"Hay que ha tenido una gran trascendencia y continuidad en el ámbito popular: obras de Álvaro Carrillo, Guty Cárdenas y Agustín Lara, que se siguen cantando. Otras, en cambio, tienen una existencia efímera y responden más a los intereses de su momento y los ambientes donde les toca desarrollarse", dice el historiador , quien acaba de publicar "", bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, libro que reúne una serie de ensayos sobre la historia de la música popular no más allá de la década de 1980.

Hoy en día, continúa el escritor, la vida cabaretera, por ejemplo, no tiene el mismo peso que tuvo en el México de los años 50. "Hay un contexto histórico, pero en este libro, además, trato de demostrar que los ambientes en los que se dan los fenómenos musicales también cambian y, a la hora de transformarse, o se consumen o trascienden". Pérez Montfort recuerda, entonces, "El son de la negra", que sigue vigente; data, por lo menos, del siglo XIX y apuntala los sentimientos de muchos mexicanos, lo cual pasa con algunos sones jarochos o ciertas piezas de la trova yucateca.

Sobre el hecho de que su propio límite para recorrer la historia de la música popular mexicana sea la década de 1980, Pérez Montfort explica que "lo que estoy queriendo hacer es historiar. Cuando una hace historia trabaja sobre los fenómenos del pasado", algo que lo lleva a deducir también que la música popular contemporánea está marcada por una condición que se da absolutamente en el siglo XX y a la que atañe "los cánones clásicos de la comercialización" y la voluntad de convertir la música popular en algo mercantil: que esta forme parte de un círculo de consumo en el que haya ganancias para quienes producen y distribuyen. 

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En el presente, él ve una especie de búsqueda y reivindicación del pasado: "Hay una revitalización del bolero y un intento de regresar al Rock viejo mexicano. Las bandas han tenido un impacto y un impulso especial precisamente por su propio proceso de comercialización, pero también un abaratamiento y una disminución en su calidad musical".

El nuevo libro de Ricardo Pérez Monfort hace un compilado sobre la historia de la música popular no más allá de la década de 1980.
Foto: Especial
El nuevo libro de Ricardo Pérez Monfort hace un compilado sobre la historia de la música popular no más allá de la década de 1980. Foto: Especial

Si se quisiera comparar la música popular del siglo XX con lo que se escucha en el presente, afirma, se concluiría que "todo tiempo pasado fue mejor": por lo general se repiten esquemas en los que importa más el fenómeno mercantil que el de innovación artística.

Un ejemplo de esto puede ser Agustín Lara, quien, "al principio de su carrera fue un músico que aportó una buena cantidad de innovaciones, tanto en materia temática como de su lírica; hablar de frente, por ejemplo, de los amores prostibularios o su romanticismo de una poética bastante elaborada, en términos líricos; mientras que en lo musical, fue un personaje que incorporó las modas del momento: lo que viene del Caribe, la música tropical, el bolero y aquello que se convertiría en la música romántica mexicana desarrollada tanto en provincia como en la capital".

Al margen de su enorme capacidad para comercializarse, misma que lo llevó a presentarse en la XEW y posteriormente en la televisión, Lara fue una expresión puntual, dice el historiador, de lo mexicano, en particular, durante su momento de efervescencia creativa, que va de las décadas de 1920 a  1950. "Hoy, Agustín Lara sigue alimentando las nostalgias, pero a la juventud mexicana le dice poco; le dice más a la gente que vivió en los años 40, 50 y 60, aunque hoy me atrevería a decir, y conste que no soy especialista en mercados, que su música le dice poco a los jóvenes".

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Sin embargo, reconoce que todo depende de los ambientes en los que las canciones se ejecuten. Una cumbia como "La pollera colorá" puede convertirse en el himno de un grupo político o de un espacio social;  puede adquirir otro tono, señala, a partir de quien lo interprete y cómo lo hace: "Hubo danzones que se hicieron famosos en la campaña de López Mateos; hubo cumbias que se pusieron de moda en las elecciones de los años 80. El uso político de las expresiones musicales es recurrente, se ha usado mucho y no responde necesariamente a un afán artístico".

En ese sentido, la música pervive supeditada por la persona o el grupo que la usa.

"Por una parte, la música popular puede convertirse en una expresión de opinión o de resistencia a la que justifican sus atributos regionales o nacionales. Pero en medio está, como expresión musical, una enorme gama de posibilidades; puede hablar de los fenómenos del corazón; de la geografía y de la flora y fauna; de los bailes; de la música popular. No parece tener, en ese sentido, un espacio demasiado limitado", concluye.

melc

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