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En la entrega del “Gran Premio Nacional de Arte Popular 2018” el pasado miércoles, uno de premiados, Eliseo Xochitemol Peña, aprovechó el micrófono para pedir, en nombre de ese sector productivo, que los artesanos dejen de ser una población vulnerable para pasar a la parte activa del desarrollo económico del país.
Su mensaje retomaba una demanda que tanto productores como especialistas dedicados al tema han exigido desde hace años: la necesidad de reforzar ese sector que ha demostrado ser uno de los más productivos en el país. El sector artesanal, coinciden especialistas, necesita una política de Estado que la promueva, proteja e impulse, que tenga una visión integral y que no sólo se limite a apoyar a artesanos en condiciones de pobreza, como se ha hecho hasta ahora al estar sectorizado en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
En la campaña presidencial, una de las iniciativas de Alejandra Frausto, propuesta como secretaria de Cultura para el siguiente sexenio, fue que de ocupar el cargo regresaría al sector cultural el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), área donde nació en mayo de 1974 por decreto presidencial. Su idea, ha dicho, es darle un lugar al arte popular en la cultura y brindarle un “espacio de desarrollo artístico y económico, desde el ámbito cultural”.
Antropólogos y especialistas consultados por EL UNIVERSAL opinan. Para algunos, la idea puede ser viable, siempre que garantice que tendrá un mejor presupuesto; otros plantean que debería trasladarse a la Secretaría de Economía para darle impulso como actividad económica; otros señalan que la mejor manera de fortalecerlo es creando un organismo especifico que integre la promoción, protección e investigación de las artesanías y el arte popular mexicano.
Nuevos lineamientos. Lo que sí estiman crucial es desvincularla de Sedesol, donde ha estado desde 1995 como un fideicomiso que funciona bajo los lineamientos de combate a la pobreza, visión que excluye a aquellos que han logrado rebasar las condiciones de vulnerabilidad y que deja del lado el impulso y la protección de ese sector productivo.
Según la Cuenta Satélite de la Cultura, publicada por el INEGI en 2014, las artesanías contribuyen con 20.3% del PIB del sector de la cultura, es decir, un 0.6% al PIB nacional. Y aunque los especialistas aseguran que es una cifra muy parcial porque hasta la fecha no existe un padrón nacional que integre a todos los artesanos y las ramas del sector, dichos datos permiten ver la importancia de esa actividad para la economía nacional.
La antropóloga Marta Turok, directora del Centro de Arte Popular Ruth D. Lechuga, dice que Sedesol se ha convertido en una “camisa de fuerza” para esa dependencia dedicada a promover la actividad artesanal, ya que sólo atiende a productores en condiciones de pobreza y excluye a los demás. Ve viable la propuesta de regresarlo a Cultura, pero plantea que debe contemplarse el tema presupuestal. Cuando en 1995 se quedó en Sedesol, recuerda, fue porque se vio que ahí tendría más recursos.
Por ello, quien fue subdirectora de Programas Sociales de Fonart, opina que una buena propuesta sería crear un instituto o una coordinación general donde se integren tanto la promoción, como la protección y la investigación de las artesanías: “Hubo hace unos años un proyecto de crear un instituto nacional de artesanías o del artesano, se podría ver si vale la pena que Fonart se convirtiera, junto con el área que tiene la dirección de Culturas Populares en una institución que atendiera todo el sector, desde el arte popular ritual, hasta la manufactura, los talleres artesanales que nunca han sido atendidos porque los consideran ya demasiado ricos y que también tienen sus problemas”.
Turok agrega que cualquiera que sea la propuesta para Fonart, ésta debe comprender que la actividad artesanal es multisectorial, que involucra economía, turismo y cultura. “Es un poco de varias secretarías y que primero requiere un buen análisis, un buen diagnóstico de las necesidades que tiene el sector. Lo que sí es un hecho es que mientras en Sedesol se maneje bajo el Ramo 33, de combate a la pobreza, Fonart no estará atendiendo a todo el sector”, dice.
Cándida Fernández de Calderón, directora general de Fomento Cultural Banamex, comenta que independientemente de donde esté, Fonart debe hacer “un trabajo horizontal, entre varias secretarías, porque el artesano requiere de apoyo de trabajo social, pero también promoción ligada al turismo, así como una consideración en la parte cultural. Esos tres ejes debe caminar juntos y, quien lo tenga en sus manos, deberá tener un diálogo horizontal con los otros dos rubros importantes”, dijo.
