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El Día de las Madres se acerca, una festividad que, desde que comenzó a celebrarse en México, hace 101 años, se ha convertido en una de las más representativas para las y los mexicanos, pues la figura materna ha representado el sostén de las familias de nuestro país, por lo que -en el marco de esta celebración- hacemos un recuento de algunas poesías que grandes escritores y figuras literarias dedicaron a sus dadoras de vida.
México fue el primer país latinoamericano en conmemorar esta fecha, cuando en 1922 se oficializó el 10 de mayo como el día en que se homenajearía a las madres mexicanas, luego de que el 13 de abril, el periodista Rafael Alducin Belloda -fundador del Excelsior- lanzara la convocatoria para que se definiese en el calendario el momento que sería dedicado al Día de las Madres.
A partir de ahí, se volvió una fecha de gran relevancia, pues a poco de que se acerque el 10 de mayo, los comercios ambulantes y los grandes supermercados dedican parte de sus stands a obsequios alusivos a esta celebración; chocolates, flores, tarjetas, peluches, kits de belleza y alguna que otra curiosidad que, en la mayoría de ocasiones, encuentran un desuso en casa pero que representan la intención de una hija o un hijo de hacerse presentes.
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En ese sentido, nos dimos a la tarea de recabar algunos pensamientos que figuras de la literatura escribieron con su madre como fuente de inspiración, como es el caso de William Blake, Edgar Allan Poe, Christina Rossetti y May Sarton.
El Ángel que presidió mi nacimiento
William Blake (1757-1827)
"El Ángel que presidió mi nacimiento dijo: ´-Pequeña criatura, formada de Alegría y Alegría, "Ve a amar sin la ayuda de ninguna Cosa en la Tierra"´.
Para mi madre
Porque siento que, en los Cielos arriba, los ángeles, susurrándose unos a otros, puede encontrar, entre sus ardientes términos de amor, ninguno tan devoto como el de "Madre". Por tanto, por ese amado nombre te he llamado durante mucho tiempo, tú que eres más que madre para mí, y llena mi corazón de corazones, donde la Muerte te instaló en liberar el espíritu de mi Virginia. Mi madre, mi propia madre, que murió temprano, no era más que la madre de mí mismo; pero tu son la madre de la que amaba tanto, y así son más queridos que la madre que conocí, por ese infinito con que mi mujer era más querido para mi alma que su vida anímica.
Los sonetos están llenos de amor, y este es mi tomo
Christina Rossetti (1830-1894)
Los sonetos están llenos de amor, y este es mi tomo. Tiene muchos sonetos: así que aquí ahora será, un soneto más, un soneto de amor, de mí. A ella cuyo corazón es el hogar tranquilo de mi corazón, a mi primer Amor, mi Madre, en cuyo regazo aprendí amor -tradición que no es problemática; cuyo servicio es mi especial dignidad, y ella mi loadstar mientras yo voy y vengo. Y así porque me amas, y porque te amo Madre, te he tejido una corona de rimas con que coronar tu honorable nombre: En ti ni ochenta años pueden apagar la llama del amor, cuyo bendito resplandor trasciende las leyes del tiempo y el cambio y la vida mortal y la muerte.
Para mi madre
May Sarton (1912-1995)
Una vez más te convoco del pasado con amor punzante,tú que alimentaste al poeta y al amante. Veo tus ojos grises mirando hacia el mar en esos veranos de Rockport, manteniendo una distancia dentro de la cercanía que nunca fue intrusiva abriéndose al mundo.Y lo que recuerdo es cómo nos reímos hasta que lloramos llenos de alegría. Especialmente cuando los tiempos eran difíciles. Y lo que recuerdo es cómo nunca dejaste de crear y cómo la gente me enviaba vestidos que habías diseñado con ricos bordados en colores brillantes porque no podían soportar para regalarlos o desecharlos. Los convoco ahora a no pensar en la batalla incesante con el dolor y la mala salud, la fragilidad y la angustia, no hoy recuerdo el creador, el corazón de león.
melc