Hace unas semanas, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía () —uno de los organismos públicos autónomos de México— dio a conocer los resultados del Módulo Básico de Bienestar Autorreportado (BIARE Básico), el cual ofrece información sobre el bienestar subjetivo de la población adulta urbana del país.

El indicador de balance anímico general de la población se establece con base en los estados de ánimo que las personas experimentaron el día anterior a la entrevista. Este balance se expresa en valores que van de -10 a 10.

En enero de 2024, el balance anímico de la población adulta urbana obtuvo, en promedio, un valor positivo de 6.6, el más alto observado desde julio de 2013.

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En una escala de 0 a 10, la satisfacción con la vida de la población adulta urbana alcanzó, en promedio, 8.4: 48% la calificó con 9 y 10; 44.9%, con 7 y 8 (moderadamente satisfecha); y 7%, por debajo de 7 (insatisfecha o poco satisfecha).

Las relaciones personales presentaron el nivel más alto de satisfacción entre la población adulta urbana, con 8.8, seguidas por la vivienda, la actividad u ocupación, y los logros en la vida, con 8.6.

La satisfacción con las perspectivas a futuro alcanzó 8.5; la satisfacción con el estado de salud, 8.4; y el nivel de vida, 8.3.

En el ámbito personal, el tiempo libre obtuvo el menor nivel de satisfacción, con 7.9; y en el ámbito público, la seguridad ciudadana, con 5.4.

Por último, el nivel de satisfacción con el país alcanzó 7.4; la satisfacción con la ciudad donde se vive, 7.6; y la relacionada con el vecindario, 8.

Paradoja

Para Edgar Tafoya Ledesma, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el estudio del INEGI refleja una paradoja, pues, según sus resultados, la población adulta urbana percibe subjetivamente que su ánimo y su situación personal han mejorado como nunca en medio de un contexto social permeado, en algunos lugares, por la inseguridad y la violencia.

El investigador tiene tres hipótesis para explicar estos resultados. La primera se relaciona con el hecho de que el estudio de marras se enmarca en el sexenio de la Cuarta Transformación emprendida por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Es decir, los adultos encuestados probablemente pudieron comparar su situación actual con la situación social, política y económica que se vivían hace nueve años, cuando este estudio comenzó a aplicarse y Enrique Peña Nieto gobernaba el país, y llegaron a la conclusión de que hoy en día se sienten más felices. Recordemos que 48% de ellos calificó su satisfacción con la vida con 9 y 10. Ahora bien, es claro que los jóvenes, los indígenas, los campesinos y otros sectores sociales excluidos de los servicios urbanos no necesariamente sentirían este nivel de bienestar si fueran incluidos en el estudio del INEGI.”

Se narran cosas que han pasado realmente. (CORTESÍA)
Se narran cosas que han pasado realmente. (CORTESÍA)

La segunda hipótesis de Tafoya Ledesma es que el alto nivel anímico de la población adulta urbana está ligado a los programas sociales que el gobierno federal ha puesto en marcha, y de los cuales una buena parte de aquélla es beneficiaria.

“Es posible pensar que estos programas sociales, como la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad y las becas para madres solteras, sí tuvieron un impacto positivo en esa población y que por eso se siente mucho mejor que antes”, comenta.

Y la tercera hipótesis del investigador plantea que, pese al clima de inseguridad y violencia que impera en algunos lugares del país, la población adulta urbana tiene un buen ánimo y experimenta satisfacción y agrado con su vida y su entorno porque ha desarrollado una gran fortaleza espiritual.

“De la fortaleza anímica o espiritual de los mexicanos no siempre se habla, ni siquiera en el ámbito de las ciencias sociales, pero es muy importante. Se manifiesta apenas ocurre una desgracia como un terremoto o un huracán. Lo acabamos de ver en Acapulco, con el paso de Otis. La población crea lazos muy fuertes de solidaridad y teje rápidamente redes de apoyo. Nuestra resiliencia —esto es, nuestra capacidad para sobreponernos a una tragedia o resolver eficazmente un problema, más allá de la actuación del Estado o de los distintos órdenes de gobierno— es una propiedad que nos distingue de otros pueblos y que nos permite mantener unido el tejido social y afrontar cualquier adversidad con un cierto grado de optimismo.”

Finalmente, Tafoya Ledesma cree que este estudio del INEGI podría aprovecharse para generar mejores condiciones de gobernanza.

“Es más, ahora que las campañas electorales han arrancado, las candidatas y el candidato a la presidencia deberían servirse de él para entender cómo se autopercibe la población adulta urbana y cómo se imagina en el futuro, y así tener un diagnóstico más completo de su comportamiento real en un contexto social difícil.”

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Relaciones personales

Por su lado, la académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Paulina Arenas Landgrave dice acerca de este estudio: “Debemos considerar que sus resultados se obtuvieron mediante autorreportes y que éstos tienen un cierto grado de subjetividad. Con todo, son muy valiosos.”

Uno de los resultados que más atrajo la atención de la académica fue la calificación tan alta que alcanzaron las relaciones personales.

“Éstas constituyen uno de los elementos fundamentales para estar en condiciones de percibir una sensación y una atmósfera de bienestar. Incluso, si sufrimos una experiencia traumática de cualquier tipo, podemos superarla con más facilidad gracias a las variables protectoras que nos proporciona la interacción con las personas que nos rodean”, apunta.

Como ya se vio, en el ámbito personal, el tiempo libre obtuvo el menor nivel de satisfacción entre la población adulta urbana. Al respecto, Arenas Landgrave piensa que el tiempo libre es otro elemento fundamental para tener un buen ánimo y experimentar satisfacción y agrado con nuestra vida y nuestro entorno.

“Sin embargo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país donde, en promedio, se trabaja más horas al año. De ahí la necesidad de contar con más tiempo libre para dedicarlo a actividades de ocio que nos nutran en lo personal”, concluye.

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