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abida.ventura@eluniversal.com.mx
A unos 3.5 kilómetros del pueblo de Puxcatán, en el municipio tabasqueño de Tacotalpa, una cueva recluida en una montaña a la que solo se llega escalando y luego descendiendo entre escabrosos rincones conserva las claves para conocer a los ancestros de los habitantes de Tabasco.
Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dieron a conocer ayer los avances de las investigaciones que han realizado a 29 restos óseos hallados hace 10 años en esa caverna conocida con el nombre de Puyil. Análisis de ADN revelan que el sitio fue utilizado por los mayas del periódico Clásico Tardío (650-900 d.C) como un espacio ritual de gran importancia, ya que lo consideraban como el lugar de sus ancestros. Esa hipótesis se plantea luego de que análisis genéticos demostraron que de las osamentas recuperadas, la mayoría eran del periodo maya, pero tres eran de más antigüedad, uno del periodo Preclásico Temprano (2500 a 1200 a.C) y dos del Arcaico (8000 a 2500 a.C). Es decir, individuos que habitaron esa zona hace unos 7 mil años, momento en el que se considera que se estaba dando la “transición de los cazadores recolectores al sedentarismo”.
El arqueólogo Luis Alberto Martos, encargado del proyecto, considera relevantes estos hallazgos porque se suman a los restos humanos más antiguos descubiertos en la Península de Yucatán y permitirán entender los diversos procesos de poblamiento de América. El investigador del INAH apuntó que los análisis de radiocarbono y estudios de ADN indican que se trata de una cueva que principalmente fue utilizada por los mayas, pero que tuvo una ocupación desde hace 7 mil años. “El resultado fue maravillo porque demuestran que los cráneos antiguos estaban en contexto junto con los materiales mayas, quienes conocían esta cueva, sabían que habían huesos adentro. Para ellos debió ser una cueva de los ancestros”. A uno de ellos, dijo, los mayas le habían colgado un collar, como en una especie de ornamentación especial.
Durante la conferencia de prensa, en la que también estuvo presente el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, explicó que los restos humanos hallados en este lugar comparten rasgos con poblaciones de Cuba, Guatemala, Perú y Brasil, por lo que los estudios de genética arrojarán información crucial para comprender las culturas originarias del continente.
Martos señaló que los análisis genéticos se están realizando en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), en colaboración con investigadores de la Universidad de Kiel, Alemania, pero es una investigación todavía en proceso.
“Por estudios de ADN sabemos que hay cuatro haplogrupos, A, B, C y D. Se sabe que el hombre no pasó por América en un solo flujo, fueron varios, el más temprano es el D, que siguió la ruta del Pacífico, llegaron a Perú; hay otra rama que se desvió, pasó por Bolivia, Brasil, Colombia, Venezuela y de ahí cruzó a las Islas y hace 6 mil años poblaron Puerto Rico, República Dominicana, Cuba. Estos individuos pueden estar vinculados con estos grupos. Es lo que se está estudiando con el ADN”, explicó Luis Alberto Martos.