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Vinculación cultural, dirección de la Secretaría de Cultura que tiene en sus manos la ejecución de uno de los programas prioritarios culturales de este sexenio, Cultura Comunitaria, inauguró el 1 de enero una suerte de consulta pública, casi una mano alzada digital. En la cuenta oficial de Facebook de la oficina a cargo de Esther Hernández publicaron la pregunta: ¿Qué propones para descentralizar la cultura?, con la etiqueta #ParaReflexionar. En menos de 24 horas, los usuarios publicaron poco más de 100 comentarios y compartieron la pregunta 85 veces. Las propuestas fueron muy variadas y muchas de ellas especializadas en el sector. Por ejemplo, plantearon impulso y desarrollo de empresas creativas, exención fiscal para los artistas, seguimiento de los diagnósticos realizados en las milpas culturales, más convocatorias para proyectos culturales, ampliar la oferta cultural en los estados, apoyar las casas de cultura estatales y municipales, dar más recursos a los estados, apoyo a las producciones estatales, entre otras. Hubo también quien pidió que, ahora sí, la Secretaría de Cultura se mude a Tlaxcala. Otros cuestionaron la pertinencia de esta llamada y la calificaron como “no seria”, es más, hasta “mal planteada”. En pocas horas, Vinculación Cultural dio por cerrada la “conversación” y escribió: “Muchas gracias a todas y todos por ser parte de esta conversación. Estas respuestas soy muy valiosas para la Dirección y nos servirán para seguir trabajando por el verdadero cambio. Saludos para todas y todos”. A lo largo del año pasado escuchamos a los funcionarios hablar de “puertas abiertas”, de “diálogos”, “de escuchar a todos”, pero lo cierto es que hoy muy poco se sabe sobre cómo lograron canalizar y concretar las ideas que la comunidad cultural planteó desde los meses de transición; poco se sabe acerca de cómo sistematizaron las consultas que se realizaron tras el escandalazo con el Fonca. La Dirección de Vinculación Cultural tiene 637 millones de pesos para 2020, de los cuales 600 se destinarán a Cultura Comunitaria, y tiene también los 150 millones del Programa de Apoyos a la Cultura que se designan a partir de convocatorias. Está muy bien que abran la puerta y que escuchen y dialoguen, pero el verdadero reto es dejar a un lado la simulación y la ocurrencia. Por cierto, ¿y el Plan Nacional de Cultura para cuándo?