La influenza aviar es una enfermedad infecciosa causada por el virus A(H5N1), el cual pertenece a la familia Orthomyxoviridae y afecta a todas las aves (de corral o silvestres).
Desde hace algunos años se sabía que este virus podía pasar de las aves a diferentes mamíferos, entre ellos los humanos, los zorros y los lobos marinos; sin embargo, desde el 25 de marzo de 2024 se sabe que también es capaz de afectar al ganado bovino, pues ese día se notificó por primera vez un brote de influenza aviar en vacas lecheras en varios estados de Estados Unidos.
Pero no sólo eso: el 1 de abril de este año se registró el primer caso de gripe aviar en humanos en dicho país. Se trata de un hombre que trabajaba en uno de los ranchos lecheros donde se encontró el virus A(H5N1) y que fue contagiado por una vaca enferma, aunque únicamente presentó irritación de los ojos y no el cuadro respiratorio asociado por lo general a este virus (tampoco la vaca que lo contagió, ni las demás vacas enfermas desarrollaron una infección grave). Cabe añadir que desde entonces se han detectado otros dos casos en humanos en el vecino país del norte.
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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la influenza aviar en humanos puede ocasionar desde una infección leve de las vías respiratorias superiores, con fiebre y tos, hasta neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, shock e incluso la muerte; es decir, el virus A(H5N1) puede ser de alta o baja patogenicidad.
Los casos de influenza aviar en humanos han sido esporádicos, pero muy graves. Hasta la fecha no se ha visto que esta enfermedad se transmita entre humanos. Con todo, el virus A(H5N1) podría experimentar ciertos cambios genéticos que permitirían su transmisión de persona a persona y, por lo tanto, el surgimiento de un escenario potencialmente peligroso.
Cambios genéticos
El virus A(H5N1) ya pasó de las aves a las vacas lecheras y está ocasionándoles algunos problemas de salud más bien leves, entre ellos una infección en las glándulas mamarias, lo que perjudica la producción de leche; y como posiblemente experimentó cambios genéticos y se adaptó a estos animales, se ha optado por llamarle de la influenza bovina tipo A, para diferenciarlo del virus que infecta a las aves.
“En México todavía no se ha registrado ningún caso de gripe aviar en humanos. No obstante, por el llamado de alerta que se hizo a partir del primer caso en Estados Unidos, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) ya emprendió una búsqueda específica del virus A(H5N1) en ranchos con ganado bovino. De todos modos, las personas que trabajan con vacas lecheras o tienen contacto con ellas, como los veterinarios, deben actuar con precaución para no contagiarse no sólo con el virus A(H5N1), sino también con otros virus y bacterias que pueden portar estos animales”, dice Mauricio Rodríguez Álvarez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM y participante en el Plan Universitario de Control de la Resistencia Antimicrobiana, del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes.
Según el académico universitario, como hipótesis de investigación se está proponiendo que el virus que infectó a las vacas lecheras es el virus A(H5N1) de alta patogenicidad que ataca a las aves.
“Es probable que este virus haya experimentado cambios genéticos que le permitieron adaptarse a las vacas lecheras para infectarlas, y ahora se sabe que puede pasar de éstas a los humanos y a otros animales, y ocasionarles una infección leve de las vías respiratorias superiores”, agrega.
Gran problema
Las personas que trabajan en las granjas avícolas son más susceptibles de contraer la influenza aviar porque están en contacto directo con la saliva, las secreciones y las heces de gallinas y pollos enfermos.
“Y recordemos que muchas granjas avícolas tienen miles de gallinas y pollos, y no pocos de estos animales pueden ser portadores del virus A(H5N1). Por lo demás, es posible que la persona que adquiere este virus de un ave enferma desarrolle una infección grave de las vías respiratorias superiores. Lo bueno es que hasta la fecha no se ha registrado un contagio de persona a persona”, explica Rodríguez Álvarez.
Este virus ya llegó a los humanos; ahora se debe vigilar que no adquiera la capacidad de pasar de persona a persona. “Esto último es determinante. Lo vimos con el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, el cual resultó ser muy contagioso entre los humanos y, a final de cuentas, desató una pandemia con consecuencias desastrosas. El virus A(H5N1) aún no ha logrado adquirir esta capacidad, pero no se descarta que lo haga en el futuro si sigue habiendo más infecciones”, comenta el académico.
Vacunas
En la actualidad sí hay una vacuna para las aves de granja que se utiliza cuando el riesgo de un brote de influenza aviar es alto, pero no se dispone de vacunas para las vacas lecheras ni para los humanos.
“No existe una vacuna para las vacas lecheras, porque apenas acaba de descubrirse que ellas también pueden contagiarse con el virus (A)H5N1. Además, por lo que se ha visto, quizá la presencia de este virus en algunas vacas no sea un problema tan relevante, porque no las mata, tan sólo hace que su producción de leche disminuya. En cuanto a los humanos, todavía no se sabe si la vacuna que se aplica cada año contra la influenza estacional podría mitigar los efectos de un contagio con el virus A(H5N1). Se inferiría que sí, porque todos los virus de influenza tienen elementos comunes. Ahora bien, de ser necesario, las plataformas de producción de vacunas contra el virus de la influenza estacional podrían servir para producir vacunas específicas contra el virus A(H5N1) u otro con potencial pandémico”, indica Rodríguez Álvarez.
Leche, pollo, huevos…
Es fundamental entender que, si bien la leche de vacas enfermas pudiera estar contaminada con el virus A(H5N1), el proceso de pasteurización al que es sometida lo elimina junto con otros microorganismos patógenos.
“El riesgo de que contraiga alguna enfermedad si consumo leche pasteurizada o productos lácteos (queso, crema, mantequilla, yogurt…) elaborados con leche pasteurizada, es prácticamente nulo”, señala el académico.
En relación con la carne de pollo y los huevos, el virus A(H5N1) no llega hasta ellos. Cuando una gallina o un pollo padece influenza aviar, el virus se encuentra en su saliva, sus secreciones y sus heces. Y cuando el animal ya está muerto y su carne se limpia y se prepara —es decir, se asa, se cuece, se hierve o se fríe—, el virus, si estuviera ahí, es eliminado. Lo mismo ocurre con los huevos.
“En realidad, nunca hay que comer carne de pollo ni huevos crudos, porque pueden tener bacterias como Salmonella o Campylobacter, que es la que se ha relacionado con los casos del síndrome de Gillain-Barré recientemente diagnosticados en Tlaxcala. Es más: cualquier carne —en especial de pollo, res y cerdo— debe estar bien cocinada antes de consumirla. Y es indispensable tener buenos hábitos de preparación de alimentos en la cocina, como no usar los mismos instrumentos para las carnes y las verduras”, finaliza el académico.