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Restos de un complejo romano de entre los siglos I y IV de nuestra era -y cuyas funciones son un enigma- emergieron a un costado del río Tíber , en la zona del Puente Milvio de la capital italiana, donde en el año 312 Constantino se impuso en la batalla que lo coronó como emperador único de Occidente .
Los vestigios corresponden a una parte más antigua, de plena época imperial (entre los siglos I y II después de Cristo) y pertenecieron probablemente a un amplio inmueble con funciones comerciales , quizá una bodega dada la cercanía del río que servía como vía comercial, explicó a Notimex la arqueóloga Marina Piranomente , directora de las excavaciones.
Esa estructura -dijo- sufrió una transformación arquitectónica radical entre los siglos III y IV después de Cristo , cuando fue parcialmente demolida y en su lugar se edificaron muros en “opus vittatum” (con el uso de ladrillos) y con pisos en “opus sectile” (mármoles cortados).
La ampliación de las excavaciones, señaló Piranomonte, permitió sacar a la luz varias sepulturas de diferente tipología arquitectónica .
Según la experta, una de las hipótesis manejadas es que se trató de una basílica , aunque no se han encontrado rastros cristianos.
“Fue seguramente un edificio público adornado con mármoles de alto valor y con dos estructuras circulares que han llevado a pensar en un mausoleo o un batispterio”, dijo.
También se ha barajado la hipótesis de una “domus” o villa romana, pero Piranomonte subrayó que en ellas no había nunca tumbas, además de que la fachada daba hacia la calle y no al río, lo que hubiera sido lógico de haberse tratado de una casa de descanso.
La arqueóloga destacó que el complejo fue edificado ya en época cristiana y recordó que fue justamente en la zona de Ponte Milvio donde en el año 312 de nuestra era tuvo lugar la batalla entre los ejércitos de los emperadores Constantino I y Majencio .
La victoria del primero puso fin a la “tetrarquía” o forma de gobierno en el que el poder es detentado por cuatro “tetrarcas” y lo hizo convertirse en el emperador único de Occidente.
Constantino fue quien legalizó al cristianismo en el imperio y según Piranomonte, los restos arqueológicos podrían haber formado parte también de un lugar de culto para un mártir.
Al presentar el descubrimiento a los medios, el superintendente de bienes culturales de Roma, Francesco Prosperetti confirmó que los vestigios salieron a la luz en octubre pasado, cuando se llevaban a cabo trabajos de instalación de cableado eléctrico.
Dijo que las excavaciones quedaron suspendidas durante el invierno y se reabrieron recientemente.
Señaló que para dar a los expertos la posibilidad de análisis y estudios más detallados las obras quedarán abiertas algunos días. Pero después, informó, los restos deberán ser nuevamente enterrados, pues la zona es de alto riesgo de inundaciones del río Tiber.
nrv