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Desde el patio poniente de la Catedral Metropolitana, en la entrada de la antigua Curia, se alcanzan a ver dos bultos blancos, amarrados con cinta canela. El que se asoma primero es uno pequeño. Se trata de la cabeza de la Esperanza, la escultura de cantera de Manuel Tolsá que durante el sismo del 19 de septiembre cayó desde el remate de la fachada hasta el atrio del recinto. Al lado, sobre una tarima de madera y acordonado por cintas amarillas de seguridad está el cuerpo de esta pieza que al caer desde 45 metros de alto se partió en dos. Allá arriba, junto a sus dos compañeras, la Fe y la Caridad, había permanecido de pie, sosteniendo un ancla de bronce dorado. Cuando el sismo sacudió la ciudad, la escultura no soportó y se desplomó con todo y su atributo de bronce.

Ahí, junto a la Catedral, la Esperanza espera a que restauradores curen y restituyan sus fracturas. El proyecto, que coordinará la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura, sigue pendiente. También esperan ser atendidas la Fe y la Caridad, piezas retiradas de la fachada el 15 de noviembre ante el riesgo de desplome. Ahí están, detrás de las cintas de seguridad. Sus deterioros y fracturas, y sus acabados artísticos quedan a la vista de quienes atraviesan el espacio restringido que cuida la policía federal.

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