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Ray Bradbury no le impuso a su literatura la idea de predecir el futuro, sin embargo vislumbró ideas que preceden a invenciones tecnológicas y científicas que hoy tenemos. El escritor estadounidense de quien se celebra el centenario de su nacimiento el próximo 22 de agosto escribió 27 novelas y más de 600 cuentos, pero también ensayos, poesía, guiones para cine y televisión e incluso teatro.
El narrador fallecido en Los Ángeles el 5 de junio de 2012 ha cosechado millones de lectores con historias de misterio, fantasía, terror y ciencia ficción, en las que para muchos hay predicciones que nos han alcanzado, y para otros son exploraciones que muestran los autoritarismos y los excesos del poder pero vestidos con astronautas, robots, fantasía y elementos sobrenaturales que lo han vuelto un escritor memorable.
La narrativa de Bradbury no está cargada de ciencia pura como en Arthur C. Clarke e Isaac Asimov, pero su imaginación delineó ideas que para el matemático José Antonio de la Peña y el escritor Vicente Quirarte son predictivas: las pantallas planas, los cajeros automáticos, las redes sociales, los vehículos inteligentes o los audífonos.
Ambos integrantes de El Colegio Nacional aseguran que en "Fahrenheit 451" y en "Crónicas marcianas" (las dos obras más emblemáticas), Bradbury hace varias predicciones. “Nunca se cansó de advertirnos contra los peligros del progreso; el progreso trae beneficios pero también puede provocar un alejamiento de la realidad circundante”, afirma Quirarte.
Sin embargo, la astrónoma Susana Lizano, el físico Luis Felipe Rodríguez y el escritor Alberto Chimal señalan que en realidad a Bradbury no le preocupa tanto la predicción como esta sensación de colocar al ser humano en situaciones muy anómalas y “dejar que salga lo humano”. “Lo que le ocurre a los seres humanos ante situaciones límite”, agrega Chimal.
Capacidad predictiva
Vicente Quirate dice que Bradbury imaginó a mediados del siglo pasado el planeta Marte, un cuerpo celeste al que la humanidad está a punto de mandar una nave tripulada. Incluso asegura que al creador de otros libros como Las doradas manzanas del sol no se le puede encasillar como un escritor de sólo ciencia ficción.
Fue un narrador que habló de los televisores de pantalla plana en "Fahrenheit 451", como lo recuerda José Antonio de la Peña, “en la novela se menciona la obsesión de los protagonistas con los televisores de pantalla plana del tamaño de una pared. Muy poco después de que Baird encontrara la manera de transmitir imágenes a distancia, el ingeniero húngaro Kálmán Tihanyi estaba ya investigando los principios de la televisión electrónica y desarrollando lo que serían los tubos catódicos”.
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De la Peña también dice que los protagonistas de Bradbury se comunican a través de una ‘pared digital’ (enormes televisores), pero también que en las redes sociales como Facebook se habla de interfaz para enviar y recibir mensajes entre los usuarios. Suma otro elemento, los auriculares que Bradbury describe como ‘diminutas conchas’ que servían de radio auricular. “Se puede argumentar que tenemos que agradecer a Bradbury por la invención de los auriculares Bluetooth”.
Pero también están los vehículos inteligentes en su cuento “El peatón”, y los cajeros automáticos que describe en Fahrenheit 451 como dispositivos en los que la gente tenía acceso las 24 horas a sus finanzas. “El primer cajero automático fue inaugurado en 1967, unos 14 años tras la publicación de la distopía de Bradbury, aunque existieron prototipos de los 30”, señala De la Peña.
Imaginación potente
Para la astrónoma Susana Lizano, contrario a Julio Verne, quien imaginó submarinos y aviones, en Bradbury sí hay elementos de gran imaginación pero no advierte predicciones tecnológicas o científicas; “Tenía conocimiento de la ciencia en su época, pero no el sentido de prever descubrimientos o tecnología que más adelante sobrevino”.
Cita desde luego la astronomía y el deseo de la humanidad de encontrar vida en otros planetas, y dice que desde los años 50, que es de donde vienen los relatos marcianos de Bradbury, se ha avanzado por un interés del ser humano de saber si estamos solos en el universo o hay conciencia en otros planetas.
“Eso es algo que el hombre ha querido saber, que no estamos solos en el Universo, y lo que imagina Bradbury es que por lo menos ahí cerquita en Marte hay una civilización muy interesante”, dice Lizano, quien señala que a partir de 1955 se empezaron a detectar los primeros exoplanetas, que a la fecha son más de 4 mil 500 planetas.
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Luis Felipe Rodríguez coincide en que Verne estaba mucho más preocupado en predecir cosas, “a Bradbury no le preocupa tanto predecir el futuro sino poner a los seres humanos en condiciones como kafkianas, muy raras, en las que el ser humano tiene que responder, ajustarse o cambiar las cosas”.
Por eso, dice, hay una gran identificación con sus cuentos y es muy importante y celebra su calidad literaria que sacó a la ciencia ficción de un nicho muy angosto “que leíamos los ingenieros y los científicos; a Bradbury lo ha leído toda la gente”.
Alberto Chimal afirma que en sus cuentos y novelas no leemos solamente la profecía o el temor del futuro, también las experiencias de la vida sentimental y amorosa que, en su caso, se expresan a través de la imaginación y a través de este homenaje constante que le hace a la cultura de su propio país.
“La capacidad predictiva de la ciencia ficción o esta idea de que es como una especie de actualización de Nostradamus o de Jeremías el profeta bíblico, en realidad se consideró como algo importante en el siglo XX, cuando todavía la cultura occidental estaba encantada o dispuesta a creer en esta noción de un futuro brillante que iba a traer la tecnología avanzada”, dice Chimal.
Afirma que a Bradbury no le interesó investigar datos duros, que a él le interesó ver esos efectos más amplios no en los objetos sino en las conciencias humanas, “eso está en sus grandes obras. Crónicas marcianas no es una descripción de cómo se va a conquistar Marte sino lo que sucede cuando una potencia colonial extermina un pueblo”.
Predictivo o no, visionario o imaginativo, Quirarte dice que Ray Bradbury es además de un escritor iniciador para muchos jóvenes en la lectura, un escritor grande, como lo es Richard Matheson y Stephen King. Afirma que su trabajo es muy variado y disciplinado, “él tenía un secreto que parece fácil, pero no lo es tanto: ‘ama lo que haces, haz lo que amas’. Es una gran lección que practicó toda su vida”.