacio creacional de Cauduro con herramientas originalmente empleadas por él: pinceles, caballetes e incluso un sillón, para que el asistente pueda observar el espacio que el pintor habita en su día a día y que es también el laboratorio de sus grandes trabajos. Asimismo, Mercado comenta que un gran aporte son también las piezas inconclusas, pues en ellas pueden observarse, a manera de disección, los diversos procesos que han involucrado a Cauduro, y cómo éstos conatos pueden ayudar a vislumbrar la realización de otras grandes obras, de las que también hay bocetos, como es el caso del mural Los siete crímenes mayores.
“Mucha gente califica a Rafael como un artista hiperrealista, y a él no le gusta, porque siempre me dice: '¿cuál hiperrealista? ¡Yo soy un mentiroso! Hiperrealista, la naturaleza; yo soy un maestro del engaño'” finalizó Mercado.
Presentación de Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro). Foto: El Universal / Germán Espinosa
La muestra Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro) no se extralimitará al Colegio de San Ildefonso, sino que habrá una serie de talleres y conferencias que ahondarán en la bastedad de la obra de Cauduro, entre otras: “La creación del mural de El Condominio” de Antonio Cordero; “La discapacidad el motor de la cultura”, por Jorge Font; “Cauduro y los cautiverios”, por Marisa Belausteguigoitia , que analiza un proyecto realizado con las presas de Santa Martha Acatitla; “La ópera de Cauduro”,por Gerardo Kleinburg. Por otro lado, también estará la Ruta Cauduro, en la cual se podrá visitar la obra del artista en los distintos recintos de la Ciudad de México.
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“Ojalá ustedes puedan ver a través sus obras; a través de nuestros ojos”, finalizó Elena, hija y representante del pintor.
Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro) se ha logrado gracias al apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México; la Casa-estudio Rafael Cauduro, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, EFIARTES y Fundación Alsea.
La muestra estará en San Ildefonso a partir de este jueves 24 de febrero y hasta el 26 de junio. Se podrá visitar de jueves a domingo en un horario de 11.00 a 17.30 hrs. Para más información, visite el sitio: http://www.sanildefonso.org.mx/expos/cauduro/
melc