Praga.— Ni autor de mirada difícil y oscura ni un profeta político que anticipara las calamidades del siglo XX, sino un hombre de gran empatía, que supo sobre todo escuchar, pero que tuvo que luchar contra los fantasmas de su niñez, algo que consiguió hallando un ángulo cómico en cualquier situación. Así describió a el escritor alemán Reiner Stach durante la feria del libro que se clausuró ayer en y que estuvo dedicada al centenario de la muerte del escritor, que se conmemora el 3 de junio.

Stach, una de las autoridades mundiales en los estudios sobre Franz Kafka, consideró que en las dos últimas décadas hay un renacimiento del autor de origen judío y lo achaca a que es “divertido”. “En Kafka se encuentran lugares cómicos. Si hay algo malo, se encuentra un ángulo cómico. Esto lo quería él mismo”, dijo sobre el escritor praguense de lengua alemana, autor de "La Metamorfosis" y "El Proceso".

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El ensayista invitó a su auditorio a “dejar las interpretaciones y a disfrutar” de la lectura de Kafka, y a someterse a esa especie de terapia existencial. Dijo que “ahora (los jóvenes) se dan cuenta de que es divertido, de que escribe de manera auténtica, sin misericordia. Que sorprende continuamente, y que en él no se puede prever nada”.

Autor de la monumental trilogía "Los primeros años" (1883-1910), "Los años de las decisiones" (1910-1916) y "Los años del conocimiento" (1916-1924) dedicada a Kafka, Reiner Stach aseguró que “Kafka nos anima a no dejarnos dominar por situaciones. Puede ser horrible, pero totalmente chistoso”.

Reconoció la empatía del escritor y su capacidad de dar consejos. “Era un campeón del monólogo, pero sabía dar consejos. Y entendía rápido las situaciones. Muchas jóvenes se entretenían con él, y él las entendía. Lo querían tener como consejero, tío o colega. Tenía fama de buen escuchador”.

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La feria tuvo como leitmotiv la frase de Kafka: “Un libro debe ser un hacha para el mar helado que hay en nosotros”. A lo largo de los días presentó una sección de cómics inspirada en los propios dibujos de Kafka, así como el libro Praga kafkiana, una obra de Radim Kopác y Petr Stancík. Hubo obras de teatro y una muestra sobre el impacto de Kafka en la plástica y una exposición monográfica en el Museo de la Literatura.

Kafka ha sido traducido a 120 lenguas y goza de una gran popularidad entre los jóvenes.

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