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ssierra@eluniversal.com.mx
Tener la cueva inundada más grande del mundo no es sólo contar con una gran belleza natural: “Quiere decir que necesitamos estrategias, planeación urbana e incluso modificar reglamentos para tener una protección adecuada del acuífero” afirma el arqueólogo Guillermo de Anda, director del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El GAM —integrado por 12 investigadores entre geólogos, arqueólogos, exploradores, estudiantes y voluntarios— reportó la semana pasada que conectó dos de los sistemas de cavernas inundadas más grandes de la Tierra, Sac Actun y Dos Ojos. Es la cueva inundada más grande del mundo en su tipo, con 347 km.
¿Qué significa esta delimitación?
¿Qué clase de mapas y qué tecnología se precisa?
Lo admirable de esto es que los mapas se producen de forma humana. Entramos a una cueva, siempre tenemos que entrar con una línea, una línea de vida, con un carrete que vamos desarrollando hasta el punto más lejano de nuestra penetración y estas líneas están anudadas cada tres metros y cuando regresamos vamos contando los nudos y así sabemos qué tan lejos estuvimos. Al mismo tiempo vamos viendo los ángulos que va haciendo la línea, cómo se van desarrollando, y con una brújula checamos la dirección y, al final, tenemos un primer croquis de la cueva. Con ese mapa inicial vamos armando la cartografía.
Es básica la cartografía...
Estamos haciendo exploración pura, a la antigua, en pleno del siglo XXI, exploradores tratando de encontrar pasajes. Usamos mucha tecnología para fotos, para reproducir modelos en 3D, tecnología aérea para saber cómo van estos sistemas, sin embargo nada nos da la precisión que nos dan buzos dentro del agua.
¿Dónde está en Quintana Roo?
La cueva se empezó a explorar en la carretera que está entre Tulum y Cobá, y fue creciendo, dio una vuelta hacia la costa, haciendo muchas curvas, un gran laberinto, hasta desembocar en un lugar que se llama Casa Cenote. Es un ejemplo claro de lo que hacen estos sistemas, dan una cantidad de vueltas, se abren, se esparcen y de pronto desembocan en el mar.
¿Existe otro sistema de cuevas como este en el mundo?
No, aunque similares podría haberlos en Cuba, Belice, en Europa en Yugoslavia, pero con la extensión, belleza de estos lugares, su claridad de agua, y los elementos culturales, no.
¿Qué capas de formación de la vida en la Tierra se advierten en ella, o niveles de información?
Hablamos de un verdadero libro de información científica en estos sistemas. Mientras más conocemos estos sistemas, más sabemos cómo se formó la península, cómo ha ido variando, cómo pudo haberse desarrollado la vida en una historia geológica más reciente, durante, por ejemplo, el Pleistoceno. Hablamos de 30, 40 mil años del presente, hasta 10 mil años, cuando hubo un cambio climático radical, el deshielo de la Tierra que provocó una catástrofe ecológica que modificó la vida. Afectó el nivel del mar, que subió unos 100 metros e inundó estas cuevas de la Península de Yucatán y se formaron los cenotes de cuevas inundadas como los conocemos actualmente. No hemos vivido algo similar en nuestra época, en el Holoceno.
¿Qué han encontrado?
¿Cuál es la datación de los vestigios más antiguos, se sabe?
De estos huesos animales hay que hacer análisis arqueométricos. Estamos en ese proceso. La certeza de cuánto tienen, 10, 15, 20 mil años, se tiene que comprobar arqueométricamente.
¿Cómo van los análisis de los hallazgos obtenidos?
No hemos hecho nada porque aún no hemos recuperado ninguno de estos materiales, están in situ.
¿Quién apoya el programa del Acuífero?
En el aspecto arqueológico, obviamente el INAH es el que regula. En cuanto a exploraciones, análisis de calidad del agua y otras actividades, hemos tenido diferentes apoyos: del Banco de Desarrollo de América Latina, del Aspen Institute México, con el doctor Juan Ramón de la Fuente; universidades como la Tecnológica de la Riviera Maya, la UNAM y National Geographic.
¿Qué viene ahora para el GAM?
Esta cueva se puede convertir en una más grande porque hay lugares que todavía se puedan conectar, y estamos preparando una estrategia de trabajo y publicaciones. Todo lo que depende de este acuífero es la vida de la península, nosotros, la selva, las aves, los reptiles, jaguares en peligros de extinción, monos, toda una fauna, incluso la salud de los manglares porque ahí desemboca el agua que está dentro de estos sistemas. Y esa agua se va a una zona delicadísima: el arrecife de coral costero, y si esta agua lleva contaminantes, como ha sucedido, el arrecife se afecta.
Además son como depósitos de material arqueológico, que son grandes preservadores. Hay que enfatizarlo, el material arqueológico que se encuentra en los cenotes está muy bien preservado. Los cenotes son verdaderos túneles del tiempo: lo mismo tenemos estos animales antiguos, estos hombres precerámicos —los primeros pobladores de la península—, como todos los vestigios de la civilización maya: cerámicas, huesos humanos, y nuestro trabajo es interpretar cómo llegaron ahí.
¿Hay algo que ponga en peligro el acuífero?
El gran peligro son los desarrollos anárquicos, desarrollos urbanos no planeados, los contaminantes, la basura, las interacciones humanas en general, los pesticidas y plaguicidas sin control. El principal factor ha sido el crecimiento urbano no planeado, en todas las grandes ciudades, Cancún, Playa del Carmen, el mismo Chetumal, Tulum, Bacalar, por el auge y prosperidad que trae el turismo.
Estamos contribuyendo con nuestro trabajo, con la información que recabamos para ofrecerla a las autoridades para incluso hacer recomendaciones de políticas públicas, basados en datos científicos.
Las autoridades deben crear conciencia, esta espectacularidad del hallazgo tiene que servir para que logremos una adecuada conservación y protección del acuífero.