Cultura

¿Por qué los editores nos amparamos?

11/10/2023 |11:36Hugo Setzer |

Hace unos días la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana presentó, por acuerdo unánime de su Consejo Directivo, una demanda de amparo contra la abrupta cancelación del Acuerdo por el que se emitían los Lineamientos para la selección, adquisición y distribución de los libros de texto gratuitos del nivel secundaria, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de marzo de 2021.

La derogación de este Acuerdo impidió, de forma arbitraria y contraria a la Ley, que los editores pudieran participar en la elaboración de los Libros de Texto Gratuitos (LTG) para Secundaria, en perjuicio de millones de estudiantes y docentes mexicanos.

Dicho acuerdo establecía que para cada grado y asignatura debía existir más de un texto disponible. Las diferentes editoriales afiliadas a la Cámara de la Industria Editorial preparaban, con una inversión millonaria, diferentes propuestas de libros de texto para cada materia de cada grado de educación secundaria.

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Estos libros se sometían a un proceso de evaluación en la SEP, en el que algunos eran aprobados y otros se rechazaban por no cumplir con los criterios establecidos por la autoridad educativa.

Los libros aprobados pasaban a formar parte de un catálogo que tenían a disposición los más de 300 mil maestros de educación secundaria en el país. En un proceso de absoluta transparencia, realizado de manera impecable por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, CONALITEG, cada maestro podía elegir, de entre cuatro o cinco alternativas disponibles, el libro de texto que más se apegara a sus necesidades.

La CONALITEG se encargaba de consolidar todos los requerimientos de los maestros en un pedido para las diferentes editoriales participantes. Gracias a las economías de escala y a la capacidad de negociación de la CONALITEG, el estado pagaba precios hasta 10 veces menores que los precios de venta al público por los mismos libros.

Posteriormente estos libros eran entregados en un proceso muy complejo pero muy eficiente, a las más de 30 mil escuelas secundarias públicas en todo el país, en beneficio de 5.5 millones de estudiantes.

Resulta irónico que el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana proponga como una de sus bases una mayor autonomía de los docentes, mientras que en los hechos se coarta la libertad que antes tenían los maestros de secundaria para elegir el libro que mejor se adaptara a sus necesidades, a cambio de la imposición de un libro de texto único.

¿Hay imposición? Según reporta el periódico El Universal en una nota del 25 de agosto, el presidente López Obrador declaró en un acto en Guerrero, en respuesta a las críticas de amplios sectores de la sociedad a los nuevos libros de texto producidos por el gobierno, que “Lo quieran o no lo quieran, va a haber nuevos libros de texto gratuitos para iniciar el ciclo escolar.”

Ya es reconocido internacionalmente que el modelo de libro de texto único no contribuye a una educación de calidad, porque no toma en cuenta las diversas capacidades, circunstancias y necesidades de los educandos, ni reconoce a los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo.

De acuerdo con una nota de The Economist del 28 de septiembre “México es de los pocos países, juntos con Cuba, Nicaragua y Corea del Norte, todas ellas dictaduras, en los que el gobierno produce y aprueba los libros de texto para todas las escuelas, públicas y privadas.” ¿A esos países nos queremos parecer? No muy esperanzador.

De acuerdo con José Ramón Cossío y Gabino González en la revista Nexos de septiembre: “La actualización de los planes y programas de estudio no puede ser hecha de manera unilateral por el gobierno federal, sino que las autoridades educativas deben convocar a expertos en educación, académicos, padres de familia, estudiantes y otros actores involucrados en la educación, como los consejos de participación escolar.”

Cabe resaltar que el proceso que marca la ley para la elaboración de los libros de texto gratuitos indica que deben de publicarse en primer lugar los programas de estudio, para que después, con base en esos programas, se puedan elaborar los libros de texto.

En esta ocasión se violó este proceso, pues los libros fueron elaborados bajo una completa opacidad, mucho antes de que se publicaran nuevos programas de estudio. Escribe Gilberto Guevara Niebla en la revista Nexos de septiembre: “Se puede afirmar que tanto la reforma como como la elaboración de los libros de texto fueron hechos a espaldas de la sociedad y no es hasta ahora (agosto de 2023) que se ha abierto al público la consulta de los libros.”

En colaboraciones anteriores me he referido a los graves rezagos educativos que enfrentamos. Marco A. Fernández y Laura Noemí Herrera hacen también un análisis al respecto en la misma revista Nexos mencionada antes: “El talón de Aquiles continúa siendo la deficiencia en aprendizajes: solo 4 de cada 10 estudiantes adquieren los conocimientos esperados en disciplinas esenciales como matemáticas y comprensión lectora.”

“La pandemia de COVID profundizó aun más este problema, al enviar a 36 millones de estudiantes a su hogar como medida preventiva.” “En contra de toda lógica y responsabilidad, las autoridades no evaluaron el aprendizaje de los estudiantes para crear estrategias de enseñanza focalizadas y para mitigar el impacto de estos años sin clases presenciales.”

La industria editorial mexicana es reconocida a nivel nacional e internacional por su rigor pedagógico y científico, así como por la constante actualización de los contenidos y procurando la excelencia gráfica de los productos.

Decía el historiador, biógrafo y filósofo griego Plutarco que “la mente no es un recipiente a ser llenado, sino un fuego a ser encendido.”

Para ello se requieren buenos maestros y buenos libros de texto. Tenemos magníficos maestros. Los editores mexicanos contamos con el conocimiento y la experiencia y estamos listos para proveer libros de la más alta calidad, para contribuir a encender las mentes de nuestros niños y niñas. Solo necesitamos que se nos permita participar. Por eso nos amparamos.

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Presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana y expresidente de la Unión Internacional de Editores

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