La evaluación de los investigadores que se postularon al Sistema Nacional de Investigadores () es un caos. Luego de que el SNI impusiera a los evaluadores la orden de prelación por tercios (es decir, acomodar por orden de prioridad quién sí recibe estímulo y quién no, como plan de contingencia por si no alcanza el dinero para todos), la comunidad académica acusa que autoridades de se lavan las manos y buscan que los evaluadores sean los verdugos de sus colegas.

Esto llevó a los evaluadores a protestar en contra de la prelación aunque las quejas se dieron de forma discreta, porque nos cuentan que tuvieron que firmar una carta de confidencialidad que amenaza con expulsarlos del SNI si difunde información del proceso. Ante esas quejas, Conacyt cedió un poco para que se calmaran las aguas: que cada quien evalúe como quiera, al final, será el Consejo general del SNI quien aplicará la prelación en tercios. Sin embargo, esta supuesta solución crea otro problema: la falta de homologación en los criterios de evaluación de los investigadores. En fin, apenas tapan un agujero y surge otro. El caos reina dentro de Conacyt.

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