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En este Pueblo Mágico, San Juan Bautista se quedó solo, predicando en un desierto de escombros. Como un milagro, el santo patrono del convento agustino que lucía en el centro de este poblado fue el único que se mantuvo de pie en el altar principal del recinto religioso durante el sismo del 19 de septiembre que provocó daños en los 14 monasterios del siglo XVI que se ubican en las faldas del Popocatépetl (entre Morelos y Puebla), y que conforman la llamada Ruta de los Conventos, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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Desde su nicho destrozado, el santo parece mirar con asombro el desastre que ese sismo de 7. 1 grados dejó en la nave principal del templo: severas grietas y un hoyo en el techo, unas 25 bancas sepultadas por los fragmentos que se cayeron de la cubierta, piedras por todo el piso, una cruz de madera rota; nichos, imágenes y pintura mural fragmentadas. En el exterior, el campanario se fracturó, dos campanas se colapsaron, una cayó sobre la bóveda, otra fue a dar a la explanada; los cristales de una ventana se hicieron pedazos; la fachada luce una grieta de arriba a abajo. “Tenemos una situación muy delicada. Todo el conjunto conventual sufrió severos daños estructurales… En el altar principal estaban San Nicolás Tolentino, San Guillermo y el Cristo principal, solo quedó San Juan Bautista, el patrono”, dice a EL UNIVERSAL el padre Heriberto Arias Arau.

Sentado bajo la carpa de la capilla que desde la semana pasada improvisaron al aire libre y que también sirve como centro de acopio en el patio del Convento de San Juan Bautista, el párroco de este recinto religioso relata el momento en que los movimientos del temblor hicieron retumbar los muros del monasterio, uno de los 11 con los que cuenta Morelos en la Ruta de los Conventos —los otros tres están en Puebla—: “La secretaria corrió por la puerta de atrás y logró salir a la calle. Dos personas que me ayudan y yo estábamos en el segundo nivel del claustro, pero cuando oímos todo, decidimos no bajar porque era ponernos en riesgo, esperamos a que pasara”. En las calles, “la gente lloraba porque se les cayeron las iglesias, mucha gente está como no queriendo aceptar que esto haya sido real”, añade. En todo el pueblo, ningún campanario de las iglesias o capillas está de pie.

“Lamentablemente todo nuestro patrimonio cultural que nos identifica está derruido, contábamos con 18 capillas en pie y el Convento de San Juan Bautista, todos están destruidos”, indica Alma Flores Rojas, directora de Turismo del municipio.

En la calle contigua al Convento de San Juan Bautista, una casa de adobe colapsó. Una veladora encendida, con una cruz y un moño negro indican que ahí falleció alguien. Pero en el recinto religioso no hubo pérdidas humanas. “Algunas imágenes que recuperamos están resguardas en el sagrario, que es la parte sin fracturas; otras están en casa de los mayordomos en turno. Se hizo un documento de entrega recepción y para sacarlas tuvimos que esperar al INAH hasta el miércoles por la tarde”, narra el padre.

Hoy, el convento de Tlayacapan permanece acordonado con una malla metálica para evitar que la gente se acerque, pero desde el patio frontal se aprecian las grietas de su fachada y los escombros en su interior.

Ese mismo escenario se aprecia desde la entrada principal del Convento de San Guillermo en Totolapan, otro poblado morelense, ubicado a unos 20 minutos de Tlayacapan. Ahí, este otro convento agustino perdió una de las torres de su campanario y partes del techo colapsaron. “La campana se derrumbó y afectó el techo. Dicen que así están todos los conventos de la Ruta, los ves ahora y parece que están hechos de papel, esperando a ver cuándo se cae”, lamenta Saúl Galicia, vecino de Totolapan, mientras muestra algunos videos de las cámaras de seguridad que registraron el momento en que una parte del techo de ese convento se cayó. En las imágenes, compartidas en páginas de Facebook por el Obispo de Cuernavaca, monseñor Ramón Castro, se ve cómo las esculturas tiemblan con el sismo, pero se mantienen en su sitio. El caos viene cuando el techo se desploma.

Ninguno salió ileso. Como el resto de los 14 conventos catalogados por la UNESCO, el de Totolapan, en Morelos, permanece cerrado al público. Después del sismo, el INAH y Protección Civil prohibieron la entrada a estos espacios.

