La falta de presupuesto, pocos trabajadores en campo, pocas acciones para combatir la piratería, competencia desleal y falta de políticas públicas para abarcar a todos los sectores artesanales son algunas de las problemáticas que especialistas consultados por este diario detectan en el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), fideicomiso público del gobierno federal que tiene como objetivo apoyar la producción artesanal, y que el 28 de mayo pasado cumplió 50 años.
En el arranque de una feria artesanal para celebrar el medio siglo del Fonart, la subsecretaria de Desarrollo Cultural, Marina Núñez Bespalova, apuntó que ha sido complicado cumplir con todas las necesidades que requiere el sector de artesanos en México. “Es muy difícil que un programa abarque la totalidad de las necesidades de toda la comunidad artesanal, se hace todo lo posible para ello”, refirió la funcionaria el pasado jueves.
Cabe destacar que el Fonart pasó de la extinta Secretaría de Desarrollo Social (hoy Secretaría de Bienestar) a la de Cultura al inicio de la actual administración, lo que llevó a una serie de cambios y modificaciones en sus programas y alcances.
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En el Diario Oficial de la Federación se han publicado, desde 2019, las reglas de los programas que Fonart desarrolla cada año. Los programas son ocho: Capacitación y asistencia técnica; Apoyos para impulsar la producción; Acopio de artesanías; Apoyos para la promoción artesanal en ferias; Apoyos para la salud ocupacional; Corredores artesanales; Apoyo para proyectos artesanales estratégicos; y Concursos de arte popular.
Para la historiadora e investigadora de arte popular, Margarita de Orellana, Fonart forma parte de las principales iniciativas para el apoyo de los artesanos en el país, pero enfrenta muchos retos, sobre todo en la cobertura y alcance de artesanos que se relacionen con los programas sociales y el combate a la piratería y la competencia desleal.
“En este sexenio se les ha dado importancia e impulso a las artesanías, se reconoce ya sus técnicas y se intenta dar apoyos, pero el peligro que veo son las ventas en la calle, que no parecen ser hechas a mano, que tal vez vengan de otro país, que no son arte popular, eso está haciendo daño, es preocupante, pues copia los patrones originales, esta industria paralela hace competencia a Fonart, y se tiene que atacar el problema”.
Para la especialista, Fonart no ha podido combatir la piratería, ya que es una actividad que crece de forma exponencial y los recursos con los que cuenta el Fondo son insuficientes para contratar más personal.
“Se tendría que crear una especie de oficina de detectives o especialistas que combata el problema. La finalidad de Fonart es dignificar a los artesanos y ha tenido logros, su trabajo es complejo. He visto en este sexenio un trabajo bueno en comparación con otros tiempos, pero hay mucho por hacer, creo que Fonart debe tener más presupuesto, más personal que abarque más, que lleguen a todo el territorio, son poca gente, lo hacen bien, pero falta, son demasiadas cosas para pocos trabajadores”, expresa De Orellana.
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Para el director del Museo de Arte Popular, Walther Boelsterly, Fonart debe actualizar sus objetivos y pensar en cómo enfrentar el futuro, ya que los planteamientos con los que nació hace medio siglo no pueden ser los mismos de hoy, porque las realidades son distintas.
“La labor de Fonart en este medio siglo ha sido importante, pero por la situación económica del país, y con esta administración que redujo gastos importantes, los apoyos que, si bien no son nulos, se han quedado muy atrasados para la población artesanal”, expresa.
Walther Boelsterly cuestiona que Fonart y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tengan especificaciones o normativas que rebasan la realidad y que no comprendan cómo viven miles de artesanos, ya que una gran parte de ellos se enfrenta a la pobreza.
“Cómo es posible que a los artesanos les exijan facturas o que se den de alta en el Servicio de Administración Tributaria cuando no tienen agua o electricidad, primero hay que cubrir sus primeras necesidades, por eso se deben buscar adecuaciones, creo que Fonart se ha quedado atrasado y rebasado”, señala.
Y agrega que las ocho vertientes del Fonart establecen la capacitación y asistencia, por lo que es necesario darles herramientas a los artesanos para convertirse en empresarios. “Hace falta hacer una revisión de todos los planteamientos de Fonart, saber cuáles están adecuados a la época y cuáles no. El mundo artesanal está teniendo una mayor aceptación en la población, hay mayor demanda, por eso la producción de artesanías también debe incrementarse pensando en cuestiones técnicas y en las herramientas adecuadas”, señala.
El también curador expresa que la población dedicada a la artesanía son 12 millones, y que aportan una parte significativa al PIB del país año con año. Al igual que Margarita de Orellana, Boelsterly dice que la producción ilegal y el plagio de artesanías es una cuestión que enfrenta Fonart y se debe combatir.
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“Todo este comercio que viene de oriente está haciendo pedazos el comercio, la economía y el mercado de cada una de las familias que se dedican al arte popular, creo que debe ser una obligación de las autoridades frenar esto, sé que no es fácil, pero, desde la ley, se debe proteger a este gremio que está sumamente vulnerable”, agrega.
Actividad económica
De acuerdo con datos de la Cuenta Satélite de la Cultura de México, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las artesanías generaron 19.3% de la colaboración de la industria cultural (2.9%) al PIB nacional en 2022.
Para el doctor en derechos culturales Carlos Lara, la producción artesanal es una actividad económica, por lo que Fonart debió de moverse a la Secretaría de Economía.
Expresa que no vio avances en este sexenio, ya que los artesanos siguen viviendo en la pobreza.
“La producción artesanal es obviamente una actividad económica, pero no se quiere ver así por la visión de ‘la economía moral’. ¿De qué sirvió que Fonart se fuera a la Secretaría de Cultura? Sólo para hacer libros grandes, simposios y remodelar la matriz de Fonart y algunas cosas más”, apunta Lara.
El especialista indica que los esfuerzos para apoyar al sector artesanal en este sexenio se concentraron en el programa Original y en algunos proyectos, pero resultaron insuficientes, y coincide con Walther Boeltersly en que el Fonart quedó rebasado en sus planteamientos y en sus metas.
“Tienen un modelo que sirvió al inicio para apoyar, pero tuvieron que plantearse hace años la forma de ser competitivos, de pensar en la competitividad, parece que esta nueva generación de funcionarios son alérgicos a eso, y parece que la realidad es que el artesano tiene que ser pobre, tiene que vivir de la caridad, tiene que vivir de los programas sociales y de las limosnas que le da el Estado”, crítica.
Para Lara, el reto actual y a lo que debe apuntar el Fonart es a convertirse en una política de Estado, que se apoye no sólo de la Secretaría de Cultura, sino de otras instancias. “Fonart, el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, el programa Original y otros, van por su lado, son esfuerzos aislados que no representan una política de Estado. Qué bueno que Fonart celebró 50 años, pero ¿dónde está el presupuesto?, ¿dónde las políticas que abarquen a los artesanos? No hay, no la veo”, expresa.
Se le preguntó al área de Comunicación Social del Fonart el número de artesanos beneficiados en sus programas, el número de comunidades a las que llegaron en los últimos seis años, así como el número de compras directas y presupuestos en el sexenio, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.