Una de las últimas voluntades de LEGOM (Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio), la publicación de una antología de sus mejores obras, se concretó en días recientes.
Fue en 2022 cuando, ya muy enfermo, le encomendó el proyecto al dramaturgo Enrique Olmos de Ita. "Es fundamental que el teatro de LEGOM se relea desde su ausencia, que se verifique qué textos siguen vigentes y cuáles ya pasaron de moda; que, más allá de lo polémica que fue su figura, la obra transite sola en la larga noche del teatro mexicano", afirma Olmos sobre esta coedición de la Secretaría de Cultura federal, a través del Centro Cultural Helénico, con la Secretaría de Cultura de Jalisco y el gobierno de Querétaro.
Uno de los mayores retos, a la hora de seleccionar y compilar, fue dar con las últimas versiones de los textos. LEGOM, explica Olmos de Ita, reescribió todo el tiempo: "Estuve navegando para encontrar las obras más recientes porque había muchas versiones. Un trabajo para el que necesité paciencia y el contacto con aquellos a los que LEGOM les envió sus textos".
Si bien, la selección no incluye las obras publicadas por la Universidad Veracruzana porque "requieren una producción enorme, muchos actores, y el teatro mexicano vive en una absoluta y continua precariedad", el tomo incluye casi treinta textos. "Está lo que yo considero lo más importante de LEGOM: primero, su parte más satírica, las obras que lo dieron a conocer, De bestias, criaturas y perras y Las chicas del tres y medio floppies; luego, textos que lo consolidaron un poco más y le dieron muchísimo auge en su momento, como Odio a los putos mexicanos y Sensacional de maricones. Le siguen algunos textos más recientes, por ejemplo, Cosas raras, que ganó el Premio Nacional de Dramaturgia para Infancias hace unos años".
El primer LEGOM, continúa Olmos de Ita, es el más divertido, sarcástico y políticamente incorrecto; el menos apegado a ciertas tradiciones que lo habrían circunscrito a un canon o una escuela. "Yo creo que nadie esperaba a LEGOM en el panorama de la literatura dramática mexicana. Entre el cambio de siglo están Gerardo Mancebo del Castillo, el primer autor que nadie esperaba en el nuevo siglo, el primer raro, y luego viene LEGOM. Da la sensación de que a ambos les faltó tiempo para escribir nuevas obras. Digo que nadie esperaba a LEGOM porque no pertenecía a ninguna escuela de dramaturgos. No fue alumno de Carballido ni de Héctor Azar o Juan Tovar. Tampoco venía del teatro de Margules, Gurrola o Luis de Tavira; entonces, LEGOM no estaba en el panorama. En esa primera parte, sus obras irrumpen muy bien. Luego llega la consolidación, cuando LEGOM muestra una técnica depurada, con personajes complejos, sin dejar de lado su sentido del humor y los temas sociales. Por último, hay un LEGOM experimental, autor de obras cortas para públicos específicos, piezas menos canónicas que, a veces, podrían parecer, incluso, ejercicios de escritura".
LEGOM dejó, en otras palabras, una escuela de dramaturgia sin maestro: "Nos enseñó el camino para hacer teatro sin estar atados a las fórmulas escénicas del siglo XX. Generalmente, para que el trabajo de los dramaturgos fuera visto, tenían que estar cobijados bajo la sombra de un gran director. LEGOM rompe con eso. También es cierto que nadie había escrito con su lenguaje. Puede gustar o no, pero la forma en la que sus personajes hablan fue inédita en la literatura dramática mexicana".
LEGOM —abunda el también dramaturgo— planteó la necesidad de un teatro que no estuviera atado a las convenciones, las modas y lo políticamente correcto: una ruptura con el teatro que alecciona y es incapaz de incomodar al espectador; un compendio de obras que se sostienen más allá del director en turno y, además, entretienen al público.
"Más de la mitad de su vida estuvo enfermo, así que era un tipo que se reía mucho de sí mismo. La honestidad, si alguien sabe cómo reírse de la propia desgracia, hace que sea más fácil hacer que los demás se rían. En el teatro mexicano hemos perdido ese sentido de la comedia. En la cartelera actual, la risa está en el teatro comercial. Es difícil ver buenas comedias en el teatro más cultural o con aspiraciones estéticas, por decirlo de alguna forma".
"El teatro mexicano vive en una zona de confort y endogamia. El teatro para infancias y jóvenes es distinto, pero el teatro para adultos vive en una zona de confort evidente. Lo que LEGOM hizo fue sacudir ese lugar y, al mismo tiempo, provocar que mucha gente escribiera con este ánimo. Era un gran incentivador de poéticas. Tras su muerte, queda una sensación de que la comedia tardará en arraigarse otra vez en el teatro mexicano. El sentido del humor perdió a su gran prócer", concluye.
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