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abida.ventura@eluniversal.com.mx
La sismos de septiembre dejaron entre escombros grandes extensiones de pintura mural en unos 63 inmuebles del estado de Morelos. La magnitud de esos daños requerirá un arduo proceso de recuperación que tomará todavía varios años, reconoció Liliana Giorguli, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
Esa labor requerirá de manos especializadas, como la de un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM (IIE-UNAM) que colabora con el INAH en la recuperación de frescos en 10 inmuebles del estado, ocho de los cuales son conventos que forman parte de la Ruta de los Conventos, declarada patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
El proyecto, que coordina la restauradora Elsa Arroyo del IIE-UNAM, ha trabajado hasta ahora en el ex Convento de San Juan Bautista de Tlayacapan y en el de San Guillermo en Totolapan, dos de los más dañados en las faldas del Popocatépetl.
En una conferencia de prensa, realizada en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Elsa Arroyo explicó que la brigada conformada por académicos y estudiantes realizó en un primer momento trabajos de inspección y registro en los ocho conventos para evaluar los daños en frescos. Para diciembre y enero realizaron dos temporadas de rescate en Tlayacapan y Totolapan, donde la pintura mural que cubría techos y bóvedas quedó fragmentada, derruida, incluso pulverizada. Ahí, el trabajo de los especialistas ha consistido en fotografiar en alta resolución los pedazos, catalogarlos y resguardarlos de manera ordenada, como si se tratara de un rompecabezas. Un proceso que les facilitará la recuperación de lo que ahora parece perdido.
“Lo que hemos perdido es la continuidad de la lectura de los espacios policromados en los conventos del siglo XVI, y son importantes porque son testimonio vivo de un proceso de evangelización que se extendió desde la segunda mitad del siglo XVI hasta la secularización de estos edificios que después se convirtieron en parroquias”, comentó la restauradora.
Arroyo y Giorguli insistieron en que a pesar de los daños, el trabajo, el tiempo y los recursos que se requerirán, esa parte de la decoración de los templos y conventos se recuperarán. Giorguli reconoció que el tratamiento de los murales es una problemática complicada, ya que el proceso implicará una serie de estudios de materiales y técnicas, además de que su restauración se realizará hasta que los inmuebles hayan sido recuperados y estén estables.