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Una imagen emblemática de la ciudad y al menos un siglo de historia, registrado en la memoria botánica de la palmera de la glorieta de Reforma y Niza, murieron con el “ hongo de la pudrición rosa ”.
Entre despedidas y fiestas civiles, el ejemplar fue retirado el 25 de abril, decisión anunciada oficialmente cuatro días antes. Todo empezó hace dos años, cuando los vecinos de la colonia Juárez detectaron que las hojas de la palma estaban muriendo.
Se estima que en la Ciudad de México hay hasta 22 mil palmeras. Su mayor amenaza es el “hongo de la pudrición rosa”, plaga presente en las Phoenix canariensis de todo el mundo.
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Con un presupuesto de 60 millones de pesos, la Secretaría del Medio Ambiente ( Sedema ) inició el 7 de abril el programa “Estado de salud y manejo integrado de palmeras de la Ciudad de México” en nueve alcaldías: Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Benito Juárez, Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón e Iztacalco. El objetivo es reemplazar, con plantas de la misma especie, aquellos que no puedan salvarse.
No sólo es un asunto de nostalgia histórica. La despedida de la palmera de Reforma es una muestra del reto ecológico en las zonas urbanas.
Un siglo de historia
El origen de la icónica palmera es incierto. Si bien, la glorieta formó parte del plan urbano que diseñaron en el siglo XIX los ingenieros austriacos Louis Bolland y Ferdinand von Rosenzweig, la idea más aceptada es que en esta glorieta se proyectó, en tiempos de Porfirio Díaz , colocar un monumento a Miguel Hidalgo . Junto a la Victoria Alada, las dos estatuas conmemorarían el centenario de la Independencia de México.
De ser cierta esta historia, el estallido de la Revolución tal vez impidió que se erigiera el monumento. Una década después, en los registros fotográficos de la época —los primeros que se tienen—, se puede ver una joven palmera. En la zona también se plantaron más ejemplares que desaparecieron por el progreso de la mancha urbana.
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En México hay tres tipos de palmeras: la caribeña, la abanico y la canaria o Phoenix canariensis, especie que fue introducida a nuestro país. Como su nombre lo indica, proviene de las islas Canarias y por sus propiedades para sobrevivir se le ha dado un uso ornamental.
La introducción plena de las palmeras, como parte de la estética urbana de la capital, también es incierta. El proyecto es similar al de Los Ángeles, California, y una versión es que la idea fue retomada y desarrollada en la Ciudad de México por el expresidente Miguel Alemán. No sólo fue el sello de la arquitectura californiana en la colonia Nápoles, sino la presencia de palmeras, por ejemplo, en el Eje 1 Sur o en la avenida Xola, cuyos ejemplares fueron trasladados al parque Las Américas, un recuerdo visible en la iconografía del metro Xola.
Hace cerca de 30 años, un grupo de ecologistas advirtió que, al tratarse de una especie endémica de las islas Canarias y no de México, la palma de Reforma no sobreviviría a pesar de su capacidad de adaptación. Lo mejor, pidieron, era trasladarla a Ciudad Universitaria y conservarla allí, pero su advertencia no tuvo eco.
El hongo Nalanthamala vermoesenii o “de la pudrición rosa” recién se detectó en la Ciudad de México; de no ser por él, la palmera de Reforma habría vivido varios años más.