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La decisión turca de transformar en mezquita a la exbasílica Santa Sofía, importante lugar para la iglesia ortodoxa, es vivida como una "provocación" en Grecia y puede tensar aún más las relaciones entre ambos países, subrayan responsables griegos y analistas.
"Esta nueva provocación de Turquía, que se dirige no solo a Grecia sino a Occidente, afecta aún más las relaciones" entre los dos países, afirmó, Konstantinos Filis , director del Instituto griego de relaciones internacionales .
El Consejo de Estado, más alta jurisdicción administrativa turca, revocó el viernes una medida de 1934 que confiere a Santa Sofía el estatuto de museo. Poco después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció que la ex-basílica bizantina sería abierta para las oraciones musulmanas como mezquita el viernes 24 de julio.
El anuncio provocó reacciones internacionales desde Washington a París pasando por el Vaticano, pero en especial de los países ortodoxos como Grecia y Rusia .
El papa Francisco dijo este domingo al término de la oración del Ángelus, que su "pensamiento va a Estambul. Pienso en Santa Sofía. Estoy muy afligido".
El primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis condenó "con la mayor firmeza" la decisión turca. Además de "su impacto en las relaciones greco-turcas", la decisión "afecta las relaciones de Turquía con la Unión Europea (UE), la Unesco, y la comunidad mundial", señaló.
Lina Mendoni, ministra griega de Cultura, calificó la decisión turca de "provocación al mundo civilizado".
El domingo, el jefe de la iglesia ortodoxa griega, Monseñor Ieronymos, denunció "la instrumentación de la religión para fines partidistas o geopolíticos".
Para Konstantinos Filis, esta decisión "tiene un doble mensaje": uno hacia el interior de Turquía donde el presidente tiene baja popularidad, y otro hacia Occidente.
Filis subraya "la agresividad de Turquía desde hace un año en la región: sus tentativas de explotar los recursos energéticos en el sureste del Mediterráneo, seguidas por la invasión del norte de Siria y recientemente en Irak, así como su injerencia en el conflicto en Libia".
Países vecinos y ambos miembros de la OTAN, Grecia y Turquía han vivido en su historia tensas relaciones, agravadas en los últimos años por el asunto migratorio.
"Sin ninguna duda, la decisión sobre Santa Sofía no era necesaria, pues Estambul no carece de mezquitas (...)", subraya la historiadora Christina Koulouri.
"Esta decisión tiene un simbolismo particular y sirve para presionar a Europa, donde el conflicto entre cristianismo e islam es un factor importante de la identidad europea", añade Koulouri.
La toma de Constantinopla por los otomanos en el siglo XV es "una ruptura histórica de Europa, que representa al mundo cristiano, y permanece en el inconsciente colectivo", agrega.
Obra arquitectónica de gran importancia, construida en el siglo VI por los bizantinos que coronaban allí a sus emperadores, Santa Sofía fue clasificada como patrimonio mundial por la Unesco.
Para Grecia, Santa Sofía está identificada con Constantinopla, como siguen los griegos llamando a Estambul.
"El imperio bizantino es elemento constitutivo de la identidad griega, la historia y la religión del país, un lazo entre la Antigüedad griega y la Grecia contemporánea", señala Koulouri.
Convertida en mezquita tras la toma de Constantinopla por los otomanos en 1453, Santa Sofía fue transformada en museo en 1934 por el primer presidente de la República turca, Mustafa Kemal Ataturk, quien "la ofreció a la humanidad".
al