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El sábado, los escritores Olga Tokarczuk, ganadora del premio Nobel de Literatura 2018, y Peter Handke, laureado con el Nobel de Literatura 2019, leyeron sus discursos de aceptación de los premios, requisito obligatorio para recibir el galardón.
Handke habló del lugar que ocupan los recuerdos en su obra. Tokarczuk eligió ofrecer una visión sombría de un mundo “moribundo”. Todos los laureados —de Literatura, Medicina, Química, Física y Economía, recibirán los premios el martes de manos del rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo. Sin embargo, Kosovo anunció que su embajadora en Suecia no asistirá a la ceremonia como protesta por el premio a Handke y Turquía demandó retirarle el reconocimiento.
En su lectura, Handke —polémico por sus posiciones proserbias durante las guerras que desintegraron la ex-Yugoslavia— se concentró en sus reminiscencias literarias y en el rol central de los relatos de su madre. Relató que “pequeños acontecimientos” familiares que le relataba su madre le dieron “el ímpetu” a su carrera, iniciada en 1966 con la obra de teatro Insultos al público . Dijo que las obras de arte, por su parte, le proporcionaron “las formas esenciales, los ritmos o, para decirlo más modestamente, las oscilaciones y el impulso que permitieron que ese ímpetu encontrara expresión”.
En su lectura Tokarczuk lamentó el egocentrismo de uno mismo, la obsesión por la autopromoción y una mirada al mundo “en pedazos, separados unos de los otros, por pequeños trozos que son muchas galaxias separadas entre sí. Para la escritora, “el mundo está moribundo y nosotros somos incapaces de verlo”, obnubilados por nuestra propia puesta en escena.