“¿Qué pasó?”, fue la pregunta que más se escuchó en la calle Justo Sierra esquina con República de Argentina, en el Centro Histórico, pues todo el que pasó por ahí se encontró con los restos de un techo metálico que resguardaba parte de la Zona Arqueológica del Templo Mayor y que colapsó a causa de la granizada del miércoles por la noche. El escenario fue calificado como “catastrófico” e incluso hubo quienes se preguntaron si había temblado, pero no hubo daños graves, señalaron especialistas, aunque reconocieron que es apremiante proteger ese espacio, pues ahí hay estuco (mezcla a base de cal) y obra mural prehispánica que podría resultar afectada por lluvias futuras.
La techumbre metálica resguardaba la Casa de las Águilas, donde fueron descubiertas las imágenes de los “guerreros águila” que flanqueaban los accesos del edificio, así como los “seres semidescarnados que representan al dios de la muerte”, explicó a través de Twitter Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor (PTM).
Patricia Ledesma, directora del Museo del Templo Mayor, indicó que el edificio también es importante porque “tiene unas banquetas con un estilo idéntico al de Tula, pero como sabemos que no son de la misma temporalidad, lo más probable es que los mexicas hayan ido a Tula, hayan copiado y traído el estilo”, así como pintura mural mexica, que “es muy frágil por los materiales orgánicos que usaban”.
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Aparatoso incidente
A inicios de los 80, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez diseñó cuatro techumbres para Templo Mayor, y aunque una de ellas colapsó el miércoles a causa de la lluvia, continuó con su función de proteger el espacio.
“La techumbre quedó en ‘v’ que (actualmente) está descansando sobre el piso prehispánico que si bien tiene estuco, puede ser recuperado. Las otras partes están descansando sobre los muros del edificio. Prácticamente el techo es el que soportó todo el impacto del granizo”, sostuvo Ledesma.
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Lourdes Gallardo, jefa de restauración de Templo Mayor, secundó la idea de la directora, pues con un peritaje al 50%, detectaron que “los daños son mucho menores en comparación con lo aparatoso de lo que se ve desde la calle”.
Trabajo a contrarreloj
Los vestigios de la Casa de las Águilas deben tener un cuidado especial debido a sus características. Conscientes de ello, Patricia Ledesma indicó que ese punto se protegerá lo antes posible, pero antes se debe apuntalar el techo y tomar la decisión de cómo retirarán los restos.
Las especialistas afirmaron que los vestigios están estables y ello se debe a que desde que se descubrió la zona arqueológica en 1978 ha habido monitoreos para atender el ciclo de humedad, además de otros factores como el intemperismo, hundimientos diferenciales y la zona sísmica.
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Pero las afectaciones del agua, señaló Lourdes Gallardo, no sólo son las pluviales, sino también las del subsuelo: “Los estucos y la policromía de las banquetas y los murales de la Casa de las Águilas han tenido tratamientos de conservación constante. En este momento preliminar pensamos que están estables, porque no fue una afectación directa sino en ciertos puntos. Podemos decir que se podrán implementar todos los tratamientos correctivos para estas áreas”.
Leonardo López Luján reconoció el trabajo en restauración de Lourdes Gallardo, Mariana Díaz, Michelle De Anda, María Barajas y Adriana Sanromán, “quienes lograrán revertir los daños y asegurar la preservación de nuestro patrimonio”. Sin embargo, advirtió: “Deberemos invertir mucho más en ciencia y cultura, dar presupuestos y contratos dignos a quienes laboran todos los días en la conservación, investigación y difusión de este gran legado”.