Las misas se celebran al aire libre. “Todos los conventos tienen afectaciones en distintos niveles; hay desde grietas en ciertos lugares, hasta cúpulas que colapsaron. Nos hemos encontrado con que, por el peso de las campanas y el tipo de movimiento que hubo, todos los campanarios sufrieron daños, también las cúpulas”, admite en entrevista María Isabel Campos  Goenaga, delegada del INAH en Morelos.

Estos 11 conventos, añade, son apenas una parte de los 300 inmuebles históricos dañados que hasta ahora se han registrado en todo el estado.

En Tepoztlán, otro Pueblo Mágico, una lona azul que cubre el espacio al aire libre donde ahora se celebra el culto sustituye el imponente techo del Convento de la Natividad o de la Anunciación. En ese inmueble novohispano, construido bajo las órdenes de los frailes dominicos, el templo sufrió daños en sus campanarios. “En la parte del Convento hay grietas en crujías, el mirador colapsó totalmente”, señala Campos  Goenaga.

Ahí, en un pueblo donde no existe alarma sísmica, el terremoto del 19 de septiembre tomó por sorpresa a las trabajadoras de la iglesia, quienes ese día laboraban a puerta cerrada. “Se escuchó como crujían todas las paredes”, recuerda una de ellas y quien ahora despacha en la explanada del inmueble. A sus espaldas, una carpa improvisada resguarda mobiliario y algunas imágenes de la iglesia.

Vecinos de Tepoztlán se asoman a ver los daños del inmueble. “Al principio vino una persona que dijo que querían demolerla, también las otras iglesias... no sabemos si era de INAH o de donde, pero los primeros días, la gente tuvo pánico porque éste es un emblema de aquí y no pueden hacer eso; ahora dicen que van a apostar todo para recuperarlo”, dice Miguel Ángel Gómez, uno de los pobladores.

Otro de los conventos dañados en Morelos fue el de Santo Domingo de Guzmán en Oaxtepec. “Visiblemente este convento tiene una torre de los campanarios muy dañada, prácticamente destruida; la estructura del inmueble en su interior también tiene daños”, comenta César Ortiz Triana desde las imponentes escaleras.

El promotor cultural en Yautepec es miembro del grupo  Conservación del Patrimonio Cultural del Estado de Morelos, una página en Facebook que nació con la idea de difundir y defender la riqueza patrimonial de Yautepec, pero que desde el sismo se convirtió en un foro donde una red de artistas y promotores culturales comenzaron a compartir y a registrar los daños en inmuebles históricos de todo el estado.

Horas más tarde, ese martes, en Tlayacapan, el presidente Enrique Peña Nieto prometía a la población que su convento San Juan Bautista y sus iglesias serían recuperadas, así como todos los monumentos afectados en el estado. El miércoles, la Secretaría de Cultura Federal anunció que para la recuperación del patrimonio cultural dañado, como estos conventos, se destinarán 8 mil millones de pesos.

Lluvia, peligro inminente. Sin embargo, las fuertes lluvias que se han registrado en los últimos días en la región podrían poner en más riesgo los monumentos. “Ahorita lo que urge es cubrir con una lona el techo para que no se esté filtrando agua, porque la humedad va a provocar desmoronamientos”, urge el padre Heriberto al ver que otra vez se asoma una fuerte tormenta sobre Tlayacapan.

La lluvia no ayuda, admite la delegada del INAH en el estado, pero por ahora, dice, las brigadas que se han desplegado en los diversos municipios están en proceso de concluir los dictámenes de los edificios afectados para poder tener los recursos del FONDEN y tomar las medidas preventivas, como apuntalamientos y colocación de cubiertas: “En Tlayacapan el convento es altísimo. La colocación de una lona no puede hacerlo la población ni nosotros porque no disponemos de la maquinaria; ya estamos entrando en la etapa de conseguir quién puede hacerlo. Sé que en esto es complicado pedirle paciencia a la gente, pero quiero que sepan que estamos preocupados y nos estamos ocupando; todo esto lleva un proceso y no todo es tan rápido como a uno le gustaría, y el universo de afectaciones es inmenso”.

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