Reestructuración. Socorro Oropeza, directora de Las Manos del Mundo, una de las ferias artesanales que se ha consolidado en la Ciudad de México, señala que atender al sector no se resolverá con sólo cambiar a Fonart de Secretaría. Lo que se requiere, dice, es reestructurarlo y fortalecerlo mediante un proyecto que integre también a microempresas o iniciativas como la que lidera, cuyos problemas se centran en la comercialización. Añade que en el país existen diversas casas, instituciones o dependencias dedicadas a la promoción de las artesanías, pero no hay un solo programa o dependencia federal que los albergue a todos: “¿Por qué no hacemos un esfuerzo de tener un Programa de Fomento Artesanal y jalamos todos? Si estamos ahora en plan de ahorrar, es la forma más contundente de producir y de abrir mercados. Puede ser el mismo Fonart, pero con el enfoque de impulsarnos, no con la idea de dar 2 mil 500 pesos, que es lo que le dan a cada productor, con eso no se hace nada”.
Campo de oportunidad. Especialistas en legislación cultural como Carlos Lara, José Manuel Hermosillo y Carlos Martínez, quienes recientemente han denunciado casos de plagio y apropiación indebida de diseños artesanales, ven en el sector económico un campo de oportunidades para el desarrollo de la actividad artesanal. “Colocar a Fonart en Cultura es no entender su naturaleza y sentido. La actividad que desarrolla es económica, por tanto debería estar en Secretaría de Economía o Proméxico y no ya en una Secretaría que lo concibe como un ente asistencial. Desde Economía, la Secretaría de Cultura puede hacer un convenio y juntos cuidar la correcta difusión del arte popular y su promoción económica”, dice Lara.
José Manuel Hermosillo, abogado que asesora a artesanos hidalguenses contra una empresa que se apropió de sus diseños, dice que es urgente cambiar esa visión asistencialista del gobierno hacia el arte popular porque “no puedes generar condiciones de desarrollo para el sector. Si hay la idea del nuevo gobierno de terminar con fideicomisos, por qué no hacer una valoración de Fonart y lo convierten en un organismo serio o que lo sectoricen en Economía para que tenga garantizado créditos. Cultura no tiene más presupuesto. En Economía está el Instituto del Emprendedor. El gobierno debe ver a los artesanos como una verdadera actividad económica”.
Lo mismo opina Carlos Martínez. “No se debe ver como política de asistencia, es motor de desarrollo y deben de coparticipar Turismo, Cultura, Economía”, dice.
Cuatro décadas de vida. Creado en 1974 como un fideicomiso para promover la actividad artesanal y “contribuir al desarrollo socioeconómico de diversas regiones de alta marginación”, Fonart ha pasado por varias etapas en cuatro décadas. La más importante, hasta ahora, ha sido su cambio de la subsecretaría de Cultura (SEP) a Sedesol en 1995. “María Esther Echeverría Zuno ( entonces directora de Fonart), analizó las opciones para que este sector tuviera más recursos, fue cuando se fue a Sedesol”, recuerda Marta Turok.
En los sexenios posteriores, refiere la antropóloga, también ha habido propuestas de llevarlo a las secretarías de Economía o de Turismo. Entre 2005 y 2006, dice, hubo una iniciativa de empresarios artesanales en la Cámara de Diputados de llevarlo a Economía. La propuesta no prosperó porque no se lograron acuerdos y desde la dirección de Fonart, entonces encabezada por Leonardo Contreras Santos Coy, se advirtió que se corría el riesgo de que los valores culturales de esa actividad fueran ignorados.
A lo largo de esos años, ese Fideicomiso público también ha enfrentado polémicas y señalamientos de la comunidad artesanal que atiende. Fue el caso de la destitución de su directora Rosa María Rojas Navarrete en 2005, quien fue acusada de apoyar a intermediarios y malas prácticas. La artesana Consuelo García denunció entonces que al visitar la tienda de Fonart en Patriotismo, un baúl que le habían comprado en mil 900 pesos, ahí se vendía en unos 6 mil.
Hoy de nuevo se analiza el futuro de la dependencia. EL UNIVERSAL consultó al equipo de Frausto sobre el proyecto para llevarlo a Secretaría de Cultura. La respuesta fue que darán información luego de que se haga oficial el proceso de transición.