En Francia se encuentra un objeto de plumaria catalogado como “enigmático”, que por más de un siglo ha sido conocido como el “Penacho de Cuauhtemoctzin”, debido a que en el siglo XIX se anunció que la divisa había pertenecido a Cuauhtémoc (“Águila que desciende”), último emperador de Tenochtitlán. Sin embargo, recientes estudios científicos realizados por expertos de México y Francia han revelado que esta pieza no data de tiempos prehispánicos, sino que fue confeccionada en algún momento de los siglos XVII o XVIII, posiblemente en Sudamérica, fechamientos obtenidos a través de análisis radiocarbónicos que se suman a los análisis dados a conocer a principios de este mismo año, en los que se había concluido que la pieza no era un penacho y que tampoco había sido propiedad de un gobernante mesoamericano.
Como parte de las investigaciones de archivo, se pudo documentar que la pieza ingresó a las colecciones del Musée d’Ethnographie de Trocadéro —antecesor del Musée du quai Branly— en 1878. Fue entonces registrada como “Penacho de Cuauhtemoczin”, aunque su origen, antigüedad y función están en tela de juicio por “el hecho de que perteneciera originalmente al marchante y falsificador de antigüedades Eugène Boban (1834-1908), quien vivió varias veces en nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX y se presentaba a sí mismo como el ‘anticuario del emperador Maximiliano’”, escribieron las restauradoras María Olvido Moreno Guzmán y Laura Filloy (ambas especialistas en plumaria mesoamericana del INAH); el arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor (PTM-INAH); y la arqueóloga Fabienne de Pierrebourg, (encargada de las colecciones americanas del museo Branly), en un artículo que se publicó en la edición de enero pasado de la revista Arqueología Mexicana.
Boban, explica López Luján, es tristemente célebre por haber introducido en el mercado internacional —como si se tratara de una pieza auténtica mexica— un cráneo de cristal de roca brasileño que fue tallado en el sur de Alemania, el cual se encuentra hoy en el British Museum de Londres: "Y fue precisamente Boban quien propagó en 1867 el inverosímil rumor de que el objeto de plumaria del museo Branly era un penacho que había pertenecido a Cuauhtémoc. Hasta el momento, se conocen tres fechas clave: 1875, cuando Boban le vendió la pieza al explorador Alphonse Pinard; 1878, cuando éste la cedió al estado francés y fue enviada al museo de Trocadéro, y 1897, cuando su descripción y fotografía fueron publicadas por primera ocasión en un lujoso catálogo”.
Sin embargo, añade el arqueólogo, todo parece indicar que el “penacho de Cuauhtémoc” es “un caso análogo al del llamado “manto de plumas de Moctezuma” o al del “hacha de guerra de Moctezuma”, objetos ambos de los tupinambás de Brasil, elaborados en el siglo XVII y que se encuentran en el Musée Art & Histoire de Bruselas y el Weltmuseum de Viena, respectivamente. Otro ejemplo parecido es el de la llamada “piedra de Moctezuma”, una esmeralda de Colombia exhibida en el Naturhistorisches Museum de Viena.
En lo que toca al análisis morfológico y técnico de esta pieza, en un primer momento se concluyó que consta de un complejo mecanismo dinámico que no es el propio de un penacho. “Su mecánica, la manera en que pudo haberse manipulado de un lado o del otro, su forma, sus componentes estructurales y su tamaño. Todas las cuestiones formales no son propias de un tocado y de hecho no hay manera de que en ninguna posición se pueda colocar sobre una cabeza humana. No es un tocado”, detalló María Olvido Moreno. Según la investigadora del INAH, su técnica de manufactura ha permitido plantear la idea de que el objeto sea obra de sociedades amazónicas o andinas, aunque esa hipótesis deberá confirmarse en un futuro próximo.
Para conocer la época en que se elaboró la divisa de plumas se tomaron dos muestras diminutas y se enviaron al Laboratorio de Radiocarbono (C14) de la ciudad polaca de Poznan, a cargo de Tomasz Goslar. Según López Luján, “los resultados arrojados son de 200 ± 30 y de 250 ± 30 años antes del presente, fijado éste para el año de 1950. Una vez calibradas las fechas, se sabe con más de 75% de certeza que esta divisa de plumas fue confeccionada en algún momento entre 1626 y 1801, según la primera muestra, y entre 1646 y 1810 de acuerdo con la segunda. En pocas palabras, el objeto se remontaría a la segunda mitad del siglo XVII o al siglo XVIII”.
Análisis pendientes
La pieza de plumaria del museo Branly es circular, pesa 80 gramos y mide 28 centímetros de diámetro. En su centro cuenta con otro círculo de 8.5 centímetros de diámetro al que se le tejieron 211 bastoncitos “que rematan con elementos florales confeccionados con las técnicas del mosaico y del atado de plumas”, señaló la experta Laura Filloy Nadal.
Pero todavía quedan análisis por realizar a la pieza. Uno de ellos es contabilizar las plumas que integran este objeto, así como precisar el estado de conservación en el que se encuentra.
Por otro lado, Stéphanie Elarbi y Christophe Moulherat, del taller de restauración del museo Branly, realizaron radiografías digitales, tomografías computarizadas y microfotografías en 3D en las que se detectaron faltantes. Por ello, aún no es claro “si se trata de un objeto o quizás del componente de una divisa más compleja y que haya perdido algunas de sus partes”, apuntó Moreno Guzmán.
También está pendiente el resultado del estudio ornitológico que realiza Jacques Cousin, del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, con el que se determinarán las especies de aves a las que pertenecen las plumas de la divisa.
De cualquier manera, luego de confrontar toda la información obtenida hasta el momento, el arqueólogo Leonardo López Luján asegura de manera categórica que “esta pieza de plumaria no es un penacho, no perteneció a Cuauhtémoc ni a ningún otro soberano mexica y tampoco fue confeccionada en tiempos prehispánicos”.
Leer también: Así fue como hace 200 años la Nueva España se desintegró en varios países