La oleada de censura de libros en Estados Unidos ya alcanzó a obras de escritores latinoamericanos. El condado de Orange, en Florida, incluyó en su lista de libros prohibidos a Tinísima, de Elena Poniatowska, El amor en tiempos de cólera y Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, y La casa de los espíritus y Más allá del invierno, de Isabel Allende, junto a más de 600 libros de diversos autores. ¿La razón? El contenido sexual que hay en sus páginas. Pero esto no sólo sucede en el condado de Orange, en los últimos días el condado de Escambia removió de los estantes de sus escuelas cerca de mil 600 libros, donde García Márquez volvió a ser censurado por El amor en tiempos de cólera y Cien años de soledad.
Sobre la censura del libro, Elena Poniatowska dice a EL UNIVERSAL estar sorprendida, pues desconocía esta medida: “Es una sorpresa muy grande. Pero en fin… allá en Florida donde se la viven en traje de baño de dos piezas”.
Álvaro Santana-Acuña, investigador de la obra de Gabriel García Márquez, califica esta censura como grave y preocupante. “Equiparar Crónica de una muerte anunciada y El amor en tiempos de cólera a la pornografía, a la que un estudiante puede acceder libre de supervisión, me parece un grave error y que en el fondo no va a la raíz del problema”.
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El también profesor en la Universidad de Harvard y Whitman College agrega que, en el ánimo de ver un lado positivo a esta “triste” situación, el hecho de que se censuren libros de estos escritores latinoamericanos “es la clara prueba de que la cultura latinoamericana está cada vez más presente en la vida de los estudiantes americanos”.
En 2022, el gobernador de Florida Ron DeSantis —quien aspiró sin éxito a ser candidato a la presidencia por el Partido Republicano— aprobó un grupo de leyes (HB 7, HB 1557, HB 1467, HB 1069) que se ha conocido como “derechos de los padres”, explica el colectivo Proyecto para leer en libertad en Florida (FFTRP, por sus siglas en inglés), que desde hace dos años ha estado luchando contra la prohibición de libros en su estado. Entre estas leyes se aprobó que se prohíban en las escuelas libros con contenido sexual, desde el kínder hasta el 12° grado (equivalente a la secundaria en México). Sin embargo, más allá de establecer contenidos apropiados de acuerdo a la edad, los inconformes con estas leyes alegan que ha sido una excusa para prohibir hablar de la comunidad LGBTIQ+.
“Estas leyes prohíben que ciertos temas sean tratados en clase, si es que no son ‘apropiados para la edad o el desarrollo’. La cuestión es que estas leyes no definen a qué se refieren con ‘apropiados para la edad o el desarrollo’. Algunos de los temas que se han prohibido son el de la orientación sexual y la identidad de género”, detalla FFTRP.
“Gran parte de esta crítica lo que esconde en el fondo es un giro neoconservador, se argumenta que es pornografía (el contenido sexual en los libros) y de ahí se está yendo a atacar a las personas del colectivo LGBT+”, dice Santana-Acuña.
Son estas leyes las que han llevado a las escuelas públicas de todos los condados de Florida a la obsesión de revisar todos los libros que están en cada estante para así determinar los que serán prohibidos, como lo hicieron recientemente en Orange y Escambia, que publicaron sus “listas negras”.
“La ley HB 167 establece que especialistas en medios (profesores con entrenamiento de bibliotecarios) asistan a un entrenamiento diseñado por el Departamento de Educación. Ahí se les enseña a ‘ser excesivamente precavidos’ al seleccionar los libros, si no es así, podrían perder su trabajo, su licencia para dar clase o enfrentar cargos criminales”, detalla el colectivo, conformado por padres de familia.
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La falta de definición del contenido “no apropiado” por parte de la ley y los duros castigos que podrían padecer los profesores por dejar algún libro con contenido sexual ha llevado a tomas de decisiones radicales. Por ejemplo, dos diccionarios Merriam-Webster’s, el libro de los récord Guiness de 2000, un libro sobre cómo pintar en acuarela (Watercolor: Complete Course) y un libro infantil de mitologías de todo el mundo (Mythology of the World, de Neil Philip).
Florida no es el único estado que ha creado leyes para censurar libros. En 2022, Utah aprobó la ley HB 374, que prohíbe materiales sensibles en las escuelas —incluso esto llevó a que inconformes pidieran que se retirara la Biblia y el Libro de Mormón de las bibliotecas escolares y fueran sometidos a revisión por su contenido sexual—. En Tennessee, la ley HB 1632 permite a los padres demandar a la escuela si cuenta con libros que violen la ley de materiales apropiados para la edad, pero este año se busca que incluso aquellos que no tengan hijos puedan demandar a las escuelas que se retiren libros por su contenido sexual.
En contraste, Illinois se convirtió en el primer estado en Estados Unidos en aprobar una ley que prohíbe la prohibición de libros en bibliotecas y escuelas; se trata de la ley HB 2789, que entró en vigor el pasado 1 de enero. Mientras que en Texas y Iowa jueces impidieron a finales de 2023 que se aprobaran leyes que buscan prohibir libros que abordan temas como la orientación sexual y la identidad de género.
Preocupaciones y consecuencias
Emily Hind, profesora de literatura mexicana y latinoamericana en la Universidad de Florida, también se sorprendió al enterarse que la censura había llegado a escritores latinoamericanos, pero el tema le es cercano, pues ha lidiado con ello en la escuela de su hijo:
“No creo en la prohibición. Me preocupa la prohibición de libros y pienso en ello todo el tiempo. Temo por nuestra libertad intelectual y el bienestar de los profesores. Prohibir un libro en la era del Internet no funciona, es tiempo perdido”.
Santana-Acuña secunda la idea de que la censura es inútil, pues si se quiere proteger a los niños de contenidos inapropiados, primero debería hacerse algo con respecto a las páginas web pornográficas.
Por su parte, los padres de familia que conforman FFTRP están preocupados por el rendimiento académico de sus hijos: “¿Cómo aprenderán el amor a la lectura si no se pueden ver reflejados en los libros? ,¿cómo impactará esto en las tasas de alfabetización?, ¿cómo nuestros estudiantes serán capaces de tener pensamiento crítico si no se exponen a otras formas de pensar y ser?, ¿serán competitivos con respecto a jóvenes de otros estados al momento de aplicar a una universidad y trabajos?”.
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¿Símbolo de la cultura en EU?
Sara Poot-Herrera, profesora de de literatura mexicana y latinoamericana en la Universidad de California de Santa Bárbara, señala que lo que sucede en Florida “no es representativo del nivel cultural” de Estados Unidos. “En California hay mucho interés y estudios sobre nuestros países, y me refiero sobre todo a la Universidad”, agrega.
Sin embargo, para Hind y Santana-Acuña la censura de libros es consecuencia de la radicalización.
“El discurso se está yendo al lado neoconservador en el que se trata de prohibir todo aquello que se aparta de la mal llamada ‘normalidad’, en un país que está en proceso de cambio social”, dice Santana-Acuña.
“El país batalla con el movimiento de extrema derecha y las ideas hostiles de la izquierda. El punto en el que las ideas dejan de ser de derecha para ser de izquierda ya no es claro”, concluye Hind.