La secretaria de Cultura, , anduvo el lunes “pisando la historia”, como dijo por ahí, en la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (), junto con toda la nomenklatura de la 4T que acompañó, aplaudió y vitoreó a nuestro gran líder, el mismo que le demostró a la nación cómo llegar al mal comunicado aeropuerto desde Palacio Nacional en sólo 48 minutos (en día festivo, de madrugada y sin tráfico, claro) y cómo levantar un aeropuerto sin diseño urbanístico resuelto y ejecutado, poco antes de una votación nacional, aunque los usuarios tengamos que batallar un par de años para llegar por tierra a esta magna obra de manera rápida, cómoda y segura. O sea, la misma historia pisoteada de siempre: una obra pública pensada en los votos y no en la gente. Pero no nos desviemos que esta es una columna cultural. Así que dejamos a la secretaria de Cultura en plena inauguración, tomándose fotos y tuiteando cosas así: “Estamos viviendo un México próspero y justo”, y zas, que en los pasillos de aeropuertazo aparece una señora vendiendo tlayudas y algunos vendedores ambulantes ofreciendo recuerditos, poniendo en entredicho aquello de lo próspero y justo. Otra vez, la misma historia: los desclasados tratando de sobrevivir mientras los privilegiados andan de pachanga. El pueblo mexicano de a pie hizo suyo el gran aeropuerto de 116 mil millones de pesos, pero no para tomar un vuelo a Cancún sino para servir salsa y frijolitos en deliciosas tlayudas de a 35 pesitos a los que andaban “pisando la historia”. ¿Hubo clasismo al hablarse de estas personas? Sí, muchos comentarios desafortunados en redes sociales, pero que son como letreros pintados en los baños públicos por vándalos; nada para tomar en serio. Sin embargo la secretaria de Cultura sí los tomó en serio y al día siguiente puso un mensaje dirigido a esos clasistas de retrete: Lila Downs en “Oaxaca presente ¿¿habrá tlayudas??” La secretaria anda desatada, con la tlayuda en la boca, digamos, haciendo chistes y muy de fiesta, pero habrá que recordarle que no cobra para andar en esos trotes sino para atender asuntos realmente urgentes de la comunidad cultural del país. Por ejemplo, ¿alguna vez le habrá pasado por la cabeza que los artesanos y los vendedores de tlayudas y otras garnachas abundan en este gran país no por gusto sino porque el Estado y los diferentes gobiernos que hemos tenido, incluido el actual, le han fallado a millones de mexicanos para crear las condiciones que les permitan tener empleos formales con todas las prestaciones de ley? Así que ver a una apurada señora vendiendo tlayudas en el modernísimo aeropuerto no es motivo para burlarse ni para enorgullecerse diciendo que es una muestra de la “grandeza cultural de México” (el Presidente dixit) ni para hacer chistes clasistas ni para proponer a la marchanta para el gabinete. Por eso la secretaria debería de bajarle a las tlayudas, un sabroso alimento que además es muy rico en calorías, adecuado para personas que trabajan duro y que necesitan mucha energía para quemar. A quien no trabaja lo suficiente y se atasca de tlayudas, se le va a notar más temprano que tarde...