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Rafael Cauduro (Ciudad de México, 1950) falleció este sábado 3 de diciembre, informó la Suprema Corte de Justicia Nacional y su presidente, el ministro Arturo Zaldívar.
En marzo, el artista ya había dicho a EL UNIVERSAL que tenía problemas de salud: “Me gustaría seguir creando, pero por salud puse en pausa mi carrera como artista.
Cauduro buscaba poder trascender a través de su arte. Él consideraba que sus pinturas eran una “arqueología entre la vida y la muerte, las huellas del paso del tiempo no son otra cosa que gritos y exequias de: ‘aquí estuve’, ‘existí’, ‘fui parte de’, todo eso para darnos consuelo y sentir que aún estamos vivos”, dijo el autor de más de 800 obras.
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“Mi padre fue el gran mentor del arte en mi infancia, siempre nos mostraba el arte clásico, de Giotto a Tiziano; en casa todos sabíamos dibujar muy bien, mis hermanos, arquitectos, también marcaron un camino para mí”, contó el artista en esa misma entrevista.
Cauduro estudió Arquitectura y Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana, de 1968 a 1972, y sólo cuatro años más tarde, en 1974, participó en su primera exposición en la Casa del Lago de Chapultepec, aunque fue hasta 1984 que se realizó una muestra individual suya en Bellas Artes.
Inició su carrera en la caricatura, para después abordar a través de la pintura sus intereses como su preocupación por el paso del tiempo, la condición efímera de lo humano, el erotismo, la vulnerabilidad y la necesidad de reconocernos como seres sociales que dependemos los unos de los otros.
“Todas las personas merecemos vivir con dignidad, de ahí parten muchas de mis creaciones. Cuando pinto, me interesa poner a la persona al centro, mirarla en su condición humana, no solamente como un o una modelo que está ahí para llenar una necesidad”, contó Cauduro.
En sus obras interpela a su formación religiosa. “Mis padres eran sumamente religiosos, esto hizo mella en mi educación”, explicó.
“Descubrí por intuición que yo era pintor y, al asumir mi vocación, cambió mi vida y mi forma de ver la realidad. El arte nos educa, nos enseña con sutilezas, contornos, claridades y oscuridades, nuestra fragilidad; es la voz de lucha, los reclamos de aquellos a los que los desilusionaron, violentaron o hirieron, es conducto de movimientos sociales. Todo en una sola expresión”, dijo a esta casa editorial.
Entre las obras más destacadas de Cauduro se encuentran los murales que se encuentran en la Suprema Corte de Justicia (“Los siete crímenes mayores”, 2009), en el edificio Cauduro de la Condesa (“El condominio”, 2014), y en el metro Insurgentes (“Escenarios subterráneos”, 1990). Aunque hizo más que muralismo, pues fue un artista versátil que trabajó las técnicas de giclée, escultura, obra de gran formato, vidrio, caricatura y dibujo.
Tuvo exposiciones en el Palacio de Bellas Artes (1984), en el Museo de Arte Moderno (1991), en el Museo Casa Diego Rivera, durante el Festival Cervantino de 1992 y en el extranjero como en la Alex Rosenberg Gallery, Nueva York, en 1985. Su última muestra fue de febrero a junio de 2022, titulada “Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro)”, homenaje a los más de 50 años de trayectoria del artista mexicano, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
“Para mí no es el maestro Rafael Cauduro: para mí es la persona con mayor capacidad de asombro en mi vida, alguien que puede apreciar hasta los más mínimos detalles y que me enseñó a asombrarme con la complejidad de una arañita; él me decía: 'la arañita tiene una vida, está esforzándose mucho en hacerla'. Pensando en ese recuerdo, veo cómo él siempre luchó por lo que creía, por darle una voz a quien no la tenía”, dijo en la presentación de esa muestra su hija Elena Cauduro Pérez.
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ayef