Uno de los objetivos del escritor, como nuevo director de la , es transmitir el entusiasmo que sintió, hace 18 años, al entrar en contacto por primera vez con dicha publicación. Recuerda que, tras su ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras, el artículo de una de sus maestras le inspiró a la hora de escribir su elogiado debut, Las mutaciones; otro aliciente fueron las clases con Huberto Batis, quien, “antes de hacer una carrera mítica en los suplementos culturales”, también trabajó en la revista. Años después, Comensal se convertiría en editor de esta revista, cargo que dejó para un proyecto personal: escribir la biografía del primer director del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Isaac Ochoterena Mendieta. “Se publicará en El Colegio Nacional, quizá a finales del verano”, precisa Comensal.

Sobre la compaginación de su trabajo creativo con la función pública, el escritor dice que la “la dirección de una revista es un trabajo literario en sí mismo que involucra una creatividad generosa y a veces, incluso, un tanto abnegada porque se está en busca de los textos que a uno le gustaría escribir. No implica, en ningún sentido, renunciar a la escritura porque yo no la concibo como un trabajo de tiempo completo, sino como una forma natural y, en mi caso muy matutina de vivir. Lo primero que hago al levantarme, muy de madrugada —antes de llegar a la oficina— es escribir”.

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Destaca cierta afinidad entre el periodo en que Leopoldo Zea dirigió la revista —de mayo de 1970 a enero de 1973— y los últimos años, cuando Comensal fue el editor. Él explícitamente planteó la creación de números monográficos o conceptuales, explica: “Queremos continuar con el dosier temático y hablar de temas que, a veces, se relacionan de manera imprevisible. El deseo es poner a dialogar distintas disciplinas: ciencias, humanidades, arte... Los periodos en los que he encontrado el material filosófico más rico son los de Zea y Luis Villoro”.

La filosofía, continúa, está implícita en una de las directrices que más le interesa: propiciar el debate a partir de argumentos y posturas complejas e, incluso, antagónicas. “Confrontar con un diálogo que eluda cualquier falacia, cualquier ataque personal, y que se base en la búsqueda de la verdad y la razón a través del diálogo”.

La apuesta irá hacia un debate filosófico, estético, científico y académico, que se dirigirá a la comunidad universitaria. “Incluso político, entendiendo la política como la forma de convivir mejor entre ciudadanos, instituciones y otros países”.

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Aunque la búsqueda del equilibrio es polémica y compleja, adelanta que los temas que abordará la revista serán diversos justo para alcanzar la pluralidad de públicos y ampliar su abanico, su impacto. Uno de ellos, la sustentabilidad ecológica; otro, el relativismo sobre la existencia o no de una verdad, lo cual deviene en la llamada posverdad: “Reflexión filosófica importantísima para hablar de la actualidad. ¿Realmente podemos prescindir de un concepto de verdad? Nos toca salir a buscar a filósofas y filósofos porque no hay ningún consenso”.

Además, el solipsismo, la soledad y el deterioro del bienestar psíquico son temas coyunturales que pueden relacionarse con el influjo del Internet , el impacto de la Inteligencia Artificial, y las visiones contrastantes del mundo. Temas que sirven como apuesta, recalca, para fomentar el diálogo entre generaciones, cuyas diferencias se marcan cada vez más rápido. El siguiente paso es la responsabilidad hacia la revista: “Hablar de ella hacia el futuro; comprometerme con lo que voy a hacer como director, que siempre es trabajar, tal como lo entiendo, en apego al Código de Ética de la UNAM, al diálogo abierto y aprender de todo lo que se ha hablado recientemente, escuchar y asimilarlo para que se refleje en mi trabajo”, concluye.

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