La vida de –quien nació hace 125 años, según algunas fuentes en la Ciudad de México, y según otras, en Santa Rosalía de Camargo, Chihuahua– está llena de grandes momentos, de participación en eventos clave de la historia del siglo XX –la Revolución Mexicana y la Guerra Civil Española–; de protagonismo en la historia del arte mexicano y universal –es considerado uno de los con Diego Rivera y José Clemente Orozco, y tuvo desencuentros con las nuevas generaciones de artistas-.

Siqueiros enfrentó la guerra, el exilio, la cárcel; perdió a su hijo, en los años 30, cuando éste era un niño. En distintos momentos, tuvo que refugiarse en otros países de América Latina –Chile y Argentina— aunque en éstos dejó magistrales obras. Si bien, sentenció alguna vez “no hay más ruta que la nuestra”, su obra artística conoció mucho de la experimentación en la forma y la introducción de técnicas. Siempre fue un artista polémico.

“La marcha de la humanidad”, “El llamado a la libertad”, “Entierro del obrero sacrificado” y “Muerte al invasor” son algunos sus murales, en los que dejó plasmada su ideología política, a la cual se mantuvo fiel hasta sus últimos días de vida. Su obra refleja una clara ideología política marxista.

Lee también: 

El artista fue activista político desde su juventud por lo que tras estudiar en las Escuelas de Bellas Artes y de Santa Anita de la capital del país, fue miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) y fundó el periódico “El Machete”.

Conocido como “El Coronelazo”, Siqueiros en 1911 participó en la huelga de estudiantes de la Academia de San Carlos, ahora Escuela Nacional de Artes Plásticas, en contra de las autoridades, quienes pretendían cambiar los antiguos métodos de enseñanza.

Participó de manera efímera en la Revolución Mexicana; en 1913 obtuvo el grado de Capitán Segundo en el Estado Mayor.

En 1922, pintó sus primeros murales: “Los elementos” y “Los mitos”, en el patio menor de la escuela Nacional Preparatoria.

Sus ideas políticas lo llevaron a la cárcel en 1931 y al año siguiente fue expulsado del país, por lo que radicó en Los Ángeles, California, de donde fue expulsado, entonces viajó a Argentina.

En 1936 participó en la Guerra Civil Española donde obtuvo el cargo de teniente coronel. De vuelta en México, participó en el primer atentado contra León Trotsky, lo que ocasionó su exilio por segunda ocasión, esta vez en Chile.

Lee también: 

Hacia el final de la II Guerra Mundial, y en medio del auge del expresionismo abstracto, David Alfaro Siqueiros publicó el texto “No hay más ruta que la nuestra” (México, Talleres Gráficos de la Nación, 1945) donde asumió una postura a favor de un arte político e ideológico como el único válido y legítimo. Señalaba que el movimiento pictórico mexicano había tomado la ruta adecuada, objetiva, y que, sin duda alguna, era “la única y posible ruta universal para el próximo futuro”.

Varios artistas que, desde posiciones distintas, refutaron esa visión fueron Rufino Tamayo y José Luis Cuevas.

En agosto de 1960, Siqueiros fue detenido junto con Filomeno Mata, acusado de portación de armas prohibidas y delito de disolución social. Fue condenado a ocho años de cárcel bajo la acusación de resistencia de particulares, injurias a la autoridad y disolución social. Finalmente, fue liberado en 1964.

Otra confrontación del pintor la relató en sus libros Raquel Tibol. El 19 de abril de 1972, tras el I Congreso Nacional de Artistas Plásticos, realizado en la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social, la crítica de arte asestó una severa bofetada a Siqueiros, en respuesta a las declaraciones xenofóbicas que el muralista hiciera en su contra en una de las sesiones del evento. “Vengo a invitarte al coctel de despedida que haré el día que me echen de tu país”, le dijo antes de soltarle “la más fuerte cachetada que haya dado yo en mi vida”. Tibol declaró después a la prensa que Siqueiros era un chovinista, epíteto zahiriente que Siqueiros rechazó. Más que una bronca ideológica entre camaradas, este fue el episodio culminante de la tensa relación que durante años mantuvieron la crítica de arte y el pintor.

En torno del artista, fallecido el 6 de enero de 1974 en Cuernavaca, ha habido otras polémicas por la producción de obras falsas atribuidas a él, la pérdida de unas obras y la preservación de otras.

Todavía en 2007, de la colección del Museo Carrillo Gil una de sus obras (y otra de Diego Rivera) fue tomada para ser llevada a la entonces residencia oficial de Los Pinos. “Cabeza de caballo”, de Siqueiros, resultó dañado con esa maniobra de la administración en turno porque el óleo —valuado entonces en 42 millones de pesos— se vio afectado cuando alguien le cambió el marco.

fjb

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses