Doha, Qatar. —En el calendario del arte hay ciudades que se convierten en el punto de encuentro de artistas, curadores y directores de museos, por ejemplo Venecia, cada dos años, con la Bienal de Arte; Londres, con Frieze, que se lleva a cabo cada octubre, o Miami, cada diciembre con Art Basel. En este caso, quien se posiciona por apropiarse de un espacio cada otoño es Doha, Qatar, con la presentación de las exposiciones de temporada que presenta Qatar Museums, entidad del gobierno que administra los museos del país.
Hans Ulrich Orbist, crítico de arte y director de Serpentine Galleries, asistió para participar en un conversatorio; Adriano Pedrosa, director artístico del Museo de Arte de Sao Paulo y curador de la Bienal de Venecia 2024, se sumó a los recorridos de exposiciones, y por ahí se vio salir a Jeff Koons, muy casual, del Museo Nacional de Qatar.
“Ah sí, siempre anda por acá. ¡Todo el mundo está en Qatar!”, afirmó una persona que trabaja en Qatar Museums. Ese es el nivel de convocatoria que en pocos años ha logrado este país árabe.
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Desde 2008, el emirato trabaja bajo la guía del proyecto Qatar National Vision 2030, donde se dictan una serie de estrategias para alcanzar metas como prosperidad, diversificación de su economía y liderazgo político. Para esto el deporte, el arte y la cultura son cruciales. Proyectos similares han emprendido sus vecinos Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, aunque el primero aún se siente encerrado en sí mismo; mientras que el segundo, si bien apuesta por la cultura, se ha dado más a conocer en Occidente en los campos de tecnología y turismo de lujo, en lo que se termina de construir el distrito cultural de Saadiyat en Abu Dhabi, que ya incluye una sede del Louvre y falta una del Guggenheim —anunciado desde 2007 y que tras varios retrasos ahora sí se dice estará para el 2025– entre otros museos y salas de concierto.
Si se mira bajo el lente de la competencia, Qatar ha sacado ventaja en un corto plazo, no sólo ya tiene un mundial de futbol bajo su currículum, sino que sin necesidad de recurrir a la compra de franquicias de museos ha logrado establecer una buena reputación internacional con sus propios recintos. Además, a través de su propuesta cultural Doha hace más que decir que es capaz de tener arte de prestigio, sino que también comunica sus intenciones políticas a través de su gestión del arte y la cultura.
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Líder de región
Los tres museos más importantes de Doha, el Museo Nacional de Qatar, Museo de Arte Islámico (MIA, por sus siglas en inglés) y el Mathaf (Museo árabe de arte moderno) presentan exposiciones sobre arte de Pakistán, Marruecos y el orientalismo en general, respectivamente.
No es casualidad que Qatar —país fundado en 1951, que mide poco más de 11 mil kilómetros cuadrados, aún más pequeño que Querétaro— difunda la historia y arte de la región, sino es una acción que va acorde a su misión de ser intermediario neutral de la región, una que asumió en la década de los 90, cuando se alió con Estados Unidos.
Dos años es el tiempo que llevó a Caroline Hancock, curadora Senior de arte moderno y contemporáneo del futuro museo Art Mill, y a Zarmeene Shah, curadora independiente pakistaní, la investigación y curaduría de la exposición Art and architecture from Pakistan 1940s to today, en el Museo Nacional de Qatar.
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Es la primera exposición que traza ocho décadas de arte y arquitectura de Pakistán y el reto, aseguran, fue rastrear la historia a través de archivos en un país donde no se tiene la concepción de conservar documentos históricos. “Íbamos a las casas de personas que ni sabían que tenían un documento importante en su armario”, contó Shah.
El MIA presenta un “paisaje” de Marruecos en Splendours of the Atlas: A Voyage Through Morocco’s Heritage. A través de fotografía, indumentaria, objetos arqueológicos y piezas históricas cuentan la historia del país.
Seeing is believing: the art of influence of Gerôme, en el Mathaf, es una muestra que se suma a la tendencia de revisar la forma en la que los países europeos representaron a habitantes de otras latitudes. En este caso se analiza la visión de orientalismo del francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904), se compara con fotografías históricas de pobladores de la región y dialoga con visiones del orientalismo según artistas locales.
No es la primera vez que Qatar deja ver que tiene interés en el arte de la región, pues durante la Bienal de Venecia de este año, Qatar Museums llevó al Palazzo Franchetti una magna exposición de videoarte y cine de creadores de la región.
Su lugar en el panorama occidental
Qatar también trabaja para estrechar lazos con Occidente y hacer ver que no está tan aislado como podría parecer.
Esta semana Qatar Museums presentó una instalación de arte del estadounidense Rashid Johnson (Illinois, 1977) que se titula Village of the Sun.
La pieza, que consiste en cuatro murales de mosaico de cinco metros de alto que se intersectan al centro, se encuentra en un parque, en medio de dos mezquitas. Johnson dice que ve a esta, la obra más grande que ha hecho en su carrera, como un reloj de sol sin función.
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“Es una pieza sobre la ansiedad, un tema que me interesa a mí. En Qatar me dieron agencia libre, por lo que no tuve la intención de hablar deliberadamente sobre algo del contexto de Qatar. Lo pensé como un pabellón. La oportunidad de estar en espacio público es un privilegio”, dijo el creador.
Así es como el artista, cuyas obras forman parte de importantes colecciones como la del Museo Whitney, el MoMA y el MET de Nueva York se sumó al ambicioso programa de arte público de Qatar Museums en el que también se encuentran obras de Jeff Koons, Richard Serra, Damien Hirts, Olafur Eliasson, Louise Bourgois, Kaws y Jean Michel Othoniel.
“Está expandiendo sus horizontes lo más posible y se han puesto como contribuyentes globales. Creo que es muy dinámico y los recursos se han puesto a trabajar para que Doha pueda ser un centro de arte contemporáneo”, es la visión de Johnson sobre las acciones que hace este país árabe en el ámbito cultural.
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¿Y los artistas locales?
Tras una semana de recorridos en museos, una pregunta se mantiene en la mente: ¿quiénes son los artistas qataríes más importantes? Tampoco es que los nombres de artistas locales estén ausentes, pero sí se pierden en el mar de creaciones regionales y de artistas occidentales. Parece que ese es el punto débil del proyecto cultural de Qatar, si es que dentro de sus objetivos no sólo está atraer al mundo a su país, sino también llevar a Qatar al mundo.
Mientras, el país se regodea del éxito que ha sido la labor de Qatar Museums y está orgulloso de estar posicionándose en el panorama de arte internacional ya sea por su innovadora arquitectura, los esfuerzos académicos detrás de sus exposiciones o sus pintorescas obras de arte público al grado que ha lanzado su propia edición de Monopoly. En el juego de comprar arte para afianzar su poder, Qatar va ganando.